XXXII

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Annette

Abrí los ojos bruscamente, sin poder creer lo que mis oídos escucharon, y aunque fue claro, no lograba confiar ni en lo que yo misma oí, alcé la cabeza, quedando tan solo a míseros centímetros de su rostro. Lo había dicho, que estaba enamorado de mí, en su voz sentí la fuerza e intensidad con que salió, como si se lo hubiese estado guardando por muchísimo tiempo y al fin logró sacarlo, admitirlo, liberarse de un peso que maltrataba sus hombros, sin embrago, aún con todo eso, me negaba hacerle caso, una voz en mi cabeza gritaba que le creyera, que muy en el fondo yo sabía que era cierto, pero siempre fuí muy cerca.

— Draco no...No quiero que digas eso solo para cuidar mis sentimientos, quedar bien conmigo, por compromiso o agradecimiento —Empecé a ponerme nerviosa, y a decir estupideces— Puede que solo lo estés confundiendo con un profundo cariño, el que hemos construido a lo largo de todos años siendo amigos, compartiendo tantas cosas y no quiero arruinar eso, créeme que lo que menos deseo en este mundo y en esta vida es perderte Draco, y sé que tú tampoco a mi, por eso intento buscar la manera de regresar todo a como era antes

— ¿Es tan difícil creerme? ¿De verdad? —Alejó un poco solamente su cabeza, manteniendo nuestros cuerpos juntos, y desvío la mirada— Lo que siento por ti es real, igual que tú por mi. Desde hace ya un tiempo simplemente no pude sacarte de mi cabeza, era como si una parte tuya estuviese adherida a mí y me estuviese siguiendo por todas partes, no consigo alejarme, eres como un imán del que me es imposible separarme, me quedé idiotizado con tu risa, tu sonrisa, tus ojos y mirada, cuando hablas, incluso al estar enojada me pareces hermosa, hay tanto brillo en ti que me deslumbras con solo verte y es frustrante porque te necesito a cada segundo, como el maldito aire, siento que me ahogo cuando no estás a mi lado y al tenerte cerca yo solo... —Soltó una risita nerviosa, mientras que me quedaba sin palabras, todo eso que él describió, era lo mismo que me había estado atormentado por casi dos años, desde antes que me diera cuenta de lo que realmente sentía, jamás se me pasó por la cabeza pensar que él estaría en la misma situación que yo, a un paso de la locura con todas esas emociones mezcladas— Al tenerte cerca —Repitió— Nada puede hacerme daño, es como si estar contigo me mantuviera...

— Seguro —Dije en lugar de dejarlo terminar, recibiendo una luminosa sonrisa de su parte, cual niño que recibe el regalo que tanto quería en navidad, y es que quizá, le di esa señal de que lo comprendía, de que yo también lo sentía—

— ¿Te das cuenta? No miento cuando digo que estoy enamorado de ti Anne —Volvió a fijarse en mis ojos, expectante por alguna próxima acción o palabra de parte mía, pero nunca llegó—

En lugar de eso, me di cuenta que me harté de ser correcta, de buscar la manera para evitar estar con él cuando es obvio que ambos deseábamos lo mismo, que ese magnetismo es tan intenso como para no dejarnos respirar, cada paso más cerca o más lejos solo incrementa el deseo de no volver a separarnos, podía verlo en sus ojos, esos que decían muchas más cosas de lo que lo hace su boca, se conectan con mi corazón para obligarme a sentir como él, no sé en qué momento el cariño que le tengo desde niña se convirtió en algo más ¿Qué cambió? Y ¿Porqué? La verdad, a estas alturas ya no me interesa comprobarlo, no quiero pensar ni complicar algo que es tan fácil como sencillamente, aceptar.

— Anne —Llamó mi nombre luego de unos segundos en silencio—

— Cállate —Susurré suavemente, mirándolo fijo a esos orbes grisáceos que se volvieron, de un día para otro, en todo mi mundo— Solo...

El me observó confundido, no entendía que pasaba en mi cabeza, pero no lo culpo, yo tampoco. Con una mano, apreté el cuello de su camisa, jalándolo bruscamente hacia mí, lo besé, y otra de mis extremidades terminó en su nuca, subiendo hasta enredar mis dedos en su cabello de forma muy suave y delicada, así podía mantenerlo cerca de mí. Sus labios se movían contra los míos llenos de ternura, pero también intensidad, se me hacían tan lentos como para ofrecerme la oportunidad de saborearlo, detallar cada uno de sus roces, la calidez que me recorría cuando su aliento y el mío se encontraban en medio de las pausas que nos dábamos para mover la cabeza, era increíble lo bien que se sentía, la adrenalina bombeando sangre por todo mi cuerpo, tenía un rally de carreras en mis venas.

𝙋𝙧𝙞𝙣𝙘𝙚𝙨𝙖 𝙙𝙚 𝙎𝙖𝙣𝙜𝙧𝙚 ➵ 𝘿.𝙈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora