Capítulo 5 La Mesa Redonda

5.9K 591 101
                                    

Capítulo 5
La Mesa Redonda

La incómodidad que sentí aquella mañana al despertar al lado de tan apuesto hombre casi se podía palpar en el aire.

No me atrevía a ni siquiera abrir los ojos, y llevaba bastante tiempo que había despertado. Pero sabía que no podría lidiar con tal vergüenza de lo que había ocurrido lo anterior.

Cualquier mujer se habría sentido dichosa de haber dormido al lado de un hombre tan agraciado y de buen aspecto.

Estiré cuidadosamente mi brazo para buscar cualquier rastro de Arturo pero fui sorprendida por aquella voz.

—¿Estás buscándome? —exclamó con voz tan ronca por recién haber despertado. Aquello había hecho que se me erizaran todos los bellos de mi cuerpo.

¡Mierda! Pero es que no hay día en el que yo no haga el ridículo. Medité a mis adentros.

Fingí seguir estando dormida.

Después de unos minutos, me senté en la cama. E hice como si apenas estuviese despertando.

Fingí un gran bostezo. Lo mire recargado en un mueble de la habitación. Toda su atención estaba dirigida a mi, y me sentí pequeña.

Sonrió. 

—No tenías que fingir estar dormida, sé claramente que estabas buscandome en nuestra cama—bebió algo de un recipiente sin apartar su mirada de mi rostro que claramente acababa de ruborizarse.

—¿Nuestra? —no pude evitar preguntar.

—Si, después de todo, se supone que eres mi amante, ¿no es así? — dijo antes de comenzar a acercarse peligrosamente hacia mí.

Y es que ni siquiera estaba vestido, solo lleva puesto lo que podría suponer era su ropa interior.

Aunque intente imaginarlo con unos bóxer, y entonces si me puse más nerviosa de lo que ya había estado.

Negué.

No comentó más del tema y simplemente me dedico una de sus típicas sonrisas que siempre me brindaba.

—Bebe—me ofreció de lo que estaba tomando.

—¿Qué es?—pregunté tomando del recipiente.

—Es un jugo que suelo tomar en las mañanas—contestó.

Sabía demasiado amargo.

—¿De qué es? —pregunté haciendo una mueca por el sabor amargo.

—Lleva menta, eso hace que mi aliento sea fresco, odio el mal sabor de boca —contestó.

—Bueno, en algo estamos de acuerdo —dije volviendo a tomar aquella bebida y evitando hacer nuevamente una mueca. Tenía que beber aquello, por que era obvio que no me podría lavar los dientes durante mi estancia aquí.

Me levante de la cama y puse la bebida en un buro cerca de la cama.

Agradecía que mi cabello no estuviera hecho un lío gracias a que había decidido peinarme el día anterior, pero claramente necesitaba un baño, y urgente.

—Tomaremos un baño —dijo él.

¿!QUÉ!?

¿Había escuchado bien? ¿De verdad había dicho "tomaremos"?

—¿Como que tomaremos? —respondí paniqueada.

—No me refiero a juntos literalmente —respondió—No tengo ni la menor idea de que es lo que pasa por tu mente—dijo.

Viajando A La Época Del Rey Arturo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora