Capítulo 8

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Mentira al descubierto

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Noah

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Hace cinco minutos que me encontré “casualmente” con Katia. Tal como me lo indico Jean la invite a pasar el rato y como ella no había almorzado, decidimos sentarnos en el comedor de la plaza comercial.

—¿Cuanto tiempo ha pasado desde la última vez que nos vimos?—pregunta con una sonrisa.

—Ni idea, discúlpame por no llevar la cuenta—suelto sarcástico.

«Sé amable» Recuerdo las palabras de Jean.

—Sigues siendo el mismo niño sarcástico de siempre—se ríe con levedad. Asiento ante sus palabras, tratando de colocar una sonrisa amable en mi cara—, ¿Qué deberíamos pedir?—gira su cabeza, mirando cada uno de los locales de comida que nos rodean.

—Puedes pedir tú, yo no tengo apetito.

—Si como yo sola me haría sentir incómoda—abulta sus labios.

—Bueno...—balbuceo, dando una rápida mirada a los locales, al igual que ella—¿Qué quieres tú?

—Quiero algo de sushi—se levanta de su lugar—. Iré a pedir primero, mientras piensas que quieres, ¿De acuerdo?

Asiento y ella me sonríe por última vez, antes de dirigirse al local de sushi. Debería pensar que comer, pero inevitablemente mi mirada se queda sobre el local de hamburguesas dónde trabaja la chica fresa. No mentire, desde que puse un pie en esta sección estuve buscandola, específicamente a esa botarga en la que anda, sin embargo no hay rastros de ella, ni siquiera en el local.

Eso es bueno, se supone que debo concentrarme en Katia, una amiga de la infancia y por la cuál he estado viniendo a esta plaza. Jean quiere emparejarme con ella desde hace tiempo para así poder acercarse a la mejor amiga de esta, quién le gusta desde hace tiempo, y su proyecto es la excusa perfecta para lograrlo.

Katia y yo somos totalmente diferentes, según las estadísticas que he sacado, ella y yo somos muy poco compatibles, empezando por el hecho de nuestros diferentes ámbitos sociales. Ella es hija de un famoso productor de cine y su mamá tiene una pequeña marca de ropa que va creciendo poco a poco y yo pues... Solo soy yo, alguien con poca relevancia.

Justo cuando estoy por apartar la mirada de Bob's Burgers el pequeño hominoide aparece para relevar a la chica que estaba en el mostrador. Atiende a unas cuantas personas con una sonrisa en su rostro, puedo deducir que está cansada, pero su amabilidad no se quita, incluso cuando un tipo gordo le recrimina sobre algo que no logro escuchar.

Cuando deja de recibir pedidos se pone a jugar con un volante que pronto toma la forma de una flor de papel.

—Vaya, nunca te había visto sonreír así—la voz de Katia me hace regresar la mirada hacia ella de vuelta.

—¿Qué?—pregunto con incomodidad.

¿Estaba sonriendo?

—Noah Sanders sabe sonreír sin sarcasmo, eso no me lo esperaba—suelta con burla, yo la miro sin una pizca de gracias—. ¿Pensaste qué es lo qué querías?

Casualidad con sabor a FresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora