Vincent Thomas.

24 6 22
                                    

De repente el corazón me palpita rápidamente y no, no es gracias a Andrew; los colores los percibo más fuertes, escucho la música con más intensidad, retumbando mis adentros, la sudoración es más excesiva que antes, siento que los objetos inmóviles se mueven como si fueran personas, me empiezo a reír de todo y de nada, todos lo hacemos. Siento euforia, alegría; todo a mí alrededor me parece simplemente mágico.

Me vuelvo y al visualizar a Andrew con la misma sonrisa que yo, empiezo a reír como estúpida en compañía de él. Ya estamos en el llamado viaje. Juntamos nuestras frentes sin razón, solo para admirarnos mutuamente. Nuestro alrededor se desvanece, no existe más nada que nuestros cuerpos en una dimensión completamente vacía que nosotros mismos, con el tiempo, hemos creado, la cual sacamos a la luz y hacemos uso de ella cada vez que queremos ensimismarnos y estar en plena paz. Aparte de todo lo que produce el LSD, Andrew me hace entrar en un mundo de sensaciones que me drogan, me pierden del mundo real.

Admirándolo así, extrañamente recuerdo que jamás le he dicho "te amo". Él lo entiende, sabe que no soy de las personas que lo dicen muy fácilmente, me comprende. Lo sé, llevamos un año juntos y conociéndonos, pero no me siento preparada, cuando digo algo como eso es en serio, es algo auténtico, verdadero. Sé que Andrew me ha demostrado de las mil maneras que me ama, que no tenga miedos ni dudas, pero esto ya no es por temor sino por extrañeza, es muy raro para mí, aún es desconcertante despertar y que él esté a mi lado como esta mañana. No sé cuándo le vaya a decir que lo amo, pero él siempre me dice que cuando lo haga va a ser el hombre más feliz de la tierra y el universo, sé que es así, no me cabe la menor duda. Lo voy a hacer, algún día, cuando me sienta segura, cuando quiera hacerlo, pero por ahora sólo quiero disfrutar el momento, sólo eso.

—¿Qué pasa? —pregunta él que me nota pensativa.

—Nada —reparo con voz tranquilizadora y le sonrío.

Esto de la droga es algo extraordinario; hace que no me concentre en nada más que bailar y disfrutar, hace que mis sensaciones estén más a flor de piel, que todo sea más intenso.

No puedo dejar de mirar a Andrew con admiración, sinceramente no sé qué me ha hecho, pero no quiero apartar la vista. Esta puede que sea la mejor fiesta a la que he ido, pero de no ser así y la fiesta sea un asco, sé que la disfrutaría igual solo porque él está conmigo.

Luego de un rato voy con Lindsay al baño y por los pasillos del camino, nos conseguimos a parejitas haciendo todo tipo de cosas sin importarles que estemos en un lugar público. Si estuviera en mi estado de sobriedad me causaría repulsión, sin embargo, no he parado de reírme por todo el recorrido hasta aquí.

Me miro en el espejo y advierto inmediatamente mis cachetes completamente enrojecidos, el sudor corriendo por mi frente y todo mi cuerpo. Tomo un poco de agua con las manos y me la echo en la cara para refrescarme, está helada, eso hace que me despierte más.

Andrew y Zack nos esperan en nuestros asientos.

—¿Crees que ya es hora de irnos? —me pregunta Andrew.

—Sí, es mejor que nos vayamos, pero antes... —De camino al baño había visto en la barra una botella completa de ron sin ningún dueño aparente y me tomo el atrevimiento de agarrarla sin que nadie lo note—: me llevaré esto—digo con suficiencia al regresar al lado de mis amigos.

Andrew sonríe ante mi acción y me hace un gesto de «bien hecho».

Pronto llegan dos taxis, uno para nuestros amigos y otro para nosotros. Apresuradamente nos despedimos y subimos a ellos.

—Nos vas a llevar a... —Le tapó la boca a Andrew.

—Nos vas a llevar al puente Vincent Thomas, por favor —digo rápidamente, sin inmutarme.

— ¿Qué? ¿Para qué quieres...

—Ya verás —atajo y le guiño el ojo.

Lo primero que percibo al bajarme del auto es la brisa chocar contra mi rostro e inconscientemente cierro los ojos para que mis otros sentidos se agudicen.

—¿Y bien? ¿Me vas a decir que hacemos aquí? —me pregunta Andrew, con tono inseguro, caminando hacia mí.

Sin responderle, me dirijo hasta la barrera del puente para admirar el agua. Él se me acerca y se queda mirándome.

«Pon Saturn de Sleeping At Last»

—Este es el momento en el que quiero usar esto —Levanto la botella que está en mi mano izquierda y volteo para ver a un Andrew totalmente confundido, intentando descifrar lo que estoy haciendo o trato de hacer. Agarro su mano, entrelazo nuestros dedos y tomo un sorbo de ron—. Mira abajo, Andrew —insto con total tranquilidad, mirando hacia el horizonte. Él se tensa, no mueve un músculo; tiene miedo—. Vamos, tú puedes —apremio mirándolo de reojo con intenciones de animarlo—. Una vez subiste a una montaña rusa por mí, ¿y ahora no puedes simplemente bajar la mirada? —Lo miro a los ojos, tratando de transmitirle serenidad. Luego de unos escasos segundos él deja de encararme para, con mucha lentitud y precaución, visualizar el cristalino y hermoso océano sin dejar de sostener mi mano con mucha fuerza—. ¿Ves? No hay de qué temer, ¿sabes por qué?... porque yo estoy contigo —Levanto nuestras manos entrelazadas para que él las vea—. De eso se trata una relación: de superar miedos, de que si te caes yo voy a estar aquí para ti, sosteniéndote como lo estoy haciendo ahora, se trata de superar las diferencias y hablar de lo que sientes; sentirte que no estás solo y que tienes a alguien que te amará y apoyará en todo, que puede ser tu novio, esposo, amante, amigo, compañero, tu equipo, padre... tu todo, yo quiero que seas mi todo —Ya para el caso mi voz se empieza a entrecortar—; se trata ayudarse mutuamente para cumplir cualquier cosa porque esa es la persona que te hace superarte, es la persona que tú elegiste para estar a tu lado, acompañándote en cualquier situación que enfrentes.

» ¿Sabes quién me ha enseñado todo eso?... Tú, tú has revolucionado todos mis pensamientos, me has hecho creer en mí, en ti, pero sobre todo, me has mostrado un mundo diferente a como yo lo veía antes, tú y sólo tú Andrew Miller, me has hecho pensar las cosas más cursis de toda mi historia. Cuando estábamos bailando y yo te admiraba, era por eso... me preguntaba: ¿qué sería yo sin él? También recordé todo lo que luchaste por tenerme y que me has dado todo tu ser, te has entregado a mí y de alguna forma siento que yo no lo he hecho, por eso te traje aquí, es una forma metafórica de demostrarte una pizca de lo que tú a mí —Nuestros ojos se llenan de un agua pura—. ¿Ves eso de allá? —Señalo el sol que ya se está dejando ver—: Es un anuncio de que siempre llega un nuevo día y con el puedes comenzar de nuevo, y yo que estoy aquí, para comenzar de nuevo, pero... contigo... con nadie más —Nuestras miradas se pierden entre nosotros mismos con gruesas lágrimas cayendo por nuestras mejillas.

—Estoy esperando mi gran final —se burla con voz entrecortada y ronca.

—¡¿Qué?! —exclamo exaltada—. Te acaba de recitar el discurso de mi vida, Andrew —reparo un poco molesta, pero a la vez bromeando también.

—Pero —Se acerca y toma mi rostro con delicadeza—, no has dicho las dos palabras finales—Sonríe con timidez.

Ya entendí lo que quiere decir.

—A...

—No —me interrumpe—, no es necesario, estaba bromeando, no lo tienes que decir...

—Te amo.

Andrew se queda estático como una roca, tenso y sin habla, mirándome como si no acabara de entender o no creyera lo que mis labios acaban de pronunciar.

—Ya no tiene caso que no lo diga cuando...

No me da tiempo de decir más y me besa con propiedad, necesidad, como nunca antes.

No me cabe en el pecho la felicidad que siento en este momento. Lo amo, lo amo, lo amo y ahora no me voy a cansar de repetir que amo a Andrew Miller como jamás pensé amar a alguien.

—Soy el hombre más feliz de este jodido universo —susurra sobre mis labios mientras que sus lágrimas se precipita en una de mis mejillas.

Amnesia "Solo se vive una vez"  (Completa - EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora