Te conocí.

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El resplandor del sol mañanero atravesando los cristales de la ventana invade mi campo de visión, y cierro los ojos al instante. Busco a ciegas mi teléfono, recorriendo con la mano la superficie de la mesa de noche para desactivar la alarma, y justo cuando creo haber cogido el aparato, se escucha un pequeño y sordo golpe mientras que la alarma sigue sonando estruendosamente, irritando aún más mi humor

—Demonios—mascullo.

Resignada, abro los ojos una vez más y me estiro para agarrar el teléfono del piso, desactivo la alarma y me vuelvo resoplando con cansancio, dejando caer los brazos a mis costados.

Finalmente, luego de unos minutos mirando a la nada, me levanto y bajo las escaleras bostezando. Me encamino de mala gana hacia la cocina y veo a mis hermanos y mis padres desayunando, "listos para comenzar su día con la mejor energía". «— ¿Por qué yo no pude heredar ese espíritu madrugador?—me pregunto». Y mi subconsciente me recuerda: — Sarah, ayer te fuiste a dormir a las 3 AM viendo películas de Hitchcock. Touche.

— Cariño, ¿te has levantado con el pie izquierdo?—La voz burlona de mamá se cuela en mis oídos.

Le sonrío a medias y tomo asiento para devorar los panqueques que me acaba de servir.

Después de terminar, vuelvo con paso lento a mi cuarto y tomo un baño con agua fría, esperanzada de que este me ayude a despertarme del todo.

El resto del día pasa sin ninguna novedad o algo divertido qué contar, siendo sincera, mi vida no es que sea del todo interesante, aunque, no puedo evitar sentir una pizca de emoción al sentarme en mi puesto de la tercera clase de hoy y notar un pequeño cambio en él; un papel de hoja cuadriculada sobresale por debajo de la mesa. Mi primer instinto es jalar de él, pero lo único que hago es romper el pedazo que sobresalía, entonces miro hacia abajo de la mesa y me doy cuenta de que está pegado con cinta adhesiva, como si lo hubieran puesto ahí apropósito, así que, con mucha delicadeza logro despegarlo sin que se rompa.

«Luces muy linda hoy».

Esa es la frase en él, no dice nada más.

—¿Qué es eso?—me pregunta mi amiga Lindsay.

Yo me encojo de hombros restándole importancia.

Suponiendo que no es para mí, simplemente lo tiro en la basura una vez finalizada la clase.

En ese momento no tenía idea de lo que me esperaba, pues otra de esas notas aparecieron al día siguiente.

Martes

«Deberías sonreír un poco más, te ves más bonita haciéndolo».

Y el siguiente.

Miércoles

«Estaba teniendo un día terrible hasta que te vi».

Y el siguiente.

Jueves

«Quita esa cara de amargada, al menos intenta pretender que te interesa la filosofía».

Y el siguiente a ese.

Viernes

«De las mejores presentaciones que he visto, eres muy buena con la cámara. Lindo fin de semana, bonita».

Y así por todo un mes. Siempre apareciendo donde y cuando menos me lo imaginaba, pero siempre sin remitente alguno, con el mismo plumón negro de gel, las hojas arrancadas de la misma marca de cuaderno, con mensajes de ánimo o de cortejo, nunca sobrepasándose o diciendo algo fuera de lugar.

Amnesia "Solo se vive una vez"  (Completa - EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora