Hoy el sol está más reluciente que cualquier otro día. Son las 10:30am y aprovecho que Lindsay aún está dormida para dirigirme al único lugar en donde sé que voy a pensar bien.
Escucho el cantar de las aves, siento el viento chocar contra mi rostro y me deleito con el aroma de la naturaleza. A medida que voy caminando y me voy alejando de las cabañas siento que respiro mejor, mis pulmones se llenan de aire puro y mi cuerpo se vuelve sereno, tranquilo. Mi cerebro trabaja perfectamente, no hay sensaciones descontroladas, mi ritmo cardíaco es normal, mi corazón bombea la sangre al tiempo necesario, todos mis sistemas funcionan como deberían. Sabía que esta era la única manera de reflexionar bien, distanciarme un poco de todos y por supuesto, de él.
Cuando llego al restaurante me siento en un taburete de la barra y pido un café con leche a una señora de pelo blanco. Luego de unos segundos de espera, la camarera pone una taza de porcelana blanca llena de café humeante en frente de mí, y le dedico una sonrisa.
—Que lo disfrutes, Sarah —dice en tono amable. Su voz es cálida y su expresión tierna, me recuerda a mi abuela.
—Disculpe, ¿cómo sabe mi nombre?
—Andrew —responde con obviedad—. Te vi con él el otro día y pregunté tu nombre.
—¿Es muy cercana a él? —inquiero insegura.
—Yo soy una vieja amiga de su abuela. Cuando lo conocí era apenas un chiquillo de 15 años —explica lentamente transmitiendo tranquilidad. Escucharla hablar es como un sedante de dulzura y sabiduría—. Él me dijo que tal vez vendrías hoy y aquí estás.
Me quedo pérdida por unos segundos mirando el líquido marrón. Advierto que ella aún sigue parada delante de mí y me atrevo a pedir:
—Cuénteme sobre él.
Antes de comenzar a hablar, ella me regala una cómplice sonrisa, como si supiera lo que está pasando.
—Bueno, cuando llegó aquí con su abuela no hablaba con nadie, se la pasaba haciendo berrinches. Luego de unos días su abuela me contó que sus padres murieron en un accidente cuando él era muy pequeño y en ese momento una chica que le gustaba le había roto el corazón.»En cuanto supe eso, me quise acercar. Al principio ni me miraba, Andrew parecía lleno de rabia y dolor, pero un día eso cambió porque yo lo había obligado a escucharme. Recuerdo que salió llorando y no apareció sino hasta dentro de tres horas, y cuando lo hizo, me abrazó, me dijo que lo perdonará por lo grosero que había sido —Eso me hace recordar a mi hermano David, la noche que Andrew habló con él—. A partir de ese día, empezó a hacer amistades. Sin embargo, siempre a mitad del día desaparecía por una o dos horas. De hecho, un día le pregunté a dónde iba y me dijo que al único lugar en donde podía sentir paz, su refugio y su lugar secreto.
»Tres días después yo estaba en la parte de atrás haciendo inventario y lo descubrí subiendo la montaña, entonces asumí que ese era su lugar. Jamás se lo contó a nadie ni yo tampoco. Esa montaña se convirtió en su consuelo.
»Cuando te trajo quede impresionada, ahí supe cuánto le agradas —Suelta una débil risotada—. Su mirada lo delata. Cuando estaba contigo había una chispa en él que no había visto jamás —Toma mi mano y la acaricia—. Pocas personas se acercan a él y he visto que tú te has convertido en alguien muy importante para Andrew.
Mis ojos se humedecen y mi corazón se contrae.
—No quiero lastimarlo —pienso en voz alta.
Ella toma mi rostro con una de sus manos arrugadas y con uno de sus dedos seca una lágrima que se me había salido sin permiso.
—Cariño, el hecho de que estés llorando porque no quieres lastimarlo demuestra cuánto lo quieres —repara con voz dulzona—. Y si es así, no serás capaz de hacerle daño. Ustedes ya son grandes y a pesar de ello parecen unos niños enamorados.
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Amnesia "Solo se vive una vez" (Completa - EN EDICIÓN)
Romance¿Conocen ese pequeño instante en las películas y libros llamado "punto de giro"? Sí, ese en el que pasa algo inesperado que le cambia la vida al protagonista... Bueno, el mio tiene nombre y apellido: Andrew Miller. Y no, no quiero ilusionarte, esta...