• Capítulo 32 •

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Halifax, Canadá

15:56 PM

ACTUALIDAD

Diane Lassarre

—¿Por qué los huevos tienen forma de huevo?

—Porque nacieron siendo huevos, duh...

Dios, ¿quién demonios está charlando afuera de la ventana?

—Tengo otra —carraspea la voz del chico—. ¿Cómo intentarías seducirme?

—¿Tengo que responder?

—Sí, es una pregunta que tiene que tener respuesta.

Hubo un silencio inminente entre los chicos.

—Primero me acercaría a ti y te diría: "Quisiera ser un rayo", y seguramente tú estarías confundido, así que después diría: "Para caerte cuando menos te lo esperes", y te guiñaría el ojo para finalizar.

No puede ser. ¿Quién demonios diría eso para seducir?

Lo voy a aplicar.

No pude pensar demasiado debido a un objeto que golpeó la ventana con un gran impacto (por suerte no pudo romperla), que me provocó un sobresalto.

¿Qué demonios? Espero que no haya sido la cabeza de uno de ellos.

Sin embargo, mi lado curioso me llevó hasta la ventana para verificar qué cosa la había golpeado. Y definitivamente, el objeto era una pequeña piedra. Abrí la ventana para encontrar a los responsables de una ventana casi rota. Pero, no había nadie.

¿Qué...?

No pude terminar mi pregunta gracias a otra piedra que golpeó la pared de mi lado izquierdo. Y gracias a eso fue cuando me di cuenta de la ubicación de los chicos que se escondían detrás de unos árboles.

—¡Oigan! ¡¿Por qué demonios tratan de romper mi ventana?! ¡Sé que están ahí! ¡Salgan de esos estúpidos arboles!

Vamos, salgan. Mami será buena.

Y, después de unos minutos, ellos salieron de sus oscuras sombras.

¡Ja! ¡Ahí están, pequeños...!

Espera, ¿qué demonios?

—¡Holaaa! —saludaron.

No-es-posible.

Suspiré antes de volver a hablar:

—¿Qué están haciendo aquí, chicos?

—Tratando de entrar a tu casa —contestó Noah.

—¿Por qué? —cuestioné, tratando de encontrar una respuesta congruente—. ¿Sabían que hay cosas llamadas puertas?

—Sip. ¿Y tú sabías que hay cosas llamadas ventanas?

—Eso no es lo que trato de decirles —digo, fulminante.

Se miraron mutuamente, tratando de decidir quién sería el siguiente en hablar. Mientras que Andrew sólo veía como una mariposa azul deambulaba por las hojas de los árboles, y estaba segura de que algo dentro de él quería que aquella mariposa se posara en su dedo índice, en vez de besar las hojas de los árboles.

—Muy bien, creo que yo tengo que explicarte todo esto —habla Lana, antes de un carraspeo—. Intentábamos entrar a tu casa.

—Guau, ¿en serio? —dije, con ironía.

El Chico Del Piano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora