Isabella Adams
Alex estaciona frente a la casa de su madre, la cual es tan impotente como la última vez que estuvimos aquí. El sol matutino me deslumbra cuando bajamos del auto y debo cerrar los ojos por un momento.
Mi esposo rodea el vehículo y llega a mi lado, tomando mi mano antes de dirigirnos a la entrada de el hogar donde se crío.
Mi suegra nos recibe con un desayuno completo, la mesa llena de golosinas y algunos postres, cafés y tes de todo tipo.
Sonrío y le miro con una ceja arqueada.
— ¿Acaso estabas esperando a la reina?
Karen niega con una sonrisa también y me señala el lugar en el que me siento, Alex lo hace a mi lado y ella frente a nosotros.
— Estaba esperando a mi familia.
El sentimiento que se me instala en el pecho es inevitable de ignorar, aparte de que hace poco con Alex admitimos nuestros sentimientos, el hecho de que Karen ya me considere de la familia me llena de felicidad, sobre todo cuando en su familia eran solo ellos dos.
Alexander se estira hacia mi y besa mi hombro antes de acercar sus labios a mi oído.
— Bella, ¿Ya dije que cuando tienes las mejillas sonrosadas eres más hermosa de lo habitual?
Giro la cabeza en su dirección y le doy un piquito haciendo que sonría abiertamente.
(...)
El auto se detiene frente a un parque de diversiones, incrédula me volteo hacia Alexander, quien me sonríe de costado.
Antes de que le diga algo se baja del vehículo, los ojos me brillan con las luces del lugar e imito su acción.El aire fresco choca con mi rostro y me sopla el cabello. Permito que el brazo de mi marido me rodee mientras caminamos los pocos metros que nos quedan hasta la entrada.
— ¿Cómo conoces este lugar? - inquiero cuando estamos dentro.
El gentío y el bullicio que hay a nuestro alrededor no importa cuando solo estoy enfocada en la persona a mi lado.
— Venía aquí con Sophia cada que teníamos un mal día en casa.
Asiento sin querer decir más nada y lo dejo halarme hacia una atracción, niego frenética cuando quiere llevarme a una montaña rusa.
— No quiero subirme ahí.
La gente que se baja vomita a un lado y hace que el estómago se me revuelva solo viendo cuántas subidas y bajadas hay.
— Pero yo si. - me hace un puchero y suspiro.
— Bien, pero ahora no... Quiero ir ahí.
Le señalo la ruleta de la fortuna que hay frente a nosotros y se ríe.
— Eso es para niños.
Me suelto de su agarre y comienzo a caminar hacia ella, soy consciente de que me sigue y sonrío para mis adentros.
Me pongo en la fila y sus manos se entrelazan en mi vientre, su aliento caliente choca con mi cuello y sonrío pegandome más a su cuerpo.
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Estrategia Millonaria © ✓
RomanceAveces, cuando menos lo esperas te podés cruzar cara a cara con el hombre que te va a salvar, o quizá lo encontrás tirado en una plaza, ebrio como la mierda. Las circunstancias no ayudan a mis temores pero estoy dispuesta a aferrarme a lo que sea co...