Capítulo 27

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Problemas

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Noah

—Agradezco su cooperación—tiendo mi mano, esperando a que sea estrechada por el adulto.

—Creo que no podía seguir viviendo con el cargo de consciencia.

Si podía, pero me las ingenié para hacer que la culpa se hiciera más fuerte en su persona. Un sencillo juego psicólogico que terminé por usar ante la falta de cooperación que había por su parte desde hace unas semanas.

—Discutiré los últimos detalles de su declaración con la abogada Vega y le haré saber cualquier cosa.

—De acuerdo.

Estrecha mi mano y así nos despedimos.

Antes de subir a la motocicleta aflojo la corbata que traigo puesta y respiro un poco de aire. El clima sigue frío, por eso sigo usando la prenda que me regaló la pequeña hominoide. Me cambié de ropa a una más presentable, pero no quise quitarme la cazadora.

Si, esa chica está marcando mi vida significativamente. No es algo que se pueda negar. Y probablemente ella se esté muriendo de curiosidad por saber que es lo que sucede con el caso de mi padre, pero no quiero involucrarla mucho. Aún así quiero hablar con ella.

Marco su número de teléfono, tarda un poco en contestar y cuando lo hace se queda totalmente callada. Algo inusual en ella, pues suele hablar hasta por los codos cuando está conmigo.

—¿Chica fresa?

Se escucha una respiración tenue en la línea, pero sigue sin hablar.

—Dayana—vuelvo a llamar. Nuevamente hay silencio.

Es cuestión de segundos para até cabos.

—¿Vas a seguir sin hablar o me dirás dónde la tienes?—pregunto con un tono más tosco— Solo debo mencionar que ella no sabe nada, no soy tan ingenuo como para decirle algo que obviamente la pondría a la vista de usted. Y cabe mencionar que es demasiado predecible, ¿Secuestrar a alguien cercano a mí para hacerme titubear? ¡Ja!—suelto con ironía—. Demasiado cliché.

—No esperábamos menos del prodigioso Noah Sanders—hablan después de unos segundos—. Vaya que tienes agallas, chico. Igual que tu noviecita.

—Quiero que la dejes fuera de ésto.

—Y yo quiero que me entregues todo lo que tengas sobre el caso del CEO.

Claro, el que está hablando conmigo no es más que uno de sus subordinados. Los he investigado, para los demás son sus guardaespaldas, pero igual se encargan del trabajo sucio del CEO.

—¿Creen que lo entregaré?—pregunto con sarcasmo.

—Tienes que hacerlo o ella las pagará por ti.

No voy a mentir, estoy bastante nervioso y aterrado, por ella, no por mí. Yo siempre espere algún tipo de amenaza por su parte, pero nunca imaginé que Dayana llegaría para convertirse en mi punto débil.

—¿Dónde la tienes?—mi voz sigue sonando firme, pero he bajo el volumen.

—Te enviaré la dirección—dice y se puede percibir la altivez que tiene—. Te conviene venir solo, muchacho.

Casualidad con sabor a FresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora