28 | Murallas rotas

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Isabella Adams

Bordeo mis labios con el labial marrón, haciendo contraste con el tono de mi piel, Alexander se asoma en la puerta y su gesto luce cansado pero no lo demuestra.

Esta semana se cumplió otro año más de lo de Sophia y aunque quise que vayamos al cementerio se negó, pero descubrí que no ha ido hace mucho. A eso súmale el hecho de que recibió una llamada de un remitente desconocido, lo que provocó que duplicará la seguridad.

— ¿Todo bien? - inquiero cuando se acerca.

Nuestros orbes conectan en el reflejo y sus manos se entrelazan en mi cintura, esconde el rostro en mi cuello sacándome una sonrisa.

— No te preocupes. - murmura pegado a mi piel, provocándome cosquillas.

Su traje está impecable como siempre y el gel mantiene todos sus pelos en su lugar, es la boda de Thomas junto a Melissa, boda que organice yo y estoy emocionada de ver el resultado.

Guardo nuevamente el maquillaje en su lugar y me volteo en sus brazos, dándole un pico en los labios.

— Llegaremos tarde y no puedo permitirme eso señor Adams, andando. - le digo y él asiente a regañadientes.

Cuando pienso que va a deshacer el agarre en mi cintura él sonríe pícaro.

— Si quieres salir deberás darme un beso, esa siempre será la contraseña.

Ahogo una risa y me estiro un poco hasta sus labios, los centímetros que me regala los tacones ayudan a que no sea tanta la diferencia de estatura cuando nuestros labios chocan entre si.

Intento llevarme toda la amargura y angustia que tiene mi esposo encima, somos una pareja se supone y las cargas deben de ser compartidas.

(...)

Llevo a mis labios uno de los tantos bocadillos que hay en la mesa y mi estómago gruñe. Le doy mi aprobación a la chef porque sin duda es una de las mejores.

La ceremonia fue preciosa, las flores elegidas para la decoración le ha dado ese toque romántico que necesitaba. Alexander se está riendo junto a sus amigos, seguramente contándose lo sucedido en la despedida de solteros anoche. Thomas me hace una seña de que me acerque y lo hago.

— ¿Lo ves a tu esposo como un llorón? Porqué termino la noche así, todo por una canción. - me dice entre risas y yo miro a mi marido, parece avergonzado y por primera vez tiene las mejillas de un color diferente al habitual.

¡Está sonrojado!

— Bebé... - voy hacia él sentándome en sus piernas y agarro su rostro en mis manos. - No te avergüences. - susurro cerca para que ni Andrew ni Thomas nos oigan.

— Tu me avergüenzas haciéndome esto.

Mira para otro lado y se me escapa una risa, beso sus labios castamente justo al momento en el que Melissa y Chloe aparecen en la ronda.

— Isabella, ¿Quieres bailar? - la castaña deja a Alice en los brazos de Andrew y me mira significativamente.

No me puedo negar a la mirada de ambas y termino levantándome de las piernas de mi marido, siguiéndolas hasta la pista de baile.
La pancita de Melissa llama mi atención mientras nos movemos al ritmo y el sentimiento de siempre se instala en mi pecho.

¿Debería aferrarme a ese 5% e intentar embarazarme?

Mi mirada viaja a Alexander, quien no separa la vista de nosotras, en mi cara hay una sonrisa pero no es genuina.

¿Él querrá aferrarse a ese 5% también?

Hay veces en las que la mente me traiciona y solo pienso que su vida hubiese sido mejor si no me hubiera conocido, le he traído problema tras problema, al punto de que se casó conmigo.

Bajo la vista y lamo mis labios con nerviosismo, estoy siendo idiota al creer que algún día se enamorará de mi como yo lo estoy empezando a hacer, seguramente espera el momento en el que todo se calme para poder divorciarse y buscarse a otra que si le de una familia.

(...)

— ¡Otro shot linda! - Chloe me anima a llevarme, el pequeño vaso lleno de tequila, a los labios.

Cuando lo hago ya me sabe a agua, pasa con tanta facilidad que es preocupante, los novios ya se fueron de la fiesta y el lugar está alquilado por unas horas más, para nuestro disfrute.

Luego de la charla que tuve con Melissa en los cambiadores sentí que necesitaba embriagarme, le tengo envidia sana a esa rubia, está viviendo el sueño, casada y embarazada del hombre que ama.

Organizaré todos los eventos de ese bebé y mientras lleno de alcohol mi sistema solo puedo pensar en que yo nunca podré hacer eso con un bebé mío.

Llega un punto en el que Chloe comprende lo que está pasando y aleja la botella de mi, protesto pero ella me dedica una mirada que me obliga a callarme.

— Nunca bebas porque algo te atormenta, es un punto del que muy pocas personas salen.

— Nada me atormenta.

— Ajá, creo que tuviste suficiente.

No sé en qué momento pero termino por rompiéndome, expulsando todas las mierdas que tengo guardadas.

— Nunca nadie tiene suficiente conmigo, ¿Que me va a hacer beber hasta reventar? Si de igual manera estoy rota, no funciono. No lo digo abiertamente para no preocupar a Alexander pero vivo con inseguridades respecto a nuestra relación, la sombra de mi sufrimiento me persigue por todos lados y no puedo respirar tranquilamente.

Las lágrimas bajan por mis mejillas y ha de ser horrible ya que seguramente son negras debido al maquillaje, pero poco me interesa, solo quiero abrirme a una amiga. Chloe me mira con ese gesto que conozco tanto y odio.

— No me veas con lastima, soy más fuerte de lo que aparento en estos momentos, pero la situación simplemente... Me sobrepasa.

Intento dejar de llorar pero cuando ella me abraza siento que la muralla se rompió completamente, la fuerza con la que me envuelve calma un poco la angustia.

— Alexander te ama y cualquiera con dos ojos lo nota, si le dices que entre a una cueva repleta de arañas venenosas lo hará, porque sería capaz de todo por ti. - se separa de mi y limpia mis lágrimas. - Vales mucho, no estás rota, no dejes que esos fantasmas te atormenten, lucha con ellos, demuéstrales que con Isabella Adams no se jode.

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