Lo miro a los ojos pensando muy bien mi respuesta. Después de unos segundos teniendo una guerra emocional en la que, por primera vez, gana mi corazón, finalmente respondo muy lentamente:
—Elijo la segunda opción.
«—¡NO, NO, NO, NO! —grita alarmada mi consciencia». Pero ya no me importa, después de más de 10 años quiero por una noche vivir según las decisiones que tome mi corazón.
Andrew no responde, no dice nada, solo se queda asimilando lo que acabo de decir, mirándome con los ojos brillosos y una sonrisa reluciente. Creí que me iba a arrepentir, pero ver esa expresión de felicidad que tiene en el rostro, solo me confirma que tomé la decisión correcta.
—¿Es en serio? —dice en un hilo de voz—. No estás jugando conmigo, ¿cierto?
—No, Andrew —susurro con toda la sinceridad que se pueda impregnar en esas dos palabras—. De hecho —Me levanto de un brinco—, tengo una idea —anuncio y giro sobre mis pies para empezar a caminar.
—¿A dónde vas? —pregunta sin levantarse del piso.
—Si quieres averiguarlo, sígueme.
Busco las cosas más necesarias en la habitación y cuando salgo Andrew está de espaldas esperándome. De verdad no me puedo creer lo que estoy a punto de hacer.
—¿Tienes las llaves de tu auto? —pregunto como si fuera lo más normal del mundo salir a las 3 de la mañana de un lugar casi en medio de la nada.
—Si, ¿por qué? —dice con el ceño fruncido.
Yo comienzo a caminar y él me sigue. En el asiento de copiloto me repito a mí misma: «—Ya no hay vuelta atrás—» una y mil veces.
—¿Ahora si me puedes decir a dónde vamos? —insiste él, encendiendo el auto.
—Vamos a la montaña—respondo sin inmutarme.
—¿Qué vamos a hacer allá?
—A dormir.
Lo miro fijamente mientras maneja en espera de su reacción; se le forma una dulce sonrisa en los labios de la cual me contagio.
Subimos a la montaña con mucho cuidado y prestando atención en donde pisamos, es más difícil escalar en la penumbra con un único rayo de luz proveniente de la luna. Al llegar, veo cuesta abajo, detallando las luces del pequeño pueblo y los alrededores, empiezo a respirar el aire frío y puro, así, finalmente me consuelo sabiendo que valió la pena llegar hasta aquí, todo con tal de volver a sentir la paz que inspira este lugar. Es hermoso.
—¿Por qué elegiste este lugar para dormir? —curiosea Andrew, mientras cubre el pasto con una de las mantas que traje.
—Porque cuando me mostraste esta vista sentí ganas de dormir aquí—explico admirando todo a mi alrededor.
—Me alegra que te guste tanto como a mí.
Sonrío y me acuesto sobre la manta a su lado. Nos quedamos un rato en silencio, viendo el maravilloso cielo estrellado que hay esta noche.
—Andrew.
—Dime, hoyuelos.
Tengo que admitir que amo que me llame así.
—Si le tienes miedo a las alturas ¿por qué te gusta este lugar? —inquiero sin mirarlo—. Digo, no estamos tan alto, pero...
—Porque la misma tranquilidad que tú sientes aquí yo la percibo también—repone y por su tono sé que está sonriendo—. También porque es algo metafórico, es como si allá abajo dejara todos mis miedos e inseguridades, y aquí arriba entrara en un mundo de paz, un mundo en el que me siento invencible. O tal vez es porque nunca miro hacia abajo.
Yo sonrío, pero no digo nada más.
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Amnesia "Solo se vive una vez" (Completa - EN EDICIÓN)
Romance¿Conocen ese pequeño instante en las películas y libros llamado "punto de giro"? Sí, ese en el que pasa algo inesperado que le cambia la vida al protagonista... Bueno, el mio tiene nombre y apellido: Andrew Miller. Y no, no quiero ilusionarte, esta...