Isabella Campbell
Es irónico las vueltas que da la vida y es algo que nos decimos todos cuando llegamos a un punto en el que no lo podemos creer.
Yo no creía salir viva de ese lugar y aquí estoy, rodeada de lujos que no son míos y con una persona ayudándome.
— Pensé en que podrías ir a terapia, conozco un buen doctor y... - Alexander demuestra en sus gestos que tiene miedo a que me negue y me enfade.
¿Pero como voy a negarme? Con él no puedo negarme a nada.
— Está bien, creo que necesito arreglar mis asuntos con un profesional.
Suelta el aire que estaba conteniendo y me sonríe, tiene miedo y aún no comprendo el porque.
Para mí él es un enigma, son muchas cosas que hizo por mi y por alguna extraña razón
> También creo que debería ir a hacerme algunos estudios médicos, ha sido mucho tiempo allí.
El color desaparece levemente de su rostro pero se que sabe que es lo mejor, ya han pasado dos semanas desde que escape y él se ha vuelto mi mejor amigo y confidente, si está tocando el tema de la ayuda profesional podría completarlo ya.
— Bien, iremos mañana al hospital. - asiento y el se acerca para besar mi frente, ya es de noche y acabamos de terminar de cenar. - Que descanses, si tienes pesadillas puedes ir a buscarme.
— Lo haré. - le sonrío dulcemente y lo veo irse.
Durante la cena le he dicho que estos días he tenido pesadillas constantes, al punto de despertar llorando, son pesadillas vivientes, algunas recuerdos y siempre despierto con el corazón acelerado.
(...)
— Tienes turno para mañana con el psicólogo, es alguien de total confianza así que puedes sentirte libre de contarle todo lo que me has contado a mi. - observo su perfil mientras conduce hacia el hospital.
Su mandíbula cuadrada y su piel levemente bronceada, es guapo y eso es innegable. En otras circunstancias sería mi hombre ideal pero lamentablemente lo conocí en estás, dónde no tengo ganas de tener nada con nadie.
— Gracias.
— No me agradezcas, después de todo soy tu salvador ¿No? - me mira de reojo y una pequeña sonrisa decora su rostro, se la devuelvo y miro al frente, es la primera vez que salgo del hotel.
Tras unos minutos de viaje estaciona frente al hospital, ambos bajamos y él se coloca unos lentes de sol, me regaló unos a mi así que repito su acción.
Al momento de darmelos me dijo que era para que no me sienta cohibida y se lo agradezco, hay tantas cosas que agradecerle al hombre que camina a mi lado.
— Isabella Campbell. - le habla a la recepcionista y ella lo observa confundida. - ¿Tiene un turno a nombre de Isabella Campbell? He llamado ayer al doctor Julio LeBlanc.
— Podrías decir buenos días y por favor ¿No? - le susurro para que la chica no me oiga.
— Podría pero no quiero.
Ruedo los ojos y la recepcionista se sonroja antes de decirnos a dónde debemos ir, cuando estamos frente a la puerta del consultorio él ni siquiera toca, solo entra.
— LeBlanc, ¿Cómo estás? - se adentra al lugar y yo lo sigo tímidamente.
— Adams, podrías haber golpeado, quizá estaba haciendo algo que no podrían presenciar. - se ríe y ambos se dan la mano, yo miro el encuentro desde mi posición hasta que el doctor me mira. - Y usted debe de ser la señorita Campbell, es un placer.
Me ofrece la mano y yo sé la estrecho con una pequeña sonrisa.
— El placer es mío señor LeBlanc.
— Bien, toma asiento que vamos a hablar un poco antes de comenzar con los estudios, las respuestas estarán en dos días. Usualmente están en una semana pero el señor aquí al lado mueve bastante influencias. - se ríe y lo acompaño, sentandóme al lado de Alexander quién no separa la vista de mi.
— Bien, estuve por más de un año en un lugar donde... Dónde abusaron constantemente de mi y siento que hacerme unos estudios es algo que necesito ya que no sé si podría tener algo.
— Esperemos que no. ¿No recuerdas si usaron preservativo? - su semblante se ha vuelto serio y todo el consultorio emana tensión.
Hablo rápido y trato de no equivocarme en ninguna palabra, todo lo sucedido me afecta y me duele de sobremanera, es algo común supongo debido a todo lo que he pasado.
— Se que si, excepto por mi ex novio.
Pasa su mirada hacia Alexander y parece que este le transmite algo con la mirada porque el doctor solo asiente.
— Comencemos con los estudios.
(...)
Nunca me creí con la necesidad de ir a terapia, tampoco siento que tengo traumas tras lo sucedido, me siento bastante bien.
Pero se que necesito de un profesional, las pesadillas son algo que no se van y que me atormentan cada noche, así que seguramente los traumas están ahí, solo que mi cabeza los evita.— Señor Adams no puede entrar. - el terapeuta, Mario Johnson, lo detiene cuando quiere adentrarse a la habitación.
— Pero quiero estar con ella.
— Necesito que este a solas conmigo para que pueda comunicarse mejor, usted vuelva en una hora.
Alexander frunce los labios y me mira indeciso.
— Estaré bien, nos vemos en una hora. - beso castamente su mejilla y él asiente.
— En una hora.
Al momento de quedar a solas con el terapeuta tomo asiento en aquel sillón, el cual he visto tanto en películas o series y en el que nunca creí estar.
— Bien, ¿Por dónde gustas empezar?
— Por el principio, cuando conocí a Lionel.
Asiente y se acomoda en el asiento.
Comienzo a soltar todo, lo mismo que le he contado a Alexander, trato de no omitir detalle alguno y sincerarme completamente. Todo lo que sentí en nuestra relación y las veces que fui tan idiota para confiar en él.
El doctor escucha todo atentamente y de vez en cuando me dice su opinión de profesional. Cuando me voy de su consultorio me siento un poco más liberada tras haberle contado todo.
Alexander me espera afuera y yo tomo su mano para ir hacia el auto.
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Estrategia Millonaria © ✓
RomanceAveces, cuando menos lo esperas te podés cruzar cara a cara con el hombre que te va a salvar, o quizá lo encontrás tirado en una plaza, ebrio como la mierda. Las circunstancias no ayudan a mis temores pero estoy dispuesta a aferrarme a lo que sea co...