Primero que todo les quería desear una muy linda navidad y que esten pasándolo bonito con quiénes quieren.
Les comparto este pequeño fanfic, por lo que no influye en la historia, nunca pasó pero es lindo imaginar otros escenarios.
Ahora sí, les dejo su regalo de navidad:
(...)
Isabella Campbell
Las festividades parecían salidas de Disney cuando era pequeña, las canciones navideñas me emocionaban y las reuniones familiares me hacían feliz.
Suspiro y me hago un ovillo en el colchón sucio, el olor a humedad inunda mis fosas nasales pero ya estoy tan acostumbrada a él que no me repugna.
— Feliz navidad morocha. - Marcela, una mujer que trajeron desde Brasil se acomoda a mi lado y me tiende un plato de avena. - No es una buena comida navideña pero algo es algo.
Sonrío triste y me siento, agarrando el plato color beige.
— Feliz navidad. - mi voz sale apagada y el pecho se me oprime al recordar navidades anteriores, dónde la felicidad desbordaba y lo único que importaba eran obsequios y la unión familiar.
Mis hermanos siempre tenían una broma guardada para medianoche y mis padres siempre los castigaban.
Estoy comiendo la avena con el corazón presionado y la mirada perdida en un punto fijo cuando la puerta se abre y los ojos oscuros de Lionel me encuentran.
— Ven Isabella, hay clientes nuevos.
No, otra vez no.
Mi cuerpo no se siente seguro de poder soportar más abusos o más droga en mi sistema, los ojos me escocen cuando me levanta a la fuerza del colchón, provocando que la avena me manche la ropa, que ya se encontraba sucia.
Los pasillos de el lugar en el que nos encontramos están pocos iluminados y el brazo me duele por la fuerza que está ejerciendo mi ex novio en él.
— Déjala presentable, hoy viene un ruso que no puede llevarse mala impresión. - me empuja hacia la mujer que se encarga de quitarnos la ropa sucia.
Es una anciana que está más metida en este negocio que cualquier otro, no veo lastima en su mirada cuando me mete bajo el chorro de agua helada, poniéndome a temblar rápidamente. Parece disfrutar con el miedo de los otros ya que es brusca hasta con la brocha del maquillaje.
— El de hoy es uno de los clientes más importantes, no hagas pasar vergüenza, ¿Me escuchaste? - agarra mi rostro entre sus dedos, asiento temerosa cuando noto que toma en sus manos una aguja. - Es para cerciorarme de que no lo harás mal.
— ¡Lo haré bien! Lo juro. - no importan mis ruegos cuando inyecta el líquido en mi cuello, siento la droga hacerse con mi sistema y mis ojos desprenden las lágrimas que manchan mi maquillaje, haciéndola enfadar y estampar su mano en mi mejilla.
— Eres una idiota.
Mi cabeza absorbe cada una de las palabras cargadas de irá que suelta hacia mi mientras retoca el maquillaje, mis manos tiemblan gracias a lo que me inyectó y los nervios de lo que pueda suceder está noche me pone a divagar.
(...)
— Una de las mejores chicas que tenemos aquí, morocha. - ese apodo de mierda me pone a caminar frente a todos esos hombres con orbes hambrientos.
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Estrategia Millonaria © ✓
RomansaAveces, cuando menos lo esperas te podés cruzar cara a cara con el hombre que te va a salvar, o quizá lo encontrás tirado en una plaza, ebrio como la mierda. Las circunstancias no ayudan a mis temores pero estoy dispuesta a aferrarme a lo que sea co...