♡
Mi infiel marido no regresó en ningún momento a casa. Ni siquiera en la noche para arreglarse y salir rumbo a la fiesta sin que yo lo supiera como hacía de costumbre. En cuanto cayó la noche me dirigí al lugar donde tendría lugar la celebración llena de bríos como acompañante de Alberto. Era mi primera aparición pública en sociedad como Marquesa de Urria.
Las Mansión de los Flores era una estructura coloquial de la época, una de las familias más importantes de la región. El Ducado de Merionte, tenía fuertes lazos en las Cortes españolas y todo un imperio en la Isla, generado por la explotación de mano de obra esclava en plantaciones de café y tabaco.
Culebra abrió la puerta del carruaje y me ayudó a bajar con cuidado. Subí las escaleras de la Mansión, mientras un lacayo me esperaba directamente en la entrada. Le entregué mi invitación y éste me guió por la sala principal hasta el salón de baile. Admiré el esplendor de una casa bendecida con la dicha de la fortuna y el dinero. Un hogar que había visitado años atrás, siendo la prometida del heredero del título y la riqueza de una familia distinguida.
Esclavos vestidos con trajes de señores y ribetes de oro se paseaban por el salón sirviendo vino. Habían cuadros de grandes artistas de Europa colgados en las inmaculadas paredes y gente de todo tipo. Señores importantes, tenientes españoles y damas distinguidas. También, uno que otro hacendado cafetalero en vísperas de matrimonio y terratenientes criollos buscando expandir sus tierras y negocios.
Madre me había educado para aquellos grandes escenarios. Para hablar correctamente y ser la típica mujer europea. Lástima que Cuba fuera tan arcaica como las propias colonias que los españoles habían sembrado en toda América.
Mi sueño en el pasado era cruzar el océano que nos dividía de un mundo de reyes y fuertes monarquías y descubrir la Ruta de la Seda y las grandes maravillas del mundo. Pero, mi realidad había sido otra. No era la Duquesa de Merionte, sino la Marquesa de Urria esposa de un aberrante caballero.
Vivir, era un castigo a mi alma por mis brutales pecados siendo despreciada y humillada por una sociedad corrupta y mancillada. Aún así, no me importaban los designios de Dios. Esa noche, comenzaría mi venganza.
Sin ningún tipo de decoro llevaba un vestido lujurioso con un pronunciado escote, atípico con las costumbres de las señoronas fieles a los conceptos de religión y decencia. Me adentré segura de mi belleza y encanto en la estancia, ganándome la atención de todos los presentes.
Hombres, en su mayoría se habían acercado a saludar. Varias mujeres, conocidas del pasado, a comprobar la leyenda que rondaba por el pueblo. «¡De la niña que cazaba esclavos y los despellejaba vivos!»
Comentaban en aquellas tierras, que un demonio africano había poseído mi cuerpo en una misteriosa noche de luna llena. Historias creadas para asustar a los niños en las noches. Historias que me definían como un monstruo.
Hablaba animadamente con un grupo de caballeros cuando Ignacio apareció acompañado de una mujer muy elegante. Su acompañante, tal y como me había contado Hortensia era años mayor que yo, rondando la treintena al igual que mi marido. Los miré un tanto incrédula y me recompuse a través de una venenosa sonrisa. Me disculpé con los caballeros y caminé en dirección a uno de los grandes balcones, paga saludar a un grupo de conocidas señoritas.
No había la decencia de ausentarse al evento, a pesar de ser auspiciado por la familia de mi antiguo prometido. Estaba bajo el techo del hombre que en el pasado me había cortejeado y que todavía a esas alturas se disputaba mi amor. No tenía vergüenza ni un ápice de decoro. Era un sucio y vil hombre que iba a recibir un escarmiento.

ESTÁS LEYENDO
Victoria (I)
Ficción históricaBreve Sinopsis: Luego del incendio ocurrido en el Álava, la señorita María Victoria Josefina de los Ángeles Pérez de Urria exiliada durante 8 largos años en un convento, regresa a su antiguo hogar para casarse a la fuerza con un desconocido hombre q...