¿Casualidad o destino?
****
Dayana————
El lunes por la mañana me encuentro sentada frente al televisor, viendo un programa de cocina mientras espero la llegada de Arthur, quien me llevará a la universidad el día de hoy.
Derek baja las escaleras con los cabellos alborotados y una cara de pocos amigos, ni siquiera se colocó una camisa.
—Buenos días—lo saludo con un tono cantarin. En respuesta me brinda una sonrisa apática que desaparece en unos cuantos segundos.
—Hoy tengo examen de biología—murmura, sentandose a mi lado.
—No sabía que te quedaste a dormir—lo miro con una ceja alzada.
—Daniel tiene unos libros que me costaría días en conseguir, prácticamente le rogué para que me los prestará—echa la cabeza hacia atrás, en el respaldo del sofá—. Su condición era que los libros no salieran de esta casa. No tuve más opción que quedarme y estudiar toda la noche.
Daniel a veces es un exagerado a la hora de prestar sus libros, nosotros somos de las personas que desde pequeño nos enseñaron a ser bondadosos y todo eso, pero siempre habrá algo que sacará nuestro lado oscuro, para Daniel son sus preciados libros de estudio. En mi caso son mis peluches.
—¿A qué hora se levantan esos holgazanes?—pregunta viendo hacia las escaleras, como si eso fuera a hacerlos bajar.
—Holgazán serás tú—habla Daniel haciendo acto de presencia, ya bien aseado y con su uniforme puesto.
—¿Desde que hora estás despierto?—pregunto con el ceño fruncido. Yo desperté hace dos horas y no lo había visto.
—Hora y media quizás—se enconge de hombros—. Me vestí y me fui a la biblioteca—señala hacia arriba, que es la segunda planta, en dónde está la biblioteca.
Derek y yo compartimos miradas y simultáneamente negamos con la cabeza. Daniel podría ser perfectamente un ratoncillo de biblioteca, pero su complexión y carácter no lo ayudan en eso.
—Ire a vestirme—anuncia Derek, levantándose del sofá para encaminarse a las escaleras por dónde viene bajando David.
—No me hablen—murmura el recién llegado, pasando de largo hacia la cocina.
—¿Desayunaste?—me pregunta Daniel—. Irma preparo comida como para un banquete presidencial.
—Si, me obligo a servirme una amplia porción de todo—rio levemente junto a él.
En ese momento Arthur hace acto de presencia y su esposa Irma sale de la cocina, me sigue sorprendiendo que siempre salga en el momento indicado, una vez se me cruzó la idea de que tiene un rastreador en el celular de Arthur.
Irma le entrega un pequeño lonche a su esposo, cruzan unas cuantas palabras y regresa a la cocina, no sin antes despedirse amablemente de mí. Ambos son un amor de persona, han estado con nosotros desde hace más de cinco años, son como de la familia.
—Nos vemos, mocosa—se despide Daniel, mientras alza su vaso de jugo que trae en mano.
—Adios—le guiñó un ojo, para después salir junto a Arthur.
ESTÁS LEYENDO
Casualidad con sabor a Fresa
Teen FictionPortar uno de los apellidos más influyentes del momento no es algo a lo que Dayana se adapte. Pensó que todo sería falsedad a su alrededor hasta que tuvo que derramas su bebida sobre aquel chico. Cliché, por supuesto, pero lo que acontecería con eso...