Capitulo 13 No Somos Nada

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Capítulo 13
No Somos Nada

Cada vez era mas difícil conciliar el sueno, se había estado volviendo una tarea realmente complicada, pues a mi lado yacía tal caballero de aspecto perfecto que no era mas que un deleite ante mis ojos, no deseaba sucumbir ante tal tentación.

Sin embargo y por otro lado podía quedarme dormida sintiéndome protegida, había ocaciones en las que la piel se me erizaba ante su tacto.   
Pero podía vivir con ello.

Estabamos caminando en los pasillos del castillo, Arturo y yo.
Me hablaba sobre su padre y yo le escuchaba atentamente.
Uther Pendragon, así se llamaba su padre.

Aquel hombre que había sacrificado todo por su hijo. Un hombre ejemplar según Arturo.

—Es admirable—conteste a lo que me decía.

—Lo era, yo era su más grande admirador, lo era todo para mí—dijo con cierto aire de añoranza.—Haria cualquier cosa por volver a verlo—prosiguió.

—Quizá no sea tan imposible el hecho de puedas volver a verlo—. Dije.

—¿Qué quieres decir?—preguntó curioso.

—Quiero decir que si yo estoy aquí probablemente haya alguna forma de que tú puedas viajar en el tiempo y puedas ver a tu padre—.

Se quedó callado por unos segundos mientras miraba en un punto fijo en el suelo.

—Su majestad—nos interrumpió un chico que traía mensajes a Arturo todo el tiempo. Aquel chico hizo una reverencia.

—¿Si?—contestó Arturo a tal interrupción.

—Los hombres de la mesa redonda han convocado a una junta urgente con usted—dijo.

—¿A que se debe tal junta? —preguntó Arturo.

—No se me informó, solo se me dijo que era con carácter de urgencia—contestó.

—Iré enseguida—respondió Arturo.

El chico asintió con la cabeza y después hizo una reverencia de despedida y se retiro de nuestra vista.

—Tengo que irme, es raro que hayan convocado algo sin previo aviso—me dijo.

—Ve, te veré más tarde—respondí con una sonrisa.

—Hasta luego—dijo mientras se acercaba a mí para darme un beso en la comisura de los labios.

Asentí, mientras tanto se alejaba y dejaba de delirtarme con su presencia.

(...)

Arturo

Caminaba a paso decidido hasta la que era sala en la que hacíamos las reuniones de caballeros de la mesa redonda, estaba ansioso por lo que fueran a comunicar.
Me sentía extraño.

Los guardias que cuidaban la puerta me la abrieron, dejándome ver a los caballeros, cada uno en su respectivo asiento.

—Buen día caballeros—dije mientras caminaba hasta mi silla.

—Su majestad—dijeron varios al unisono.

—¿A que se debe tal junta? ¿Hay algún problema con el financiamiento de las campañas?—pregunté mientras me sentaba.

—En absoluto su majestad—respondió Gwaine.

—¿Entonces?—pregunté.

Viajando A La Época Del Rey Arturo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora