Te lo prometí.

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Un líquido helado recorre todo mi cuerpo y me despierto de golpe. En frente de mí está Lindsay riéndose como una loca con una cubeta en la que supongo estaba el agua que me echó encima.

—¿Qué no tienes nada que hacer? —espeto.

Estoy hecha una fiera, odio que me levanten bruscamente.

—¡Ay, solo era una broma!

Pongo los ojos en blanco y me voy a cepillar los dientes, después, seco mi rostro con una toalla mientras veo a Lindsay buscando algo en su maleta.

—¡Hoy iremos a montar a caballo! —dice emocionada.

—¿Qué iremos a dónde? —replico incrédula.

—Definitivamente hoy te levantaste con un humor de perros —repara mi amiga con un deje divertido.

—¿Quién no lo haría si lo despiertan con un balde de agua fría? —digo sarcástica.

—Mejor anda a cambiarte que los muchachos vendrán en media hora.

—Sí, mamá.

Hoy hace un día soleado, tranquilo y fresco. Caminamos hasta donde hay un alquiler de caballos, está abarrotado de gente. Me tuve que subir con Andrew y no fue nada placentero; sentir su respiración en mi cuello, su corazón latir en mi espalda y su tacto me hizo estremecer.

Me siento asfixiada. Solo me queda un día para decidir si arriesgarme o quedarme en mi burbuja. Él ha hecho todo para ganarme y yo aún sigo con dudas porque no confío en nadie, porque la verdad es que... tengo miedo y siento que me consume, me embarga, atraviesa mis venas, mi piel y se asienta en mi estómago, haciendo que miles de preguntas inseguras se arremolinen en mi cabeza: ¿Y si él no es lo que me ha demostrado? ¿Y si le digo que no y se aleja de mí? ¿Y si me rompe el corazón? Si lo hace estoy segura de que no le daré una oportunidad a nadie más. ¿Y si la verdad es que no me gusta, pero lo acepto porque me siento presionada por todos los que están a mi alrededor?

...

Mis amigos están en el bar-restaurante, pero yo preferí quedarme en la cabaña para hablar con mis padres, últimamente hemos hablado solo por textos.

—Hola, mamá.

—¡Hola, cariño! —saluda, emocionada—. ¿Cómo has estado?

—Muy bien. Vengo de montar a caballo, los chicos están afuera —respondo con voz apagada. Aunque me alegre escuchar la voz de mi mamá, no es suficiente para quitarme la angustia que tengo—. ¿Y por allá, todo bien?

—Sí, ya sabes, tu papá en el trabajo y tus hermanos en lo suyo —dice con extrañeza.

—Me alegra que todos estén bien.

—Cariño, ¿te pasa algo?

—No —respondo alarmada, no quiero que mamá se preocupe por una tontería de estás—. Me estoy divirtiendo mucho, mamá, justo como tú querías.

—Bien. Te tengo que dejar, voy a salir a comprar unas cosas.

—Está bien. Hasta luego, ma.

—Nos vemos pronto, Sarah.

Voy al bar-restaurante caminando lentamente, tratando de pensar, reflexionando todo lo que ha pasado y tratando de olvidarlo por un rato al mismo tiempo.

—Sabía que volvería a verte —Una voz interrumpe mis pensamientos.

—Dylan —digo sin aire.

Me observa detenidamente y se acerca.

—¿Estás bien? —pregunta mirándome a los ojos.

—Por supuesto —miento—. ¿Por qué no lo estaría?

—Porque estás caminando muy despacio, sola y como pérdida en el espacio —explica sin inmutarse—. ¿Hay algo que te atormenta? Cuéntame y así te puedo ayudar como tú lo hiciste.

—Tranquilo, ya se me pasará. Disculpa, pero tengo que ir con mis amigos.

—Bien —dice, inseguro—. Pero cualquier cosa que necesites yo voy a estar aquí, ¿okay?

—Okay —Le dedico una media sonrisa y sigo caminando apresurando el paso.

Me escabullo entre la gente para que los chicos no me vean entrar y pido un trago que bebo de golpe. Necesito relajarme.

—¿Hablaste con tu mamá? ¿Cómo está? —inquiere Andrew cuando me estoy sentando a su lado.

—Sí. Todos están bien.

—Hoy vamos a preparar sushi —anuncia Lindsay, súbitamente.

—¿Qué vamos a hacer qué?

—Lindsay sugirió que hiciéramos sushi esta noche —repone Andrew—. ¿No te gusta la idea?

—Está bien, pero tengo una condición.

—¿Cuál? —indaga Zack.

—Que no los haga Lindsay, ella es un desastre en la cocina.

—Descuida, cocinaremos tú y yo, ellos sólo ayudarán a cortar porque él también es un desastre en la cocina —alega Zack y le tira una mirada matadora a Andrew.

—¡Oye que no fue mi culpa! —se defiende este.

—¡Te dejé un minuto, un minuto y ya habías quemado todo! —exclama Zack.

—Ya deja de ser rencoroso, Zack.

—La comida se quemó tanto que tuve que tirar la olla a la basura.

—Bueno ya, cocinaremos tú y yo, punto —digo, riéndome—. ¿Tienen los materiales?

—Sí, están en la cabaña, podemos cocinar ahí —responde Lindsay.

—Bien.

Nos la pasamos todo el día hablando trivialidades hasta las 6:47 pm que decidimos bañarnos para hacer la cena.

Al cabo de un rato, llegaron los chicos acompañados de alcohol. Andrew me ofrece una cerveza y la tomo con gusto.

Luego de horas contando anécdotas y chistes, Lindsay y Zack salen, dejándonos a Andrew y a mí solos en la cabaña.

—Has estado muy extraña desde ayer —comenta Andrew tomando un trago de su cerveza.

—No sé por qué, pero tienes razón, no me he sentido muy bien estos días —Hay alcohol en mis venas, eso me lleva a ser demasiado sincera.

—Si lo sabes hoyuelos, es sólo que... —Toma aire—, estás presionada, lo sé—Se vuelve y me mira preocupado—. Escúchame muy bien, sea cual sea tu decisión quiero que seas honesta, y si mañana aún no te sientes preparada para responder, puedes tomar el tiempo que necesites.

—No, no, Andrew —digo con brío—. Yo te lo prometí y lo voy a cumplir.

Amnesia "Solo se vive una vez"  (Completa - EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora