• Capítulo 31 •

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Halifax, Canadá

18:32 PM

MESES DESPUÉS


Roger Walcott

—¿Así está bien?

—¡Está perfecto! —dijo Lana, con una sonrisa al final—. Gracias, Roger.

Bajé de las escaleras metálicas con mucho cuidado, para evitar accidentes. Llevé mis pasos hacia atrás para mirar que la cascada de luces de color morado estuviese en la posición correcta y, especialmente que estuviera al par con las otras cascadas de luces.

Por fortuna, estaba igual a las otras.

Miré a Lana, quien se encontraba inflando los globos burbuja con helio para que al terminar fueran lanzados hacía el techo del gimnasio, iluminándolo con las luces de colores que el globo tenía en su interior.

Lana y yo hemos estado trabajando los últimos meses en la decoración y preparación de la graduación que se llevará a cabo unos días. Y sí, me he ofrecido a ayudarle. No sólo porque sé organizar este tipo de cosas, sino porque también quiero pasar más tiempo con ella; especialmente ahora que no volveré a verla.

Después de la graduación, decidí que lo mejor sería dejarla ir. Dejarla volar por su propia cuenta, porque es una chica increíble y los últimos días que he pasado con ella siempre perdurarán en mi memoria; sin embargo, siento que no fui creado para estar siempre en su vida. Tal vez sólo para estar en unos capítulos de ella.

Me abrí con ella porque confío en ella, y porque me siento cómodo con ella. Pero, el sentimiento de culpabilidad siempre existirá en mí. Y ése sentimiento está diciéndome a gritos que en algún momento podría llegar a lastimarla. Como lo hice con Angie.

Por eso la invité al baile unos días antes, para poder despedirme de ella.

Soy consciente de lo que estoy haciendo. Pensé ésto detenidamente por un largo tiempo, analizando cada desventaja y luchando contra mí mismo para obtener una solución.

Trato de memorizar sus facciones cuando estoy lo suficientemente cerca de ella, las acciones que hace cuando está nerviosa, la sonrisa que me dedica cada vez que me ve de una distancia lejana. Pero, sé que en algún momento todo lo que memoricé, se irá esfumando de mis recuerdos.

—Oye, ¿estás bien? —doy un sobresalto al escuchar su voz.

Asiento.

—Vale —sonrió—. Quería saber tu opinión sobre estas decoraciones.

Me muestra la pantalla de su teléfono, donde se reflejan pequeñas decoraciones de la misma temática que las que pusimos. Son cosas insignificantes para una fiesta que ya está repleta de hermosas decoraciones y lo suficientemente decorado; pero, es adorable que Lana quiera incluir vasos intermitentes para toda la escuela, cuando tiene vasos de plástico puestos por parte del director.

Así que me reí un poco cuando vi su propuesta.

—Es malo, ¿verdad? ¡Deja de reírte, Roger!

Trató de que mis risas se detuvieran con algunos reproches, pero eso sólo provocó que mis risas aumentaran.

—¡Dios! Mejor no te hubiera enseñado nada.

—No, no, no —logro decir—. Es adorable.

—¿Adorable?

El Chico Del Piano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora