Daniel
Noah toca a mi habitación casi a media noche. Entra y sus ojos escanean con rapidez cada objeto en la misma.
—Música—dice con una sonrisa y asintiendo con la cabeza—. Bonita guitarra.
—Es solo la de práctica—me encojo de hombros—. Deberías pasar por el estudio en la planta baja.
—¿Tienen un estudio de música?
—Es la puerta que está debajo de las escaleras. Más que nada es una sala de ensayo.
—Si, Dayana comento que tocas algunos instrumentos, ¿Cuáles son?
—Guitarra, piano, batería, bajo, y lo básico del violín y chelo.
—Vaya.
—Dayana igual sabe algo de piano, pero deberías escucharla cantar.
Sus ojos toman un repentino brillo al escuchar mis palabras. No cabe duda que a Sanders en verdad le gusta mi hermana.
¿Me veré igual de idiota cuando me enamore?
—Ten—le paso una muda de ropa—. Puedes cambiarte en el baño—señalo con la cabeza la puerta de mi baño.
—No, no planeo quedarme—niega con las manos.
—Mamá dijo que te quedarás, ya es tarde y mañana tienes que salir con la tía Rachel.
—Agradezco el gesto, pero...
—Solo toma la ropa, Sanders—digo dándole la muda en las manos—. No me molesta compartir cama contigo, pero igual está la habitación de invitados.
Reniega unas veces más, pero al final acepta. Mi ropa le queda un poco ajustada, pues es más alto que yo, aun así, se ve bien, y Decidió dormir en la habitación de invitados.
Para mí dormir es casi imposible en los últimos días, así que me pongo a releer unos libros de mi estantería. Me sé las leyes de la física al derecho y al revés, pero sirve para matar el tiempo.
Brooke ama la física cuántica, pero detesta leer libros sobre ello. Su método de aprendizaje es más auditivo por eso no le gusta mucho leer, siempre suelo grabarle audiolibros para... Bueno, solía grabarle.
Suelto un suspiro pesado, echando la cabeza para atrás en la silla. En ese preciso instante mi teléfono suena y no tardo en contestar la llamada.
—Ya deberías estar durmiendo—digo con una sonrisa al contestar.
—No podía dormir—responde e imaginar sus tiernos ojos verdes me es imposible.
Tengo dudas sobre Brooke, pero cada que hablo con Ashley todo se disuelve. Podría asegurar que Ashley es la respuesta correcta, sin embargo, Brooke ha sido mi mejor amiga desde los diez años y no quiero perderla.
—Lo siento—murmura a través de la línea.
—¿Uh? ¿Por qué?
—Por... Por llamarte tan tarde—responde—, seguro ya estabas durmiendo.
—Puedes llamarme cuando sea, siempre voy a contestarte—le aseguro.
La línea queda en silencio durante unos segundos. Frunzo el ceño y abro los labios para hablar, pero cuando ella retoma la palabra me deja sin habla:
—Te amo, Daniel—dice y me deja totalmente paralizado.
Y es ahí cuando lo comprendo. Arriesgarme por Ashley valdrá la pena, aún cuando eso me lleve al mismo infierno por perder a Brooke.
*****
Idiota.
Eso es lo que soy, ¿Por qué no pude responder?
Ay, Dios.
Claro, lo más lógico después de escuchar las palabras más hermosas de los labios de mi novia es atragantarme con saliva y casi morir ahogado. Genial, simplemente genial.
—¡Cállate, David! —le grito al castaño que no deja de corretear con los dos perros que tenemos en casa. Bizcocho y Tobby.
—Uy, parece que alguien se levantó de malhumor—dice Dayana mientras se sienta a la mesa. Toma una tostada y empieza a untarle mermelada de fresa.
Suspiro y la miro con una ceja alzada, en respuesta me saca la lengua.
—Sanders se fue temprano—le aviso—. Dijo que tenía que alistarse para el caso de apelación.
—Lo sé, me llamó cuando desperté.
—Los enamorados hacen cosas raras, ¿Por qué la necesidad de hablarte tan temprano? —pregunta David. Se sienta en la mesa, pero Dayana lo regaña porque está lleno de pelo de los caninos.
—¿Sabes dónde puedo comprar un buen ramo de flores? —le pregunto a mi hermana.
—Claro—asiente con efusividad—. Te enviaré la dirección por teléfono, yo también compraré uno para la pelirroja.
—¿Por qué le comprarías flores a Brooke?
—¿Aún no lo sabes? —su ceño se frunce— ¿Entonces para quien es el ramo de flores?
—El ramo es para mi novia—respondo con obviedad—, y ¿Qué es lo que no sé?
—Que Brooke ama las rosas—responde después de un carraspeo.
—No es cierto, le gustan más las margaritas.
—Ah...—ríe con nerviosismo—. Cambió de flores favoritas, por eso dije que aún no lo sabías.
Asiento con levedad, supongo que los gustos de toda la vida pueden cambiar, es posible.
—Te pasaré a dejar al juzgado—le aviso—. Mamá dijo que los pasaría a buscar después de la reunión en la empresa.
Asiente con la cabeza y con rapidez termina de desayunar, para luego subir rápido a cambiarse de ropa.
Bueno me podría gustar mucho Ashley, pero mi hermana es mucho más importante que cualquiera. En lugar de estar debatiéndome por problemas amorosos debo enfocarme en ayudarla a superar lo de Simón, aunque ahora tiene a Sanders y agradezco mucho eso.
Aun así, es mi hermana, ella estuvo para mí cuando sufría de pequeño, ahora me toca cuidarla.
****
ESTÁS LEYENDO
Casualidad con sabor a Fresa
Teen FictionPortar uno de los apellidos más influyentes del momento no es algo a lo que Dayana se adapte. Pensó que todo sería falsedad a su alrededor hasta que tuvo que derramas su bebida sobre aquel chico. Cliché, por supuesto, pero lo que acontecería con eso...