Capítulo 29 Cruzar Los Dedos

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Capítulo 29
Cruzar los dedos

Habia sido un verdadero reto relavantarme. De no haberme puesto loca para que Arturo me dejará levantarme de aquella cama, pero Arturo insistió en llevarme en brazos hasta el comedor, sólo así fue la única forma en que me dejaría salir de la habitación.

Habíamos estado tan cerca que no pude evitar aspirar su delicioso aroma. Nos llevamos varías miradas extrañadas ante la situación por parte de sirvientes, sin embargo no dijeron nada.

Y ahí estaba, esperando a que Ginebra y Lancelot aparecieran, mientras tanto, Arturo y yo disfrutábamos de la compañía del otro.

—¿Qué dijiste que harías hoy?—le pregunté.

—Arreglaré algunos asuntos, como te dije, las campañas están por comenzar, los caballeros de la mesa traerán nuevos reclutados y tengo que ir personalmente a dar la bienvenida—contestó.

—¿Dejarías que te acompañará?—. Dije mirando a otra parte de la habitación.

—Aunque me encantaria que fueras conmigo, tengo que decir que no. Detestaria que te lastimaras así que prefiero que te quedes aquí, aunque sea solo unos días en lo que te recuperas—. Su voz sonaba casi como una súplica, enterneciendo mi corazón.

Iba a contestar negativamente a su petición pero me vi interrumpida por el sonido de unos pasos de una Ginebra y Lancelot demasiado sonrientes para la situación.

—Buenos días—. Hablaron ambos al unísono.

—¡Bueno días, estrellitas! ¡La tierra les dice hola!—grité animada. Pero al segundo me arrepentí, obviamente no habían entendido el chiste. Me moría de risa cada vez que veía esa parte en la película de Charlie y la fábrica de chocolate.
Nuevamente estaba hablando como si estuviera en mi época. Me regañe mentalme. De igual manera no importaba, creo que era la forma en que mi subconsciente demostraba que extrañaba mi época.

Aunque me moría de risa internamente de lo gracioso que hubiera sido si lo entendieran.
Y me detuve a pensar un segundo a imaginarlos en mi época.

¿Como se verían con ropa de allá?
No pude evitar imaginar a Arturo con un traje, las piernas me temblaron de lo excitante que sería.

El ruido de una silla me sacó de mi pensamiento. Lancelot le corría la silla a Ginebra para que se sentará.

—¿Estás bien? Tienes un poco de saliva ahi— dijo Arturo acercandose hasta a mí lo suficiente para que nadie más que yo escuchara sus palabras. Limpiando tan suavemente mi mancha de saliva.

Me temblaron las piernas nuevamente. Y sentí una emoción que recorrió todo mi cuerpo.

—¿Pensabas en mí? —preguntó guiñandome un ojo.

Me atragante con mi saliva en el segundo en el segundo en que escuche sus palabras.

—¿Estás bien? ¿Quieres que traigan un poco de agua para ti? —preguntó Ginebra.

Negué con la cabeza.
—Estoy bien, no te preocupes—respondí.

—Oye por cierto, fui a tu habitación a dejar tu arco pero no te encontré—mencionó.

Viajando A La Época Del Rey Arturo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora