Alexander Adams
La nueva casa no podría estar mejor remodelada, Bella se ha encargado de todo como una obsesionada desde que regresamos de nuestra luna de miel.
Frunce los labios mientras quita un florero de en medio de la mesa del patio y coloca otro de diferente color.
— Este queda mejor ¿Cierto?
¿Cómo decirle que no se una mierda de eso sin lastimar sus sentimientos?
— Si, ese.
Ella no se convence y coloca el anterior, acción que provoca que ruede los ojos y me enfoque en la MacBook, estoy analizando las estadísticas de este último mes con los bares, cada fin de semana aumentan las ventas y ver tantos ceros juntos me complace.
— Eres un obseso, es domingo, ¿Puedes no trabajar? - me dice sentandose a mi lado y mirando la pantalla.
— Me pides lo posible. - beso su cabello.
Joder es que no les puedo explicar lo que estoy sintiendo, creo que sí se lo contará a mis amigos me dirían te lo dije. Nuestro casamiento no se siente como algo obligado, siento que la conozco de mil vidas y que al unirnos el cariño mutuo se intensificó.
Es la puta esposa perfecta y no lo digo porque tiene la casa ordenada y la comida servida cuando vuelvo de trabajar, es por la felicidad que me muestra y el amor que me da.
Cómo ahora, pasa sus delgados brazos por mi cintura y comienza a repartir besos en mi cuello.— ¿Y por qué no mejor te enfocas en tu esposa?
Suelto un gemido ahogado cuando su mano comienza a bajar a una zona que la ama, obviando el cariño y romanticismo, el sexo ha sido glorioso.
Su mano aprieta mi semi-erección antes de estampar sus labios con los míos.Hago la mac a un lado y le permito subir a horcajadas de mi cuerpo, sus caderas hondean sobre mi erección y mis manos se posicionan en sus pechos.
Sus ojos azules brillan cuando se separa, sus labios se ven rojos por la hinchazón y me dedica una sonrisa enorme, sin dejar de moverse sobre mi entrepierna.
Joder es hermosísima.
Su cabello azabache cae como una cortina a un lado cuando se acerca a mi rostro.
— ¿Ya te dije hoy que me haces muy feliz?
Mierda, soldado perdido.
— ¿Y yo te lo he dicho? - mi voz sale ronca y no aguanto más sus movimientos, la arrojo a un lado y se ríe cuando cae sobre los almohadones.
Tiene puesto un vestido que cuando abro sus piernas descuento que es solo eso lo que la cubre, siento mi boca volverse agua ante la vista y cuando la miro en sus orbes baila la picardía.
— Ups, olvide algo.
Me río y me cierno sobre su cuerpo, sacando los pechos del vestido y lamiéndolos a mi antojo, sus pezones rosados poniéndose duros con mis besos.
Gimotea cuando mi mano se presiona en ese punto tan sensible en medio de sus piernas.Su humedad empapa mis dedos y me saca una sonrisa que ella borra al levantar mi cabeza y obligarme a besarla, no un beso tierno como los que habitualmente compartimos, es de esos que guardamos para nuestra intimidad.
La erección parece que me va a romper el pantalón, me siento en cuclillas y la libero, el glande húmedo salta hacia ella y mi esposa gustosa separa las piernas aún más, la lujuria y el deseo se respira a nuestro alrededor cuando la atraigo hacia mi polla y la punta acaricia su clítoris.
— Por favor, no me tortures. - echa la cabeza hacia atrás y aprovecho esa distracción para adentrarme en su cuerpo de una estocada.
Su humedad envuelve mi falo cuando comienzo a moverme, sus gemidos inundan mis oídos y agradezco que no tengamos vecinos hasta dentro de unos pares de kilómetros ya que les daríamos una buena vista follando en nuestro patio.
Sus uñas se clavan en mis hombros cuando aumento la velocidad, sus tetas saltan ante mis ojos y los huevos me duelen con toda la eyaculación guardada. Tiene los labios entre abiertos y sus orbes están oscurecidos por el placer.
Sus gimoteos me tienen al límite y cuando su orgasmo me envuelve yo también dejo ir todo en su interior.— Joder...
Amaso sus tetas con fuerza mientras me vacío en ella, Isabella tiene los ojos cerrados y sus piernas me siguen apretando con fuerza.
(...)
El rodete desordenado la hace ver tierna junto con ese delantal que dice queen is in the kitchen, mientras bate algo en un boul, provocando que el rodete se le mueva.
— ¿Que se supone que estás cocinando?
— Milanesas, es una comida muy común en Argentina, fui de vacaciones una vez y creeme, la comida es de las mejores.
Deja el boul en la mesada y me levanto para ver exactamente qué es lo que voy a comer, agarra un pedazo de carne fina y la pasa por lo que mezclo anteriormente, luego de eso lo pasa por pan rallado.
— ¿Y en qué consiste con exactitud? - inquiero intrigado al ver cómo vuelve a repetir la acción.
— En lo que estás viendo.
Se que no me va a decir más nada y para no continuar molestandola voy al despacho a adelantar un poco del trabajo de la semana. Apenas llevo unos minutos en la habitación y el móvil suena en mi bolsillo, lo saco y no conozco el remitente.
— Adams.
— Yo que tú aumento la seguridad en tu casa, no vaya a ser que alguien le haga daño a tu dulce esposa.
Cuelgan y yo me levanto con brusquedad de la silla, hago a un lado los papeles que estaba revisando y prácticamente corro hacia el comedor, dónde Bella está sirviendo la comida.
— Estaba por irte a buscar. - me dice.
Reviso las ventanas y puertas y las trabó, verifico las alarmas y llamo al encargado de los chicos que nos rodean.
— ¿Alexander? - pregunta al verme tan preocupado. - Estás pálido amor, ¿Que sucede?
— Me llamaron diciendo que podrían hacerte daño. Ve a comer que ahora voy.
Asiente y regresa al comedor mientras quedo con Liam, el jefe de seguridad.
— Necesito que aumentes la seguridad.
— Si señor, ¿Cuántos hombres?
— Quince más, los mejores que encuentres.
Liam asiente y me asegura que mañana los tendrá, me siento un poco más tranquilo al regresar a la sala, el gesto feliz de mi esposa desapareció y siento el pesar acentuandome en mi pecho.
Beso sus labios antes de sentarme a su lado, la milanesa viene acompañada de puré y el olor que desprende es delicioso.
— Está riquísimo Bella. - le digo tras probar lo que preparo.
— Gracias.
Su gesto preocupado no se va y mi angustia crece al percatarme de que la felicidad de hace unos minutos en la cocina ha desaparecido.
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Estrategia Millonaria © ✓
RomanceAveces, cuando menos lo esperas te podés cruzar cara a cara con el hombre que te va a salvar, o quizá lo encontrás tirado en una plaza, ebrio como la mierda. Las circunstancias no ayudan a mis temores pero estoy dispuesta a aferrarme a lo que sea co...