5 | Paciencia

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Alexander Adams

La impotencia llena cada poro de mi piel mientras acaricio el cabello de Isabella, la cual solloza contra mi pecho, manchando mi camisa con sus lágrimas.

Entre el llanto sigue contándome todo lo que vivió.

— Esa fue la primera de muchas, con el tiempo pensé que tenía que sobrevivir para poder salir de ese horrendo lugar. Ya no vivía con él, vivía en ese puticlub, las heridas me la curaban las chicas y siempre me trataron con dulzura... Ellas llevaban más tiempo allí y no paraban de decirme que fuera fuerte en ese ambiente.

Sorbe por la nariz y mi corazón se achica en el pecho al pensar en todo... Al imaginarme ese martirio constante, un ciclo de abusos.

Mis manos no dejan de acariciar su cabello, el cual huele a frutilla, como toda ella.

— Y fui fuerte, hice todo lo que tuve que hacer... - se separa de mi y me mira fijo a los ojos - si Lionel me decía "abrite de piernas para x" tenía que ir y hacerlo, si me negaba y hacia pataleta me iba peor.

Veo como traga grueso y remueve con incomodidad sus manos sobre su regazo.

— ¿Cuánto aguantaste ahí? Hasta que llegamos a la parte del parque, dónde nos encontramos.

— Si mi memoria no falla estuve encerrada en ese lugar un año y medio, el tiempo suficiente para saber el movimiento y horario de todo. - hace una media sonrisa - Deseaba no equivocarme y no lo hice, algunas compañeras me cubrieron la espalda, me ayudaban bastante. En el momento en el que puse un pie fuera de ese lugar corrí, corrí tanto que las piernas me ardían, pero la adrenalina era mucha gracias a que al fin era libre.

Los ojos le brillan con ese anhelo a la libertad que le he visto desde la primera vez.

> Llevaba bastantes horas caminando ya cuando llegue al parque, trate de perderme en las calles lo más que pude así no me encontraban fácilmente. En el camino no paraba de recibir comentarios asquerosos gracias a mi vestimenta.

Si, recuerdo perfectamente como estaba vestida, pero para mí eso no es ningún motivo de acoso, ella podría estar vestida hasta con un saco de papas y seguiría recibiendo comentarios debido a que es mujer.

La sociedad en la que vivimos no avanza tanto como me gustaría.

> Quise descansar un poco y entonces te vi, estabas tan desaliñado y golpeado que creí que eras un vagabundo pero tu ropa y accesorios me decían lo contrario - frunce los labios y se ríe un poco - y bueno, eres todo menos un vagabundo.

Me río junto a ella y la vuelvo a abrazar, cerrando los ojos, disfrutando de su cercanía y de su confianza.

El hecho de que se abriera para mí dice mucho, se cuan difícil es tener confianza y yo soy un completo desconocido para ella.

— Todo irá bien a partir de ahora. - beso su cabeza.

— Confío en ti, después de todo eres mi salvador. - la alejo un poco y me sonríe con los ojos vidriosos.

— ¿Tu salvador? Tu eres tú salvadora, te sacaste de ese lugar solita.

Niega limpiandose las lágrimas.

— Viste que llegó Lionel rápidamente, a penas nos conocimos, si no hubiese sido por ti que insiste en llevarme yo habría seguido caminando y me iba a encontrar. En ese caso ya Isabella Campbell sería historia.

Es la primera vez que me dice su apellido, le limpio el resto de las lágrimas y le pido que se vista, ya que lleva una bata de baño, porque saldremos. Beso su frente antes de salir y le reitero que confíe en mí.

Cuando salgo de la habitación suelto un suspiro pesado, mi noche no ha sido la mejor, he repasado el informe del ex novio y no pude pensar otra solución que denunciarlo. Una persona que maneja ese tipo de negocios no es de mi agrado. Muchísimo menos cuando viví lo que seguramente han de vivir los hermanos de Isabella.

Impulsivamente cuando me encuentro en la habitación agarro el informe de ellos y marco su número.

A mí me hubiese encantado recibir está llamada.

¿Hola? - la voz de Jaden Campbell se escucha a la otra línea.

Hola Jaden, escucha, no nos conocemos pero se lo que debes sentir en la agonía de no saber nada sobre tu hermana. Acaba de salir de esa mierda de vida y está bajo mi cuidado, quería que lo sepan. Aún no se siente lista para hablar con ustedes. - suspiro - Por lo que te pediría que lo que te estoy diciendo quede entre nosotros, ya ella hablara, no quiero interrumpir su vida íntima pero es importante que sepan que está bien.

Un jadeo de asombro es lo que escucho como respuesta y luego unos sonidos hasta que otra voz me responde.

¿Mi pequeña hermana está bien? Joder hermano, dinos ya dónde está. - creo que es Jacob quien me habla.

Está bien, tengan paciencia ya que pasó por muchas cosas y se que se preguntarán si deben de confiar en mí. Háganlo, haré todo lo que esté en mis manos para que Isabella regrese a casa pronto y sin ningún loco tras ella.

Cuelgo la llamada sin dar tiempo a que me respondan y suelto un suspiro, pasandome las manos por la cara, completamente estresado con esta situación.

El destino no deja de meterme en estos casos, le encanta verme sufrir. Todo el tiempo es como un puto deja vu, dónde no paro de comparar los momentos vividos con los que estoy viviendo actualmente.

Pero para mí suerte esta vez estoy a tiempo de hacer las cosas de una forma totalmente diferente. Esta vez no va a terminar mal y voy a poner toda mi puta voluntad en ello, porque merezco paz y porque Isabella también la merece.

Porque cualquiera con dos dedos de frente se da cuenta que ella es un puto angel en un mundo lleno de mounstros que quiere opacar su brillo.

Me levanto del sofá en el que me senté y camino hacia el baño, para hacer mis necesidades y prepararme para salir con ella.

Estrategia Millonaria © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora