Capítulo 34 Alta Confianza

1.9K 219 7
                                    

Capítulo 34
Alta Confianza

Continuaba mi retorno a las campañas, había dejado el gato en el castillo por obvias razones, no podía encargarme de él estando acá, así que se lo encargue como un favor a una de las doncellas del castillo.

Mientras galopaba dirigiendome al norte donde era mi destino mi corazón latía a mil y no precisamente por el cabalgar.
Tenía miles de sentimientos revoloteando dentro de mí, aquello estaba distrayendo mi atención al camino, me había dado cuenta de que alguien se acercaba.

Traté de detener al caballo para no hacer más ruido y no delatarme, me dirigí detrás de unos arbustos bastante grandes e hice que el caballo se tirara piso mientras le acariciaba la cabeza, milagrosamente había funcionado.

A lo lejos escuchaba pisadas, quizá de caballo. También se lograban escuchar voces masculinas poco entendibles.

Traté de agudizar mi oído pero aún estaban demasiado lejos para poder entender una sola palabra.
Poco a poco las pisadas se escuchaban más cerca, supuse que era solamente dos hombres ya que sólo eran dos voces.

—Basta de estupideces, necesitamos hacer esto rápido—habló uno de ellos.

—Si nos descubren nos mandaran a la guillotina o quizá a la horca suponiendo que nos tengan compasión—contestó el otro.

—No nos descubrirán, por eso necesitamos ser cuidadosos. Solo pondremos un poco de esto en su comida y estará resuelto—volvió a hablar el primer hombre.

Mierda, estaban hablando de envenenar a alguien, un acto demasiado cobarde.

—Pero Arturo tiene muchos guardias, además siempre hay alguien que prueba la comida antes de que se le sirva ¿como haremos para librar eso?—volvía a preguntar el otro.

—¡Por Dios me sacas de quicio! Cállate de una buena vez, deja todo en mis manos, tú encargate de tu parte y entonces al anochecer ya no habrá más un Arturo de Camelot—contestó exasperado el hombre.

En ese momento un aire frío me recorrió por la espalda y comencé a sudar frío. Pero aún así no me paralice, necesitaba pensar con la cabeza fría.

Lo primero que se me ocurrió fue asesinarlos, lo cual era una mala idea, lo mejor sería sorprenderlos en el acto aunque aún no sabia cómo.

Necesitaba ver sus rostros para reconocerlos, acaricie un poco más al caballo para que se mantuviera quieto y en silencio lo cual había logrado.

Agachada me fui acercando un poco más para poder ver sus rostros, estaba teniendo cuidado de no pisar alguna rama o algo que hiciera demasiado ruido.

Sigilosamente me asomaba para ver sus caras entre las ramas, estaba volviéndose una tarea difícil, no lograba alcanzar a ver bien así que decidí peligrosamente acercarme aún más.

Pude percibir a la perfección el rostro de uno, tenía el rostro tosco y con barba, cabello negro, nariz ancha y ojos almendrados.
Al otro no lograba verlo, solo se le veía que era castaño, algo regordete.

Intente acercarme más y di un paso en falso, una rama crujio bajo mi zapato.

—¡Mierda!—susurre.

Viajando A La Época Del Rey Arturo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora