En mil pedazos

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Narra Jungkook

Mí cabeza está hecha un lío.
Tengo tantos sentimientos encontrados en este momento que me siento ahogado. Arañando por querer salir a la superficie y tomar un poco de aire, pero era inútil.
Sinceramente sentí que el mundo se abría bajo mis pies. Que mí cuento con final feliz se había convertido en una tragedia de un momento a otro y no entendía nada, absolutamente nada.

Nunca he sido bueno para controlar mis emociones. Desde pequeño mostré dificultad para manejar mis impulsos, la cual fue aumentando a medida que crecía y que mí carácter se afianzaba.
Esta vez había ocurrido de nuevo y no era para menos, solo yo sé lo que sentí cuando entré a esa habitación y los encontré juntos.
Demasiado juntos.

Las imágenes parecían repetirse en mi cabeza una y otra vez, las mismas sensaciones que me invadieron cuando encontré a mí hermano con ella en ese entonces, se apoderaron de mí e hicieron estragos en lo más profundo de mí subconsciente.

¿Por qué él? ¿Acaso el del problema era yo? ¿Qué ocurría conmigo? ¿Qué estaba mal, cuando lo había entregado todo?

Esas eran algunas de las preguntas que me atormentaban ahora y ¿saben qué?
No tenía las respuestas. No entendía en qué había fallado.

Me negaba a creerlo.
Yo solamente lo había amado con todo lo que tenía, de una forma arrasadora, como nunca amé a nadie, Dios sabe que es así. Le había dado más de un motivo para que creyera en lo nuestro. Pero nada había sido suficiente...

Cuando salí de ese hotel, envuelto por la rabia, me monté en mi coche y sin pensarlo dos veces conduje directo hacia Busan.
No era consciente de nada a mí alrededor, ni me explicaba como había llegado hasta mí destino, solo tenía una sola cosa en mente...
Estaba decidido a echarlo de mí vida.

No lo podía creer, juro que no podía y aunque deseara que todo esto fuera una pesadilla, no lo era, esa era mí realidad.

Llegué al edificio y lo primero que hice fue dar la orden para que no lo dejaran entrar. Pese a la mirada de desconcierto del encargado y sin darle ningún motivo más, simplemente dejé en claro que no lo quería allí, que desde ahora tenía la entrada prohibida y que yo mismo bajaría todas sus pertenencias para que las retirara cuanto antes...
El pobre no entendía nada, solo asentía y no lo culpaba, hasta a mí mismo me costaba escucharme decir todas esas cosas.

Entrar en el departamento y encontrarme de bruces con aquel mueble donde se hallaban algunas fotos nuestras, que él mismo había puesto allí, sin dudas fue la gota que rebasó el vaso...

No pude contener más mi rabia y simplemente borré con mi brazo todas y cada una de ellas.

—Maldito... maldito seas Park... —mi mandíbula dolía por tanta rabia contenida y sentía las lágrimas pujar por querer salir—. Te has burlado de mí, ¿Cómo has podido? ¿Por qué?

De nuevo las preguntas atormentándome, pero no me permitía llorar, caminaba de un lado hacia otro tratando de recuperar la calma. No iba a llorar ni por él ni por nadie más, era una promesa que me hice hace años atrás asi que, como pude, le gané a ese sentimiento y busqué consuelo en una copa de lo primero que encuentré en el mueble de la sala. Pero pronto una copa me pareció poco y terminé en compañía de la botella.

La madrugada me encontró sentado solo en el medio de la sala, ahogándome con los absurdos pensamientos que se paseaban por mí mente. Durante horas di vueltas y vueltas sobre todo lo sucedido buscando encontrar algo que me hiciera comprender que estaba equivocado, pero no lo encontré; hasta que incentivado por el alcohol y el rencor fui hacia la cocina, tomé unas cuantas bolsas de residuos y subí a la habitación dispuesto a recoger todas sus cosas de una buena vez.

Contrato de amor •|Kookmin AU|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora