Sobrenombres
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Dayana————
Me quedo parada en el ascensor, esperando a que las puertas se cierren. Me acabo de quitar un gran peso de encima al haber recompensado lo de la camisa de aquel chico de ojos verdes. Los últimos dos días, cuando la tía Indah me entrego la camisa, no hice más que buscar a ese chico, incluso me aventuré a tomar el puesto de la botarga con tal de tener mejor acceso al exterior del local y poder dar con él.
No puedo borrar la sonrisa de mi rostro, simplemente me siento feliz de haberme topado con él y poder darle la camisa. Me balanceo con mis pies mientras las puertas del ascensor empiezan a cerrarse lentamente, pero una mano se atraviesa entre ellas y hace que se vuelvan a abrir.
—Hola de nuevo, chica fresa—saluda el chico al entrar junto a su amigo.
—Hola—sonrío al verlo.
Me siento feliz, ya lo dije, pero igual por el hecho de que puedo dejar el puesto de la botarga tan fea con la que tuve que lidiar durante dos días, estar en esa cosa se siente realmente sofocante.
—¿Y cuál es tu nombre?—pregunta su amigo el rubio.
—Dayana.
—Un gusto, Dayana—sonrie—. Soy Jean. Jean Collins— extiende su mano y no tardo en estrecharla.
Luce agradable, pero solo respondí por cortesía, mis asuntos con ellos termino cuando hice entrega de la camisa.
—Él es Noah Sanders—señala con la cabeza al susodicho.
—Mucho gusto—sonrio y de repente siento que cae la incomodidad en el ambiente, no es como si fuera la chica más social del mundo.
—¿Tienes apellido, Chica fresa?—pregunta Noah enfocándome.
—Russell—me limito a decir sin voltear a verlos.
Técnicamente eso no es mentira, al menos no del todo. Russell era mi apellido originalmente, pero cuando mis padres se divorciaron mamá abogó hasta cambiar nuestros apellidos por el suyo de soltera y ninguno de los tres estuvo en contra de eso.
—Dayana Russell—menciona lentamente Sanders, como si estuviera analizando mi nombre con suma sutileza al pronunciarlo.
Me muevo un poco para poder verlo con intriga, él nota que lo estoy mirando y me sonríe con mofa. Es un chico alto, bastante para ser sincera, su cabello es de un castaño más claro que el mío y sus ojos son de un color verde que muy pocas veces he visto, raramente, estoy acostumbrada a ver ojos cafés o azules.
Casi doy un salto de victoria al ver las puertas del ascensor abrirse. Me estaba sintiendo terriblemente incomoda por Noah Sanders, quien me mira de arriba hacia abajo sin una pizca de pudor, como si buscará algo en mi.
—Adiós, chica fresa—me despide con un movimiento de mano al verme salir del ascensor.
Le sonrio con incomodidad y me encamino para tomar un taxi. Recién caigo en cuenta de que me puso un apodo como si fuéramos amigos de toda la vida, ¿Quién se cree? Odio los sobrenombres, solo mi familia me tiene unos cuantos, pero personas ajenas a los Vega no tienen ningún derecho de ponerme uno.
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Casualidad con sabor a Fresa
Teen FictionPortar uno de los apellidos más influyentes del momento no es algo a lo que Dayana se adapte. Pensó que todo sería falsedad a su alrededor hasta que tuvo que derramas su bebida sobre aquel chico. Cliché, por supuesto, pero lo que acontecería con eso...