𝙋𝙧𝙞𝙣𝙘𝙚𝙨𝙖 𝙙𝙚 𝙎𝙖𝙣𝙜𝙧𝙚 ➵ 𝘿.𝙈

XLVI

Draco

— Obliviate

— Arresto momentum 

Ella fue más rápida, en cuanto conjuró ese hechizo, se volteo, esquivando el que yo le había lanzado primero, estaba atrapado, los efectos de su ataque se pasaron relativamente pronto, dejándome ver su mirada vidriosa, labios y manos temblorosas de la rabia.

— ¿Porqué? —Susurró con la voz quebrada—

— Anne...

— ¡¿Porqué?! —Gritó, y su rostro se desfiguró en cuanto el llanto se hizo presente— ¿Qué maldita razón tienes como para hacer lo que estuviste apunto de hacer? ¿Crees que no sentí tu varita subir por mi espalda mientras me abrazabas? ¡¿Que no reconocí de inmediato ese hechizo?! 

— Anne, calmate por favor —Le rogué, acercándome de forma lenta y cuidadosa— Debes entender que lo hago por tu bien...

— ¿Por mi bien? ¿Cuál es tu justificación ahora? Quiero oírla —Puso el mentón firme, alzándolo, y tensó la mandíbula mascullando entre su aliento— ¿Lo ibas a hacer para terminar conmigo sin lastimarme?

— ¿Que? No, claro que no, no quiero terminar contigo —Hice una mueca, asqueado ante esa idea suya, sin embargo, la entendía— Tengo que protegerte

— ¡¿De quien maldita sea Draco?! ¡¿De quien?! —Sollozó— Algo te pasa desde que tu padre fue a Azkaban, y no he querido preguntarte porque se que es difícil pero ya no puedo más, quiero entender que sucede, no importa lo que sea solo... Necesito respuestas o me volveré loca 

— Es que no soy la persona que tu crees Anne —Exclamé— Ya no soy ese chico del que te enamoraste

Sus ojos me suplicaron, aún brillantes por sus lagrimas. Me acerqué a ella, tomando sus muñecas muy suavemente, acariciando su piel, ella forcejeó, pero yo la sostuve contra mi para tranquilizarla.

— Sshh sshh sshh... Calma... —Arrullé en voz baja, quitándole mi varita en un movimiento muy sutil, apoyando mi frente sobre la suya, antes de sentenciar mi condena— Mis padres son mortífagos —Se alejó de golpe, mirándome espantada, y lo sabía, siempre supe que reaccionaría así cuando se enterara. Apreté los labios nervioso, atento a cualquier otro movimiento de su parte, diría incluso que listo por si tengo que perseguirla escaleras abajo— y él me mandó a cumplir una misión, porque quiere que me una yo también...

— Por eso enviaron a tu padre a Azkaban... Todo eso que decían sobre ti, el armario en la sala de menesteres, la botella de Slughorn, la maldición de esa chica... Era cierto —Su rostro reflejaba horror, tuve que aceptar mi destino si es que ella ahora pensara que era un monstruo— 

— ¿Tienes miedo de lo que pueda hacerte?

— Claro que no, tu jamás me harías daño —Afirmó, convencida de sus palabras, no titubeó, ni siquiera se paró a pensarlo, y eso no fue lo único que me tomó por sorpresa— Tengo miedo de lo que ellos puedan hacerte a ti

Sabía cuan empática y cariñosa podía llegar a ser, pero esto era otro nivel, su apoyo hacia mi es simplemente incondicional, me acaba de dar la prueba más contundente que haya podido imaginar o pedir siquiera, y aún así seguía lastimándola, decepcionándola. Di un paso cerca suyo, pero ella retrocedió, cuando alcé la mirada para verla, las lagrimas continuaban acumulándose.

— Y tu... —Reclamó— Y tu, me querías alejar haciéndome olvidarte ¡Eres un jodido insensible! —Desgarró su voz, llorando sin consuelo, eso me partió el corazón, me lance a abrazarla, por mucho que ella intentara soltarse, solo sollozaba y buscaba aire con desesperación— ¡¿Eres tan egoísta de obligarme a olvidarte?! ¡¿De obligarme a olvidar todo lo que vivimos?! ¡¿Todo lo que siento por ti para que solo tu pudieras recordarlo?! De convertirte en un completo extraño para mi aunque jamás lograrías hacer que deje de quererte...