𝙋𝙧𝙞𝙣𝙘𝙚𝙨𝙖 𝙙𝙚 𝙎𝙖𝙣𝙜𝙧𝙚 ➵ 𝘿.𝙈

XXVII

Annette

Durante el transcurso de esa misma noche, Longbottom y Lovegood llegaron a avisarme que teníamos una, misión, por así decirlo, ayudar a Harry a llegar al ministerio, yo no supe bien de que se trataba, pero no pensaba negarme, los seguí, sin embargo, la Brigada Inquisitorial nos encontró, Draco solo me miró, para después desviar sus ojos y llevarse a Neville, yo tuve que seguirlos hasta la oficina de Umbridge, dónde tenían a Ginny también, y a Harry sentado en una silla frente a ella, interrogandolo.

— Querías ir con Dumbledore ¿Verdad? —Dijo esa mujer—

— No —Contestó Potter, recibiendo una cachetada como castigo—

— ¡Mientes! —Exclamó, y apreté los dientes, con ganas de lanzarle algún hechizo, el que fuese, para detenerla—

— ¿Me mandó llamar directora? —La voz de ultratumba inconfundible de Snape se hizo presente, junto con él—

— Snape, si —Ella se incorporó de pie, pues estaba inclinada para mirar a Harry a los ojos— Llegó la hora de las respuestas, quieran darmelas o no. ¿Ha traído el Veritaserum?

— Temo que usted agotó mis reservas interrogando alumnos, usó el último en la señorita Chang. A menos que quiera envenenarlo y le aseguro que la comprendería si quiere hacerlo, no puedo ayudarla

— Tiene a Canuto, ambos están en el lugar que usted sabe —Saltó diciendo Harry, haciendo que Snape se detuviera antes de salir de la oficina—

— ¿Canuto? ¿Quien es Canuto? ¿Que significa? ¿De que está hablando Snape? —La chillona voz de Umbridge disparó esa cantidad de preguntas a las que solo tenía ganas de responderle en voz alta, no se meta en lo que no le importa—

— Ni idea —Dijo Snape y se marchó—

— Muy bien, no me dejas opción Potter, ya que...Esto pone al ministerio en peligro, no tengo otra alternativa, la maldición Cruciatus te aflojará la lengua

— Si se atrave a torturar a un chico de 14 años con uno de los 3 maleficios imperdonables le aseguro, Dolores, que haré que mi padre la destierre del ministerio de magia —Umbridge dirigió su mirada furica hacia mí—

— Señorita Blanchard, ya me parecía extraño que no haya causado problemas mayores hasta ahora —Se acercó a mí, hasta quedar cara a cara— Usted no tiene ningún poder sobre mí, jovencita, por muy princesa que su madre sea

— Yo nunca mencioné mi nobleza ni a mí madre, aunque si tanto le duele nuestra importancia para el ministerio y las familias de sangre más pura, no es mi problema lo que su subconsciente le haya hecho oír a su conveniencia —Sonreí suavemente, manteniendo mi mirada firme en sus ojos, de cerca de veía aún más loca— Dije, mi padre, quien por cierto es su jefe, y es más probable que él llegue a ser Ministro de Magia antes que usted, Dolores, que se la pasa lamiendole el trasero a Fudge

— Insolente —Alzó la mano para golpearme, pero la detuve, tomando su muñeca—

— Usted a mí no me toca, insignificante rastrera, y por mucho que le duela, ni aquí ni en el ministerio, tiene tanto poder como yo y mi familia

Se soltó de mi agarre con brusquedad, alzando la cabeza, para recuperarse de tal humillación, apretó los labios en una tenue sonrisa finguida.

— Joven Malfoy —Llamó— Por favor escolte a la señorita Blanchard a la sala común de Hufflepuff, una dama con su nivel no debe ver algo tan horrible como lo que le sucederá al señor Potter

Draco me tomó del brazo, desde atrás, con suavidad, y yo desvíe la mirada para seguirlo hasta salir de aquella oficina, aunque no nos dirigimos la palabra, podía sentir sus ojos clavados en mi nuca, y con cada paso que dábamos por el solitario pasillo, lograba sentir la tensión entre ambos.