Capítulo 39 Tu Nueva Madre

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Capítulo 39

Tu Nueva Madre

Todo iba transcurriendo de una buena manera, todo estaba bien pero es ese tipo de tranquilidad qué sientes antes de la tormenta.

Y así fue, pasaron 10 días, estábamos cerca del enfrentamiento pero había algo más. Había algo que hacía qué la  sangre se me pusiera fría, sentía que algo no iba bien.

Un día por la tarde Gin recibió una carta qué se le había  entregado con carácter de urgente, escrita por su tío.

Ese día vino corriendo hacia mí con angustia y preocupación, las lágrimas por su rostro se hicieron presentes, ni si quiera tuve tiempo de preguntarle qué es lo que pasaba, me limité a abrazarla únicamente.

Ya después ella me explicaría qué era lo que había pasado en el momento que ella lo decidiera.
Se quedó callada por unos segundos pero despues se volteó a contarme.

—Mi padre ha enfermado—.dijo antes de que un sollozo saliera de sus labios.

Nuevamente la abracé.
No supe que decirle, en momentos cómo ese nunca había sabido que decir. Es algo que se me complicaba mucho, el dar ánimo a alguien.
Creo que lo único que una persona necesita en esos momentos es un abrazo y sobre todo que sea sincero.

—Lo siento—. Fue lo único que logré decir.

—Gracias—respondió con voz melancólica.

Pensé que palabras gesticular. La mejor idea qué se me ocurrió en ese momento fue alentará a arreglar las cosas con su padre.

Sería una cosa horrible qué su padre se fuera de este mundo sin tenér una plática decente con él.

—Creo que deberías de volver—le dije sin rodeo.

Ella me miró desconcertada mientras se limpiaba unas cuantas lagrimas de sus mejillas ruborizadas por el llanto.

—No creo que sea una buena idea, lo último que querrá será verme—contesto negandose a mi sugerencia.

—Eres su única hija, claro que querrá verte, además eres su sucesora, tu pueblo te necesita en estos momentos—respondí tratando de darle ánimos.

—Pero ¿y la guerra? ¿Y si sucede algo?—preguntó aun negandose.

—No sucederá nada con lo que no podamos lidiar, esto es más importante para ti—respondí.

Ella se quedo mirando a un punto perdido de la tienda en la que estábamos, pensando. Punto seguido asintió con la cabeza.

—Tienes razón, debo ir. No quiero estar el resto de mi vida viviendo con esto, el estar peleada con él me carcome—contestó más tranquila.

—Prepárate, yo me encargaré de conseguir a alguien que te lleve. Tú no te preocupes, y no regreses hasta que todo esté mejor—le dije tomándola de los hombros mirándola cómo si le estuviera dando una misión.

Ella asintió por última vez y me abrazó.
Por supuesto que le correspondí el abrazo, ella lo necesitaba.

Cuando salí de la tienda, me fui corriendo para alistar su caballo. En el camino me encontré a Arturo.

—¿Ya te ha contado?—me preguntó Arturo.

Asentí.
—Necesita a alguien que la acompañe hasta Cameliard, será un viaje largo desde aquí—.

—Está todo listo, solo la están esperando a ella—respondió.

Mire desde lejos la tienda y vi que Lancelot entró a verla.
Mi mirada se desvío nuevamente a Arturo y me puse nerviosa.

Viajando A La Época Del Rey Arturo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora