Capítulo 31

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Simón

————

Dayana

—¿Nunca has considerado hablar con él?

—No.

—¿Por qué?

—No estoy preparada, Brooke, no lo estoy—suspiro para después tirarme boca abajo en mi cama.

Regresando de ese nefasto encuentro con Simón no se me ocurrió otra cosa que llamar a mi amiga pelirroja. Quizás no tengo muchos amigos, de hecho, puedo contarlos con los dedos de mi mano, pero eso no quita que deteste la sensación de estar sola. Es algo vergonzoso de decir, pero tengo miedo de que todos me dejen al igual que mi padre. Quizás sea algo muy infantil de mi parte, pero así es como me siento.

—Simón hizo cosas imperdonables en un pasado, pero ¿qué tal y en verdad está arrepentido?— pregunta la menor con un tono bajo.

—Tengo miedo—susurro—. No quiero verme débil de ningún modo frente a él­.

—No eres débil­—dice y veo de reojo como se acuesta al igual que yo, bocabajo—. Eres la persona más fuerte, determinante e increíble que he conocido.

—¿Más que Daniel? —pregunto con un tono juguetón, ella me empuja levemente con su cuerpo.

—Daniel es un tema aparte—se voltea boca arriba—. Daniel es un tipo muy manipulable hasta cierto punto, pero ese no es el caso. Tú eres excepcional, castaña.

—¡Ay! —chillo— Vas a hacerme llorar, pelirroja.

Me voltea a ver con una sonrisa ladina.

—Deberías intentar hablar con él, aunque sea una vez.

—Lo considerare­—suspiro mientras me coloco boca arriba—, como van las cosas para la mudanza.

—Bueno, dentro de una semana iré a la audición presencial—suspira con tenuidad—. Checaremos las cosas por allá durante dos semanas y regresaremos para iniciar con la mudanza.

—¿Ya hablaron en tu escuela?

—Si, todos los maestros y el director están orgullosos de mí. Desde el momento en que mi papá fue a hablar con ellos iniciaron con los trámites para que salga antes de la secundaria.

—Nadie esperaba menos de un prodigio como tú, pelirroja—la abrazo, pasando una de mis piernas sobre su cuerpo.

—¿Te puedo pedir un favor? —pregunta en casi un susurro.

—Lo que sea.

—No le digas nada a Daniel.

—¿Nada? —pregunto con mucha confusión— ¿No sabe nada?

—Nada.

—¿Ni que pasaste la fase de preselección?

—Nada.

—¿Ni que aplicaste para Juilliard?

—Absolutamente nada.

—Pero entrar a Juilliard ha sido tu sueño de toda la vida—comento con asombro—¿Cómo es que el baboso de mi hermano no lo sabe?

—Si, sabe que es mi sueño, pero desde que Ashley llegó dejo de prestarme atención—murmura con la voz rota—. Ni siquiera me preguntó si había aplicado para alguna universidad. Intenté decirle, pero fue una batalla perdida. ¿Sabes?

Pregunta con la voz quebrada.

—Mas allá de dolerme mi amor unilateral por él, me duele haber perdió a mi mejor amigo. Duele saber que por una situación como está parezca que olvidó todos nuestros recuerdos juntos, todas las risas y abrazos que compartimos. Es como si nunca hubiera existido.

Casualidad con sabor a FresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora