• Capítulo 36 •

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Halifax, Canadá

20:34 PM

ACTUALIDAD

Luca Müller

Sabía que esto iba a suceder. Y lo confirmé en la pequeña charla que tuvimos con nuestros padres antes de venir aquí. Desde un principio supuse que había algo extraño en todo esto, ya que nuestros papás nunca nos entrometen en sus asuntos de negocios.

Jace sabía algo más, y tal vez por eso propuso el plan que me dijo anteriormente. De hecho, ese "plan" se ha anulado; se esfumó de nuestros objetivos. Jace lo propuso, y él mismo lo terminó.

Para ser sincero, he visto una gran mejoría en mi hermano. Ha conseguido un gran crecimiento personal y es totalmente diferente al Jace de hace unos años, al que sólo le importaba su imagen personal y no su identidad. Ahora, se preocupa por su mentalidad, por su integridad, por conocerse a él mismo y sentirse bien consigo mismo.

—¡¿Por qué demonios nunca hablaron con nosotros sobre este tema?! —gritó Camille, sacándome de mis pensamientos.

—Es por una buena causa, cariño —respondió la señora Lassarre.

—¿Por una buena causa? —bufó, con enfado—. ¿Se puede saber cuál es?

—Para unir a los Lassarre y a los Müller.

Camille, la mayor, comenzó a reír a carcajadas que significaban: ¿es en serio?

—¿Están conscientes de la edad que tenemos? —riñó Diane.

—Lo estamos, Diane. Es por eso que esperamos hasta que ambas fueran mayores de edad.

—O sea que, ¿llevan planeando esto desde que éramos menores de edad?

—Desde hace dos años —confesaron tras un rotundo silencio.

Jace y yo no podíamos reñir sobre esto, porque estaba claro que lo teníamos prohibido. Si nos oponíamos a lo que nuestros padres llevaban planeando desde hace dos años, las consecuencias se harían presentes.

Todos estamos desacuerdo con esta nueva obligación que nos impusieron nuestros padres. A pesar de que Jace y yo no expresamos ninguna palabra, ambos también estamos disconformes con esto, de la misma manera en la que están Camille y Diane.

Para empezar, los cuatro somos muy jóvenes para unirnos a otra persona por obligación y por medio del matrimonio. Además, si quisiera casarme quisiera que fuera por mi propia cuenta, por mi propia decisión y, sobre todo, con alguien que no esté obligada a amarme.

Las personas de nuestro alrededor comenzaron a mirarnos de una manera extraña; principalmente cuando Diane y Camille se levantaron de su asiento y salieron furiosas del restaurante. El señor Lassarre se despidió de nosotros antes de salir tras sus hijas.

—Lo siento muchísimo, Erika. Te llamaré más tarde para los preparativos —se despidió Adalia. Salió del restaurante a toda prisa, y sólo quedó un incómodo silencio entre la mesa.

Mordí mi labio inferior para evitar el embarazoso momento. Miré a Jace por unos segundos, pero él sólo negó con discreción mientras se levantaba de la mesa.

—Será mejor irnos, hijo —dijo mamá, llamando mi atención.

Asentí como respuesta.

Nos levantamos de la mesa, para después seguir el paso de Jace hacia el estacionamiento donde se encontraba el auto. Decidí tomar el mismo asiento que antes: detrás del copiloto. Jace se posó detrás del piloto y, de inmediato puso su mirada sobre el ventanal, observando la noche estrellada que decoraba el cielo. Mamá y papá llegaron segundos después para encender el auto y zarpar rumbo a nuestra casa.

El Chico Del Piano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora