Alexander Adams
Las manillas del reloj me avisan que ya son las cinco de la tarde y que voy tarde a buscar a Isabella. La reunión se extendió demasiado.
Me levanto de la silla y apoyo ambas manos en la mesa.
- Muchachos, la reunión acabo. - llevo una hora escuchando todas sus palabrerías y de ellas no entendí una mierda. No sirven para explicarme las verdaderas soluciones a la competencia del mercado.
- Pero señor...
- Acabo de adquirir un club nuevo, el cual se está alzando a uno de los mejores y, si hago caso a sus soluciones bajarán el porcentaje de mis ganancias. Con todo respeto pero me gusta mi manera de administrar mis adquisiciones.
Salgo de la junta y cuando puedo respirar aire fresco es cuando más me apresuro al auto. No puedo creer la cantidad de vejestorios que intentan enseñarme a hacer mi trabajo.
Trabajo en el que soy el mejor, tengo diversos clubes esparcidos por América al igual que una grandiosa cadena de hoteles. A mí corta edad soy uno de los mejores en lo que hago.
Full black se está alzando, tal como lo dije anteriormente, como uno de los mejores clubes nocturnos de la ciudad. Me da una grandiosa entrada de dinero cada noche, no importa que día de la semana sea, el club siempre está lleno.
El tráfico está jodido cuando miro la hora, voy quince minutos tardes en recoger a Isabella, si sabía que iba a tardar tanto mandaba a alguien a buscarla pero se lo reacia que se encontraría a ello.
Cuando estaciono enfrente del consultorio no veo al guardia que contraté por ningún lado a lo que frunzo las cejas y me bajo del vehículo. Unos gritos provenientes de un callejón aquí al lado me ponen alerta.
- Señor, agradecería que se largue, esto es asunto entre mi novia y yo.
- Mi deber es proteger a la señorita y usted no se ve muy en sus cabales, le pido que se vaya y así evitemos problemas.
Comienzo a caminar con más rapidez cuando un golpe resuena con fuerza en el lugar y es acompañado de un grito y sonidos de forcejeos.
- No la protegiste, que lastima.
Un llanto ensordecedor se hace más presente cuando me adentro al callejón dónde puedo observar a Isabella, sus mejillas están rojas y repletas de lágrimas a la vez que intenta alejarse del hombre que la sostiene contra la pared.
El guardia que contraté intenta sacar el arma pero, el que ahora reconozco por Lionel, saca un cuchillo y lo dirige a la garganta de Isabella. Mi corazón se paraliza en mi pecho mientras mis pasos se vuelven débiles y maldigo el no haber traído a mis guardaespaldas. Tengo una Beretta en la aguantera pero no hay tiempo para volver por ella.
Los ojos azules y cristalinos de Isabella se enfocan en mi a la vez que rompe a llorar más fuerte cuando la navaja le hace un corte.
Lionel aún no me noto por lo que me acerco lentamente, Patrick, el guardia, está a unos metros más cerca de mi que ellos por lo que le quitó su G18 antes de levantarla y disparar el hombro del infeliz.
Aunque me encantaría volarle la cabeza no puedo permitirme ensuciar mis manos.
El cabrón grita y suelta a Isabella, rápidamente corro a ella y la tomo en mis brazos, envolviéndola antes de besar su cien.
- Lo siento tanto.
- Ya estás aquí... Ya estás aquí. - su voz ahogada contra mi camisa y mis manos moviéndose tranquilizadoramente en su espalda.
Levanto la vista y salgo de la burbuja en la que me encontraba junto a ella para enfocarme en el infeliz pero ya no está, un camino de sangre en su lugar. Tampoco se encuentra Patrick, pero me enfoco en sacar a Isabella de ese callejón primero que nada y llevarla al hotel.
(...)
Paso la esponja por sus brazos con delicadeza, el olor a shampoo de frutilla es el aroma protagonista del baño. Sus sollozos se escuchan cada vez más leves.
- ¿Qué sucedió Bella?
- Él... Él llegó de repente, yo no podía moverme, no me dijo nada y me llevo hacia ese callejón, mi voz no salía, yo quería pedir ayuda. - sorbe por la nariz sin dejar de ver el agua de la bañera. - Me amenazó y... - llora con más fuerza. - me tocó, pero justo llegó el guardia y le pidió que se vaya, el resto lo viste.
Levanta la vista hacia mi, sus orbes se enfocan en los míos mientras mi mano tiembla sobre su cuerpo.
> Siento sus manos en todas partes Alexander, por favor, deshace esa sensación.
- Estoy tratando de hacerlo Bella. - beso su frente con cariño mientras pasó la esponja con un poco más de fuerza por su cuerpo. Hasta que su piel no se vuelve roja no se encuentra satisfecha.
Mi mente es un caos, la culpabilidad haciendo estragos de mi sistema, odiandome por no haber llegado a tiempo.
- No te culpes, yo no lo hago. ¿Que sucedió que tardaste? - trago grueso antes de mirarla.
- Estaba en una reunión, pero no volverá a suceder, no me voy a volver a alejar de ti, lo prometo.
Asiente lentamente antes de mirar sus manos perdidamente, seguramente creyó que volvería a esa mierda. Pero mientras yo aún siga vivo eso no sucederá.
(...)
La tapo con las sábanas de mi habitación luego de darle de cenar, al verla perfectamente acurrucada estoy por ir hacia el baño pero su mano me detiene.
- ¿A dónde vas? No te vayas, lo prometiste.
Sonrió levemente, con dolor, antes de besar el dorso de su mano.
- Iré a darme una ducha.
Me suelta y se remueve incómoda en la cama antes de mirarme.
- ¿Te puedo pedir un favor?
- Lo que quieras Bella.
- Duerme conmigo, no quiero tener pesadillas.
Asiento y me estiro sobre su cuerpo para depositar un beso sobre su cabeza antes de ir al baño, dejándole el mando de la televisión antes.
El corazón apretándome a la vez que un nudo se forma en mi garganta con las posibilidades de lo que podría haber pasado de no haber llegado.
//////
No olviden seguirme en Instagram (jacquelineivanawb)
ESTÁS LEYENDO
Estrategia Millonaria © ✓
RomanceAveces, cuando menos lo esperas te podés cruzar cara a cara con el hombre que te va a salvar, o quizá lo encontrás tirado en una plaza, ebrio como la mierda. Las circunstancias no ayudan a mis temores pero estoy dispuesta a aferrarme a lo que sea co...