♡
Desperté de un profundo e inquieto sueño. Los rayos del sol se colaban por las inmensas ventanas de la habitación. Contuve un bostezo y froté soñolienta mis ojos. Había tenido la más vívida de las peores pesadillas. Sin embargo, ver a Ignacio completamente vestido a un lado de la cama me hizo comprender que una simple noche había bastado para destruir nuevamente mi vida.
Un nudo se instaló en mi estómago. Recordé de golpe todo lo sucedido. Había entre las sábanas una pequeña mancha de sangre. ¡La prueba de mi deshonra!
-¡¿Qué me hiciste?!-Le grité rabiosa. Él se volteó serio, contemplando como sujetaba las sábanas con los nudillos blancos-. ¡Dijiste que no me tocarías! ¡Qué no me forzarías en contra de mi voluntad!
-Victoria... -Murmuró lentamente, intentando calmarme. Vi la satisfacción de mantenerme atada a él reflejada en su rostro. Contuve un sollozo ahogado. Lo había hecho de nuevo. ¡Me había utilizado vilmente!
-¿Por qué lo hiciste? Tenía que seguir siendo pura... ¡Me has corrompido!
-¡Yo no sabía lo que hacía, Victoria! ¡Ni usted tampoco!-Se justificó burdamente. Me había forzado hasta corresponder de forma inconsciente su necesitado beso.
Estaba borracha, indefensa. Cualquier mujer hubiera sucumbido a los deseos de la carne. Yo no era inmune a su afecto. Había intentado negar y reprimir por mucho tiempo mis sentimientos hacia él. Las promesas de un matrimonio feliz nublaron todo mi juicio. Por esa razón, estaba completamente atada a él.
-¿Por qué se empeña en no dejarme ir? ¡¿Por qué tiene que hacerme infeliz?! Está con esa mujer... ¡Me es infiel!-Exploté con lágrimas en los ojos, llena de rabia.
Esperé a que hablara y se defendiera como el cobarde que era, poniendo excusas y más excusas. ¡Qué de una vez por todas soltara todo su veneno! No dijo nada. Se quedó cabizbajo en silencio. Tuve que haber comprendido desde mucho antes que su ambición iba a lastimarme si mis planes se oponían a los suyos. «¿Por qué todavía no permitía que me marchara de su lado? ¿Por qué oponía tanta resistencia ante mi abandono?»
Mordí mi labio inferior hasta hacerlo sangrar de impotencia. Me levanté de la cama sujetando las sábanas que crubrían mi desnudez y le abrí la puerta colérica.
-¡Vete! ¡Vete, maldito animal! ¡Me ha corrompido! ¡Espero que ya esté feliz con todo el daño que me ha hecho!-El señor Morales tomó una honda respiración y avanzó hacia la puerta.
Temblaba de rabia e ira, de no tener la fuerza para asesinarlo sin importarme las consecuencias. Él tomó el pomo de la puerta y la cerró nuevamente, dejándome a un lado sollozando.
-No puedo dejarla ir...-Confesó con voz rota. Sujetó con dulzura mi rostro y me hizo mirarlo a los ojos-. No puedo perderla, Victoria. ¡No puedo!
-¡¿Por qué?!... Puede quedarse con todo. ¡Con el título! ¡Con todo el maldito dinero que es lo único que le importa!
-Yo... Yo-Apenas podía hablar. Explicarse. Hice amago de volver a abrir la puerta cuando me sostuvo con desesperación por los antebrazos-. Te amo, Victoria. ¡Te amo!
-Es mentira...-Le dije, evitando caer en una nueva trampa. Negué con la cabeza temblando. ¡Sólo podía ser eso! Una mentira para salvar su pellejo y mantenerme hechizada con un amor que era un espejismo-. ¡Es otra mentira! ¡Ya no tiene sentido que siga mintiendo! ¡Aún así voy a irme! ¡Nunca más va a verme de nuevo!
-No... ¡No!-Gritó furioso. Me pegó a su cuerpo y me abrazó fuertemente luciendo desesperado-. Te amo. ¡Locamente! No quería aceptarlo, pero estar a punto de perderla me ha abierto los ojos. ¡Por favor! ¡No creo poder vivir sin usted!-Sus dedos acariciaron mis mejillas, limpiando las lágrimas de dolor que había derramado en vano.
ESTÁS LEYENDO
Victoria (I)
Fiction HistoriqueBreve Sinopsis: Luego del incendio ocurrido en el Álava, la señorita María Victoria Josefina de los Ángeles Pérez de Urria exiliada durante 8 largos años en un convento, regresa a su antiguo hogar para casarse a la fuerza con un desconocido hombre q...