Capítulo 23

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Primeros acercamientos

————

Noah

—Vas a caerte—le advertí al verla caminar de espaldas, mientras me miraba.

—Claro que no...

Apenas terminó de hablar y ya estaba en el pavimento, sentada y con una cara de dolor.

—Te lo dije—me encogí de hombros, tratando de no reír.

—¡Es tu culpa!—señalo con enojo.

—¿Perdón?—solte con sarcasmo.

—Si no lo hubieras dicho no me habría caído. Decirlo siempre trae malas vibras—frunció los labios con enojo.

—No empieces con esas tonterías de las supersticiones, Dana.

—¡Dayana!—corrigió con enojo. Después se tiró de espaldas hacia atrás, acostándose por completo en el pavimento.

—De acuerdo, de acuerdo—asenti con desden, mientras tendía mi mano hacia ella, esperando a que la tomará—. Vamos, no sabes si alguien pudo haber vomitado ahí.

—Se ve bastante limpio—respondió cerrando los ojos— y es cómodo.

—¿Siempre te acuestas en lugares sucios?—me agache levemente a tomar su mano para que se levantara, pero se puso rígida, impidiendo la acción— Vamos, párate de ahí. Ensuciaras tu ropa.

—Ya es vieja de todas formas.

—Me dijiste que la compraste la semana pasada.

—Oh.

Suspiré con pesadez y no me quedo más que terminar por cargarla.

—¡¿Estás loco?!—gritó al estar entre mis brazos— ¡Bájame!

—Quiero ir a casa, chica fresa—le sonreí— y tú actitud infantil está pasando el límite de mi paciencia.

—¿Infantil? ¿Yo?—pregunto con indignación— Así soy siempre.

—No—dije y empecé a caminar, con ella aún en mis brazos. Las miradas de los demás se hicieron presente en nosotros, pero poco me importaba.

—Quizás si este un poco más hostigosa que antes...

—¿Un poco?—pregunte interrumpiendo sus palabras.

—Si, un poco—recalcó—, supongo que es porque sigo nerviosa ante la idea de que mi mamá se entere que me escape de la escuela.

—No es como si hubieras asesinado a alguien.

—No suelo hacer cosas como estás—suspiró, seguido de echar su cabeza contra mi hombro—. Ya tenía suficiente con tener empleo a escondidas.

—¿Y eso qué tiene de malo?—pregunte. Ya habíamos llegado a donde estaba mi motocicleta, pero preferí quedarme parado para prestarle atención.

—Mamá no quería que trabajará.

—¿Por...?—algargue.

Casualidad con sabor a FresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora