• Capítulo 38 •

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Halifax, Canadá

1:24 AM

ACTUALIDAD

Diane Lassarre

Inhala y exhala. Inhala y exhala por consecutiva vez.

Mantén tu mente en blanco; cualquier pensamiento que se cruce en nuestro camino, simplemente será ignorado. Relaja los parpados y trata de mantenerlos en un estado de profunda tranquilidad.

Vamos, estoy a punto de lograrlo.

Pero, ¿y si me obligan a dejar de amar a Morgan?

Mis ojos se abrieron de golpe, haciéndome saber que he roto la regla de «mantén tu mente en blanco». Gruñí mientras golpeaba mi almohada, al mismo tiempo que enderezaba mi espalda para poder observar el reloj que se encontraba sobre la mesita de noche.

¿La una de la madrugada?

Joder, necesito dormir un poco, por lo menos. Lo único que he hecho es sacar hipótesis sobre lo que pasará más adelante, junto con mi relación con Morgan. Gracias a todas las suposiciones que tengo en mi cabeza, me es imposible dormir.

He intentado mirar por la ventana para evitar que esos pensamientos me abrumen, al igual que he escuchado las meditaciones de internet para ver si hacen efecto; pero, ninguna funcionó. Mis ojos siguen más abiertos que nunca y los pensamientos siguen llegando de forma abrumadora.

El único método que falta por intentar es la pastilla para dormir de papá.

Sí, definitivamente tengo que probar el último método que pasa por mi mente.

Me levanté de la cama y arrastré mis pies hasta la puerta; sin embargo, me detuve en el momento en el que escuché el grito de mamá, dirigiéndose a Camille. Mi hermana balbuceó algunas palabras que no se lograron escuchar desde mi ubicación y, el siguiente sonido que se escuchó fue el portazo de la puerta principal.

De inmediato, mi vista se dirigió a la ventana, donde podía apreciar perfectamente cómo mi hermana corría por la acera hacia un rumbo desconocido. Segundos después, se perdió entre la multitud.

Para serles sincera, no conozco razones por las cuales Camille saldría corriendo a medianoche. Tal vez sólo necesitaba un momento a solas, o realmente sucedió algo importante que hizo que tomara el primer abrigo que tuviera en su armario y saliera corriendo enseguida.

Suspiré antes de tomar la manija de la puerta y abrirla con rapidez. Bajé las escaleras rápidamente para encontrarme con mis padres, quienes se encontraban confusos por lo que acababa de suceder y trataban de encontrar una respuesta eficaz. Posaron su mirada en mí en el momento en el que sintieron mi presencia.

—¿Q-Qué está pasando? —cuestioné, en voz baja.

—No lo sabemos —respondió papá—. Camille salió de prisa, sin decirnos a dónde se dirigía.

—Pero se veía preocupada —habló mamá mientras tomaba asiento sobre el sofá—. Algo pasó, pero no sé qué.

Ellos tienen el mismo presentimiento que yo.

Recargué mi espalda sobre la pared, a la misma vez que cruzaba mis brazos sobre mi pecho. Mamá mantuvo su misma posición, tratando de pensar algunas razones razonables que explicaran lo sucedido. Por otro lado, papá caminó de un lado a otro mientras sobre pensaba las cosas.

Yo, por otra parte, no estoy bastante segura de que la razón principal sea el que haya querido un momento a solas. Conozco nuestra situación actual, y es probable que gracias a ella haya obtenido la reacción que tuvo después de reñir junto a mamá durante todo el camino. Sin embargo, Camille no es del tipo de persona que saldría corriendo sólo para tomarse algo de tiempo.

El Chico Del Piano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora