Capítulo 29

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Amigas

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Dayana

Estoy recibiendo más atenciones de las que debería.

Desde ayer no ha pasado ni un segundo en el que este sola, no dejan ni que me pare sola para ir al baño, una exageración, pues mis piernas están totalmente bien, solo por unos cuantos raspones.

Nunca me ha gustado enfermarme e ir al hospital, no hay razón alguna, simplemente no me gusta toda el aura de tristeza y desesperación que hay por el lugar. Ver tantas caras tristes hace que se me contagie ese estado de ánimo. Sin embargo, tengo que estar internada por dos días más, debido a las pocas fuerzas que me quedaron después de aquel altercado.

Gracias a Dios Noah llegó a tiempo.

Y hablando del rey de Roma...

—Irma dijo que esta es tu sopa favorita— dice al entrar a la habitación. Deja el recipiente en donde viene la sopa en la pequeña mesa a lado de mi cama— ¿Cómo te sientes?

—Bastante bien—sonrío.

—Me iré más tarde hoy—informa mientras abre el recipiente con sopa—. Tu mamá me pidió que me quedara mas tiempo ya que llegara tarde, al parecer tiene una junta o algo así, no la escuche muy bien. Quería venir a verte lo más rápido posible.

Él luce tan tranquilo al decir esas palabras como si a mí no me hicieran sentir una rara sensación en el estómago.

—Quita esa sonrisa—dice al verme.

Ni siquiera sabía que estaba sonriendo.

—Quería venir rápido porque conociéndote de seguro saldrías a caminar por los alrededores sin supervisión y aun no estas en condiciones de andar sola por ahí.

—No pensé nada más—digo con apatía.

—Lo que digas, chica fresa.

La sonrisa no se va de su rostro, aun cuando sopla la sopa para después darme de ella en la boca con una cuchara. No objeto mucho, recibir tantas atenciones por parte de Noah se siente bien.

Aunque hay un tema que he querido tratar con él desde ayer, pero no había encontrado la oportunidad, hasta hoy.

—Lamento haberte seguido hasta el restaurante—digo con lentitud—. Me lo advertiste y no hice caso.

—Olvídalo—suspira—. Nunca debí decirte en primer lugar. Es mi culpa por meterte en algo que no debías saber.

—No es tu culpa—aclaro con rapidez.

—Lo es— dice y deja la sopa de un lado para tomar mis manos—. Lo siento, chica fresa, en serio lo siento—me mira y puedo ver la sinceridad en sus ojos—. Mi padre dice que debería ser inteligente y alejarme de ti para no ponerte más en peligro, pero por primera vez quiero seguir siendo un idiota e ignorar sus palabras—traga saliva con nerviosismo, pero su mirada sigue adherida a la mía—. Déjame compensar esto, prometo no ser un patán engreído como antes, yo... No quiero alejarme de ti.

No sé que decir, me quede totalmente en blanco. Sus palabras suenan verdaderamente sinceras y como una iluminación del cielo, me veo en la necesidad de decirle mis sentimientos, siendo especifica, quiero decirle que me gusta.

—Tampoco quiero que te alejes de mí—murmuro—, para ser sincera tú...

—¡¡¡MI VIDA HERMOSA!!!

Casualidad con sabor a FresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora