Capitulo 37

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Nada nuevo

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Dayana

A diferencia de cuando Noah me presentó como su novia con su padre, que estaba toda nerviosa, él luce calmado, mientras la que se está muriendo de nervios soy yo, otra vez.

Por su parte, él está de lo más tranquilo hablando con mis hermanos y Derek sobre un próximo partido de fútbol. Parece que se han vuelto muy cercanos, no me molesta, al contrario, pero no es el momento. Debería estar aquí conmigo porque fui muy clara cuando dije que en la cena le haría saber sobre nuestra relación a mi familia.

—Ya es uno más de ellos—dice la tía Peggy colocando un plato con panes en la mesa.

—Si, cuando viene se pierde junto a ellos—respondo—. Más con Daniel.

—Eso he visto—se anexa la tía Indah—. Daniel había estado muy consternado con los problemas de su novia, pero parece que Noah lo ayudó mucho.

—Cierto—la apoyo—. Daniel ya ni dormía bien.

—“Noah, el futuro doctor corazón”—se burla la tía Peggy—. Parece que no es nuevo en eso del noviazgo—dice codeandome con burla.

No respondo nada y solo me limito a carraspear.

—Ya déjala, Peggy—dice Indah con una sonrisa más burlesca que intenta ocultar. Finge toser y mejor llama a los demás para pasar al comedor.

Mientras todos caminan hacia nosotros me limito a ver fijamente a Noah quien camina sin despegar la mirada de mí. Me sonríe, pero no muestro reacción alguna.

—¿Qué?—pregunta al llegar a mi lado.

—Te dije que hoy les diría—susurro para que solo él escuche—. Y tú te desapareciste desde que llegamos.

—Dijiste que sería en la cena—se encoge de hombros—. Quedaba tiempo.

—¡Vengan chicos!—grita mamá desde la mesa— Luego pueden discutir sin interrupciones.

Noah ríe en voz baja, a la par que yo lo golpeo en el brazo para que se detenga.

—No estamos discutiendo—aclaro.

—Si, claro. Ya vengan a cenar—dice Daniel.

Miro una vez más a Noah antes de ir a la mesa y sentarnos, uno a lado del otro. Los lugares estaban vacíos para nosotros y en verdad agradezco ese gesto. Mi familia siempre ha recibido a Noah de buena manera, ya hasta tiene su lugar en la mesa junto a mí.

—¿Se los diras ahora?— pregunta Noah en susurro contra mi oreja.

Asiento levemente, mientras él toma mi mano por debajo de la mesa.

—Eh...—titubeo sin saber cómo empezar—. Quiero decir algo.

Todos en la mesa dejan de hacer ruidos y me miran atentos, poniéndome más nerviosa. Pensándolo bien, prefiero que me ignoren.

—Nada—suelto una risa más que forzada.

Miro a Noah quien está apretando los labios, ocultando un risa.

Casualidad con sabor a FresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora