• Capítulo 39 •

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Halifax, Canadá

11:45 PM

ACTUALIDAD

Diane Lassarre

Afortunadamente, he dormido las horas suficientes para mantener mis ojos abiertos hasta el final del día y, en especial, para pensar ingeniosamente sobre lo que le diré a Morgan.

No quise pensar en eso toda la noche, ya que, seguramente sería otro obstáculo que me impediría dormir profundamente. Así que, sólo subí a mi habitación y me tumbé sobre mi cama, dejando atrás todo lo que me rodeaba.

No supe lo que pasó después de mi partida. Por lo que Camille me dijo, mis padres habían invitado a Luca a pasar la noche en la habitación de invitados (que no es una habitación para invitados), pero él se negó y abandonó nuestra casa. Por lo tanto, no sé dónde está ahora.

—Eyy. Despierta.

Mis pensamientos se esfumaron al percatar el chasqueo de dedos de Jeffrey frente a mi rostro, intentando despertarme.

—¿Eh...?

—Tengo que limpiar la basura que está sobre tus pies —declaró, esperando que moviera mis pies mientras él se recargaba sobre la escoba.

Levanté mis pies para que pudiera pasar la escoba por debajo de la mesa y lograra acumular la basura que se encontraba bajo ella. Después, se dirigió a la cocina y repitió el mismo procedimiento.

—¡Muy bien, Jeffrey! ¡Lo estás haciendo bien, cariño! —alagó Jane mientras pellizcaba la mejilla de su hijo. Él, como parte de su respuesta, sólo la miró de manera amenazante.

Jane, felizmente se dirigió hacia mí y tomó asiento justo frente de donde yo me encontraba. Acercó su mano hacia la mía y la entrelazó con la suya, dándome pequeñas caricias con su pulgar.

—Me alegra verte de nuevo, niña —sonrió—. ¿Qué podemos hacer por ti?

Puedo decir que Jane y Jeffrey se han convertido en uno de mis lugares seguros y, por esa razón es que su casa fue mi principal destino desde que desperté de mi sueño profundo. Además, Jane conoce a Morgan y siento que ella es la única persona que podría aconsejarme sobre él.

—Tengo que irme del país... —murmuré, manteniendo mi mirada baja.

El sonido de la escoba limpiando el piso, se detuvo. La mano de Jane entrelazada con la mía, se apartó. El inesperado silencio inundó la habitación por unos breves segundos, hasta que Jeffrey susurró desde su lugar:

—¿Qué...?

Apreté mis ojos, ligado a mis labios, evitando que algún sollozo escapara de mí. No quería lloriquear, y tampoco quería recordar el hecho de que es muy probable que no vuelva a verlos hasta dentro de unos largos años. Aunque, tampoco estoy muy segura de aquello.

—Mis padres hicieron un acuerdo con los Müller y tengo que casarme con uno de sus hijos, pero...—detuve mis palabras debido a un suspiro—, nos enteramos de algunas cosillas y ahora tengo que huir de ellos.

—¿Eso significa que... no te veremos por una eternidad? —Jeffrey siguió hablando, tratando de acercarse a nosotras para adentrarse a la conversación.

—Es lo más probable...

Un tono de melancolía dijo aquellas últimas palabras. El alegre rostro de Jeffrey comenzó a afligirse, hasta que sus mismos ojos comenzaron a mirarme con decaimiento.

El Chico Del Piano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora