• Capítulo 33 • [1]

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Halifax, Canadá

17:56 PM

ACTUALIDAD

Diane Lassarre

Hoy es el día.

El día en el que acaba el sufrimiento de Andrew, y también el mío. Fueron largos años de aprendizaje; pero, para ser sincera, necesitaba este respiro desde el principio. Es por eso que estoy tratando de mentalizarme para lo que viene, y al mismo tiempo trato de recuperarme de lo pasado.

Mi mente divaga hacía unas cuantas horas; específicamente en el momento en el que me miraba frente al espejo mientras vestía la toga de graduación. Fue muy nostálgico cuando llevé mis pasos rumbo a la cancha de la escuela (lugar donde se iba a realizar la ceremonia de despedida), y observé a cada uno de mis amigos, charlando y sonriendo por los parloteos que intercambiaban.

Incluso Andrew estaba charlando, ¡estaba intercambiando palabras, estaba dando su opinión, estaba cómodo con la charla que estaban teniendo!

Me sentí una mamá orgullosa.

Y, como siempre, en momentos como ese comienzo a recordar todo lo que hemos pasado hasta la actualidad. Sé que todos tomaremos un camino diferente a partir de ahora; sin embargo, anhelo de todo corazón que sigamos teniendo la amistad que tenemos ahora, y que perdure por largos años.

Lana es igual a mí, ambas somos muy sensibles en momentos sentimentales como ese. Y por supuesto que lo sabía perfectamente cuando unas lágrimas se resbalaban por sus mejillas mientras daba su pequeño discurso sobre nuestra amistad. Para finalizarlo, nos acercó y nos unió en un abrazo.

Ahora, mentiría si diría que mis padres no derramaron ni una sola lagrima mucho antes de llegar a la ceremonia. Mamá parecía la fuente mayor, porque era la que más lágrimas generaba; y papá parecía la fuente menor, porque era el que menos lágrimas generaba, pero sus ojos estaban empañados y moqueaba cada que podía. Camille también está incluida en la sección de fuentes.

Era obligatorio que ella derramara unas cuantas lágrimas, ya que yo fui la segunda fuente mayor cuando fue su graduación. Y, así ambas podamos recordar con el paso de los años esos dramáticos momentos. Me sentaré sobre un cómodo sofá, y le diré: «¿Recuerdas cuando lloramos como desgraciadas?»

Sólo espero que lo recuerde igual que yo.

Por otro lado, hablemos del tema del instituto. No, no voy a extrañar los ensayos que dejaban los profesores de última hora, y que les dedicaba el mayor tiempo posible para acabarlos lo antes posible; sin embargo, siempre terminaba antes de la medianoche. Probablemente, en todo lo que conforma el instituto, sólo extrañaré las cómodas sillas del auditorio.

Eran muy cómodas para dormir, por dios.

En fin, espero que todos estos recuerdos queden grabados en mi mente hasta que el último día de mi vida.

Regresemos a la realidad.

Trato de ponerme el último retoque sobre mi rostro, antes de volver a mirar por completo la vestimenta que llevo. No es gran cosa; pero, aunque sea puedo decir que me gusta cómo me veo.

No puedo creer que este momento ha llegado en un santiamén.

Hace unos años no estaba lista, porque tenía miedo de todo lo que me rodeaba, dudaba de mí misma, y eso provocó que empezara a preguntarme si realmente llegaría más lejos de donde estoy; porque la respuesta en mi interior era negativa, pero no quería hacerle caso.

El Chico Del Piano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora