Alexander Adams
Hace demasiado tiempo no sentía lo que era la verdadera felicidad, la que me envuelve cada mañana que abro los ojos y ella está abrazada a mi costado, su aroma esparciendo mi paz.
O cuando la veo estudiar, no sé si se percata pero tiene una pequeña sonrisita cada que está con la cabeza metida en los apuntes.
Sin embargo la tranquilidad que se respira es lo que me tiene con cuidado, mirando sobre mi hombro a cada nada. La seguridad está reforzada e Isabella está más tranquila, distraída con organizaciones y con el estudio que comenzó a penas hablé con el rector de mi universidad.
Cuando le traje el material con todo lo necesario para comenzar la felicidad le desbordaba, me abrazo tan fuerte que quise quedarme en ese gesto siempre.
Ahora estoy tomando un café, reclinado en mi silla y por más que intento concentrarme en el trabajo no puedo ya que mi vista se enfoca solamente en ella, tiene la nariz fruncida y los lentes la hacen ver tierna.
— ¿Hay algo que no entiendes? - inquiero y me mira como si la hubiese ofendido.
— Yo entiendo todo.
— Ajá.
Me acomodo e intento leer los contratos pendientes, sin embargo en ese momento logro visualizarla venir hacia mi.
— En realidad... Me gustaría saber ¿que entiendes en esta consigna? No es que yo no lo entienda, es solo para que sepas.
Se me escapa una sonrisa cuando con rostro de cachorrito me extiende la Mac que le compré y en dónde está estudiando. Conseguí que todo lo de ella sea virtual ya que no quiero que se exponga, mi esposa ha estado de acuerdo con ello ya que por más que su terapeuta me haya dicho que está teniendo un progreso, aún no está del todo segura.
Leo la dichosa consigna que la tiene frunciendo el ceño a cada nada y con los ojos entrecerrados la miro.
— Si te digo lo que entiendo, ¿Me darías un beso como recompensa?
El color le sube a las mejillas pero me sonríe y se sienta en mis piernas, acercando su rostro al mío.
— Te daría muchos besos.
— En ese caso, y con esa grandiosa recompensa, debo de decir que la consigna quiere dar a entender el tipo de tela que usarías tú para un vestido como este.
Bajo en el PDF y le señalo el diseño que estaba un poco escondido, pero son trampas que siempre hicieron los profesores de esa universidad. Con Andrew y Thomas desaprobamos muchos trabajos por esa razón, hasta que encontramos lo que escondian en otra página.
Ella entre abre los labios y antes de que logré decirle la trampa ya la tengo llenandome el rostro de besos.
— Gracias, te amo tanto. - besa mis labios y mis manos dejan la Mac para enredarse en su cintura, pegándola aún más a mi cuerpo.
Su te amo engrandece mi ego ya que nunca nadie podría mirarme con tanta sinceridad tras decir esas palabras, el sentimiento le desborda por los orbes y a mi el corazón se me acelera cada que la tengo cerca, demostrando que no soy indiferente a su amor.
— Te amo Bella. - me separo un poco de ella para decirle esas palabras, pero ella no tarda en volver a juntar sus labios a los míos, moviéndose sobre mi regazo y provocando la dureza que la está pidiendo a gritos.
Mis manos bajan a sus nalgas, moviendola a mi antojo. Tiene solo un vestido y eso hace más fácil el acceso de su intimidad y la mía. Suelta un gemido y se que lo próximo que haremos no será estudiar o revisar contratos, lo reitero cuándo saca los senos del vestido, ofreciendomelos.
(...)
El móvil suena con insistencia y el nombre de mi madre aparece en la pantalla. No quisiera contestarle pero he ignorado sus últimas diez llamadas y terminará asesinandome.
— ¿Que sucede Karen?
— Por si lo olvidas Alexander, soy tu madre.
— Pero también eres Karen.
Me muevo en mi despacho, es domingo en la mañana y Bella aún está durmiendo.
— ¿Por qué no contestas mis llamadas? Según tengo entendido ya no estás en la luna de miel, eres un pésimo hijo, no quieres a tu madre.
Ruedo los ojos ante su dramatismo, siempre ha sido así, a Sophia siempre la manipulaba para que le diga que la amaba.
— Ve al punto.
— Vengan a almorzar a casa, extraño a tu esposa, a ti no.
— ¿Y por qué no la llamas a ella antes que joderme a mi?
Se que la estoy haciendo enojar cuando suelta el suspiro que ya conozco.
— Vengan a almorzar Alexander, es mi última advertencia.
Cuelga la llamada y ruedo los ojos, está loca. Subo a mi habitación para despertar a mi esposa y la encuentro despierta, está sentada en la cama y tiene los pelos para todos lados, parece un espantapájaros.
— ¿Te he dicho lo bella que eres al despertar?
Frunce la mirada en mi dirección.
— Jodete. - me río y me acerco a ella.
— Mejor te jodo a ti, ¿No te gusta la idea?
La agarro de la cintura, levantandola de la cama, enreda sus piernas en mis caderas y se cuelga de mi como si fuese un koala.
Esconde el rostro en mi cuello y la llevo al baño para que nos demos una ducha. Su cabello podrá ser un desastre pero ella nunca deja de ser hermosa. Sus orbes brillan cuando la dejo en el suelo, sus manos acarician mi barba de unos días, he descubierto que le encanta hacer eso.
— ¿Me vas a bañar tu? - pregunta burlona.
— ¿Por qué no? - le quitó el camisón de seda del cuerpo, dejándola únicamente con una braga diminuta.
Mi cuerpo reacciona ante el suyo y mi corazón lo hace ante la sonrisa que me dedica.
Soy un desgraciado con suerte, como para que un bombón como ella esté enamorada de mi, y no solo hablo del físico, Isabella es hermosa en tantos aspectos que no podría contarlos al completo a todos.
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No olviden seguirme en Instagram (jacquelineivanawb)
Y les dejo un edit que tenía guardado para la maratón pero olvide subirlo aquí. :(
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Estrategia Millonaria © ✓
RomanceAveces, cuando menos lo esperas te podés cruzar cara a cara con el hombre que te va a salvar, o quizá lo encontrás tirado en una plaza, ebrio como la mierda. Las circunstancias no ayudan a mis temores pero estoy dispuesta a aferrarme a lo que sea co...