LIX

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Draco

No fui capaz de separar ese beso, me dediqué a continuarlo, siguiendo de manera obediente el ritmo que impuso desde un principio, poco a poco incrementó la intensidad, abría la boca con más decisión abarcando la mía, jalando mis labios con los suyos y pasaron sobre estos su lengua. Mis manos, como un gesto de inercia, pasaron de sostener sus brazos en un suave agarre a su hombro, luego quise acariciar su rostro, sin embargo, el calor y la falta de razón invadiendo mi mente me hicieron desviarme hacia su cuello, el cual rodee con mis dedos, presionando estos a cada lado de dicha zona, volviendo el beso mucho más apasionado, tanto, que al separarnos, después del chasquido, ambos jadeamos contra los labios del otro, pude percibir su aliento cálido y errático llegar a mi, lo que me causó una sonrisa. Hace poco más de media hora se alejó cuando quise subir de tono la situación, ahora era ella quien, con la mirada, parecía hipnotizada por mi boca, sin normalizar su respiración todavía, usé eso a mí favor, diciendo mis siguientes palabras con una evidente coquetería y burla hacia la ironía de lo sucedido, observé fijamente sus ojos, aunque estos seguían atentos a mis labios.

— Pensé que... No querías hacerlo hoy —Susurré—

— ¿Cómo podría no querer? —Confesó— Pero creo que no es la mejor idea, tus padres...

— Pusiste el hechizo Muffliato ¿No? —Dije acercándome, sin soltar mi agarre en su cuello, bajando la vista a su boca también, casi llegando a rozarla. Dudosa, como respuesta, asintió con la cabeza, parecía estar distraída aún, por lo que apreté los labios en una sonrisa maliciosa, amenazando con besarla, debido a nuestra mínima distancia— Entonces... No veo el problema —Disminuí un poco más mi voz al mencionar eso, vi cómo pasaba saliva por su garganta, soltando un, casi, imperceptible jadeo ansioso y nervioso— Tengo tantas ganas de devorarte... —No sé de qué parte de mis bajos instintos salió esa frase, pero ya no pude retractarme—

~

Mis manos fueron hacia su cintura, apreté con fuerza, viendo cómo Anne reaccionaba tomando una bocanada de aire, sobresaltada, sonreí de lado, subiendo mis caricias poco a poco, por debajo de la blusa hasta conseguir quitar dicha prenda, aunque la dejé en sus muñecas, asemejando tenerla atada con la tela esta, solo tuve que sostener el agarre sobre su cabeza, para así mantenerla inmovilizada. Nuestras miradas se encontraron, detallé cada uno de los gestos que me regalaba, como cerrar los ojos, o estirar el cuerpo, pues un cosquilleo muy leve la recorría, tenía los labios entreabiertos y la respiración agitada.

Me incliné lo suficiente a su cuello, el cual rocé con mis labios, después de haberlo soltado hace ya unos segundos, se veían a la perfección las marcas rojizas de mis dedos en la zona, deleitándome por ello. Fui subiendo con lentitud por la curva entre sus clavículas y la barbilla, respirando profundamente, percibí ese aroma a vainilla que tanto me calmaba, pero al contrario, en este caso, me estaba volviendo loco. Dejé varios besos, suaves, también lentos y breves, que tomaron la forma de lamidas, succiones más intensas, y por último, mordidas, amplias, fuertes, aprisionaba parte de su piel con mis dientes, jalando antes de soltarla y pasar a otra parte.

Por más que quise mantenerme centrado e ir lento, no lo conseguí, mi mano libre se aferró a su cuerpo con fuerza, enterrando mis dedos en el musculo de cada lugar, cintura, espalda, muslos, vientre y glúteos, para esta altura ya le había quitado el pantalón corto que llevaba y la ropa interior, me acomodé entre sus piernas, poniendo estas sobre las mías, casi rodeando mis caderas, tuve que soltar la blusa para deshacerme de mi camisa, buscando la igualdad de condiciones, por el momento fue lo único que me saqué. Bajé el rostro, terminando cara a cara con ella, regresé sus manos a la posición original en las que la obligaba a tenerlas, una vez listo, me decidí a continuar mi trabajo, me desvié sin previo aviso a sus pechos, usando mi mano libre, apreté uno de ellos por alrededor, sin embargo, el centro paró dentro de mi broca, antes de abarcarlo por completo saqué la lengua, succionando sin piedad, lamiendo en circulo el contorno, la espalda de Anne se arqueó, dándome aún mayor alcance de la zona, me dirigí al otro, siguiendo el mismo ritmo, puede que incluso siendo más brusco, pero ¿Cómo podría detenerme a ser delicado? Si los exquisitos sonidos que sus húmedos labios soltaban me estaban encendiendo a niveles peligrosos, alcé la mirada, evitando dejar desatendido sus pezones, tenía los ojos cerrados, tiraba la cabeza hacia atrás en ocasiones, estiraba los brazos y jalaba las manos, buscando moverlas, aunque yo se lo impedía ante todo, disfrutando de su frustración.

𝙋𝙧𝙞𝙣𝙘𝙚𝙨𝙖 𝙙𝙚 𝙎𝙖𝙣𝙜𝙧𝙚 ➵ 𝘿.𝙈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora