Capítulo 11 Rizos Color Rojo

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Capítulo 11
Rizos Color Rojo.

Mi cabello revoloteaba como oleadas de fuego en el aire. El caballo de Arturo galopaba a más no poder, el ruido del bosque se combinaba con los golpes que daban los caballos al correr. Mi corazón estaba acelerado. Y adrenalina pura corría por mis venas.

Acababa de asesinar a un hombre. No me sentía mal porque que lo había hecho por una buena causa. Pero aún así, arrebatar una vida tampoco no me hacía sentir bien en lo absoluto.

Pronto llegamos al castillo, rápidamente nos ayudaron, le habían hecho una herida en el hombro, la sangre había manchado su camisa color blanco. Sin embargo, el no daba señales de dolor. Ignoro toda la atención y se dedicó únicamente a mí. Habían sido pocas las veces que me había sentido segura con alguien, y esta era una de esas pocas veces.

Acarició mi mejilla con tal suavidad que un cosquilleo me recorrió por todo el cuerpo. Acercó lentamente su rostro al mío, acortando la distancia entre nosotros que casi podía sentir su aliento contra mis labios. Todo a mi alrededor se volvió nada en el momento en el que unió sus labios con los míos.

—Siempre te voy a proteger—. Susurro contra mis labios.

—Y yo quiero que lo hagas—respondí.

—¿Ahora entiendes el porqué de no querer llevarte conmigo a la guerra? —dijo en un tono suave sin despegarse de mí.

—Siempre lo he entendido, pero el hecho de que lo haga no significa que no vaya a ir, quiero sentirme útil aquí, lo sabes...— conteste a su pregunta.

—No intentare detenerte, pero siempre quiero que estés bien, por lo menos el tiempo que vayas a estar aquí— Aquel sentimiento que habíamos estado fingiendo con anterioridad, ahora lo sentía, casi podía palparlo. Ahora era real, o quizá siempre lo había sido.

(...)

Los días posteriores a ese estuvimos entrenando, enseñándome todo lo que podía, desde enseñarme a usar una espada, hacer nudos con cuerdas, entre otras cosas variadas.

Hoy me enseñaría a usar perfectamente un arco.

—No creo que necesites mucho entrenamiento de arco, ya demostraste que se te da bastante bien—. Dijo guiñándome un ojo.

—Quizá, pero me encantaría perfeccionarlo— coloqué una flecha en el arco. Una vez que apunte a mi objetivo que era un árbol, disparè, la flecha se disvio un poco.

—Necesitas un poco más de puntería, ven aquí—dijo Arturo hablándome con dulzura como siempre solia hacerlo.

Me acerque junto a el y se posiciono atrás de mi, me mostro como colocar mejor el brazo.

—Siempre mantén muy bien los ojos bien abiertos, no intentes divisar tu objetivo con un ojo cerrado, tienes que estar muy atenta también a tu alrededor por si alguien está próximo a atacarte. Ahora solo concéntrate en tu objetivo en este momento, respira hondo. Y suelta. —Dijo en el momento en el que solté la flecha, que había ido directamente al árbol señalado con una marca blanca, la flecha había ido directamente al centro.

—Lo has hecho a la perfección, pero ahora tienes que hacerlo con tu objetivo en movimiento, y después lo harás con varios objetivos a la vez, es hora de que demuestres que tan habilidosa eres con el arco mi hermosa Sofía—.

—Hagámoslo, estoy lista— conteste.

—Cariño, tù naciste lista—acaricio mi cabello.

Ordeno traer un costal de manzanas, me explico que las iría lanzando al aire y que yo tenía que atravesarlas con las flechas.

—Intenta ser rápida cada vez que tomes una flecha, ya verás que poco a poco iras agarrando mayor rapidez y habilidad—dijo lanzando una manzana lanzándola al aire y atraparla continuamente con su mano.

Comenzó a lanzar manzanas al aire a lo desgraciado, a lo cual yo respondí lanzando flechas a cada manzana, falle a 2/7. Me sentí feliz porque por lo menos había conseguido atravesar 5 objetivos.

—Continuaremos mañana...— dijo comenzando a levantar cada manzana con las flechas atravesadas. —Ahora iremos a los establos, se de alguien que amaría comer esto— dijo levantando las manzanas.

—¿Quién? — pregunte curiosa.

—Ya lo veras—.

Caminamos hasta el establo mientras hablábamos de muchas cosas, ahora podía decir que lo conocía, no del todo, pero podía decir que era un hombre increíble. Sus formas de ser, humildad y pasiones me hacían querer enamorar de èl, pero llegue al punto de meterme bien en la cabeza que no podía involucrarme de tal manera con el. No sabia que tan dolorosa seria la despedida, o si es que no alcanzaba a despedirme de el, si es que sucedía asi como había llegado aquí sin previo aviso.

—Tu cabello es tan hipnotizante — dijo en un momento en el que nos habíamos quedados callados.

—¿De verdad te parece que lo sea? — conteste con un cosquilleo en mi estomago. De repente sentí mis mejillas arder-

—Me encanta, aun mas cuando el brillo del sol se filtra entre cada cabello, me hace imaginar que es como fuego ardiente— contesto con cierto brillo en sus ojos.

No supe que decir, me quedé embelesada con su hipnótica mirada. Me hacía quererle y apreciarle aún más de lo que ya hacía.

—Hemos llegado— dijo abriendo una gran puerta de madera.

—Ven— dijo tomándome de la mano.

Caminamos hasta su cabello color negro. Y comenzó a darle cada manzana que habíamos usado,

—Las necesitaras— susurro a su caballo.

—¿A qué te refieres con que las necesitara? — pregunte dudosa

—No sé qué le pueda llegar a pasar en cuanto estemos en guerra con los sajones— contesto.

—El estará bien, es un chico fuerte—conteste, hablando del caballo por supuesto.

—Lo estará— dijo afirmando para convencerse a sí mismo.  

Después de nuestra larga charla del porqué de los conflictos de la guerra llegamos a la conclusión de que se podría llegar a un acuerdo justo antes de empezar una lucha con los sajones, solo para evitar un gran derrame de sangre. Arturo era admirable, esa gran bondad que le caracterizaba me hacían querer lamerle por completo la cara.

De verdad me está volviendo loca. 

(...)

Sky<tres

CAPITULO NO EDITADO

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Viajando A La Época Del Rey Arturo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora