Froto mis brazos intentando calmar el frío que recorre mi cuerpo, observo a ambos lados antes de cruzar la calle.
El diminuto vestido apenas cubre mi cuerpo, es más de media noche y gran parte de mi siente miedo, estar así vestida tan tarde es peligroso, con cada loco suelto.
Pero no aguantaba más, debía irme de aquel lugar y él podría buscarme hasta en el fin del mundo pero no me rendiría nunca más, no sería de nuevo la idiota que lo perdona, la imbecil que dice "me golpea porque me ama" "me obliga a acostarme con sus socios porque confía en mi"
Nunca más sería esa idiota, me importa una mierda si debo pagar con mi vida, merezco ser feliz, empezar de cero algo nuevo.
Aunque no tenga un centavo ni a dónde ir, me las arreglaría.
— ¿Estas sola muñeca?
Ignoro los comentarios de los babosos y continuó con mi camino, no se a dónde diablos estoy dirigiendome pero mientras más lejos me encuentre mejor.
Los pies me duelen de tanto caminar, quito mis tacones y los llevo en la mano. Gruño cuando pisó una piedra pero no me detengo, veo que está comenzando a amanecer cuando llego a una plaza totalmente desierta.
Me siento en un banco y miro a mi alrededor, no hay nadie pero no puedo arriesgarme a dormir aquí.
Descanso unos minutos y poniéndome los zapatos nuevamente continuo mi camino sin rumbo fijo, cuando estoy pasando por el medio de la plaza escucho un gruñido.
Frunzo el ceño pero me acerco igualmente al ruido, un hombre yase tirado, esta bien vestido por lo que no creo que viva en la calle.
Su camisa blanca está manchada con sangre y sus nudillos están a carne viva, tiene el labio partido y una botella de vodka esta a su lado.
Me arrodillo delante de él y le tocó la frente, su mano se envuelve al rededor de mi muñeca y sus ojos chocan con los míos.
Un verde grisáceo me mira alerta.
— ¿Quien eres?
— Creo que la pregunta es quien eres tú, estas tirado en medio de una plaza, tienes la ropa llena de sangre y estás herido.
Suelta mi muñeca y mira a su alrededor.
— Mierda.
Con cuidado se levanta y me observa de arriba a abajo.
— ¿Vienes de una fiesta?
Estoy por responderle un *Que mierda te importa* pero me abstengo.
— No, pero estoy desde las diez y media de la noche caminando, ya que te desperté continuo con mi camino.
Frunce el ceño cuando me giro y comienzo a irme del lugar.
Una mano se apodera de mi brazo.
— ¿A dónde te diriges? Puedo llevarte en cuanto logre contactar con mi chófer, tómalo como un agradecimiento, me salvaste de pasar la vergüenza de que muchas personas me vean tirado ahí.
Me río.
— No se a dónde ir si te soy sincera.
Su teléfono suena y contesta rápidamente, da un par de órdenes y vuelve a dirigirse a mi.
— en cinco minutos vienen, ahora dime porque no tienes a dónde ir ¿te echaron de tu casa o algo? ¿No tienes amigos?
Tenía amigas, pero él creía que eran mala influencia y me alejó de todos.
— Me fui y no tengo amigos.
— Bueno creo que estás de suerte porque puedo ayudarte con un lugar hasta que consigas algo.
— No es problema, si quieres espero a que vengan a buscarte y luego continúo mi camino.
Frunce el ceño y niega.
Una camioneta se estaciona frente a nosotros y él toma mi mano para que entremos en ella pero un ruido me distrae.
Las llantas frenando de golpe en el pavimento, Lionel, mi ex novio, baja de la camioneta con un arma en la mano.
— Isabella vuelve aquí ya mismo, zorra.
Miedo se apodera de mi, aprieto fuertemente la mano de este desconocido y los ojos se me llenan de lágrimas.
— Entra al auto. - el hombre que acabo de conocer me empuja al interior del vehículo y él entra tras de mi.
El chófer arranca rápidamente mientras Lionel, mi ex, pega un tiro al aire y corre nuevamente a la camioneta.
— Así que te llamas Isabella, yo me llamo Alexander. - me guiña un ojo y se estira a la parte de adelante de la camioneta para sacar de la aguantera un arma.
— No hace falta que te metas en problemas por mi culpa, puedes bajarme aquí.
— ¿Para qué? ¿Para qué ese imbecil te maté? No quiero ese cargo en mi consciencia.
Le coloca el cargador y abre la ventanilla sacando medio cuerpo afuera, comienza a disparar sin esperar que ellos comiencen.
— Pierdelos Mark.
El hombre asiente y aumenta la velocidad.
No importa si ahora me salvó, él me va a encontrar y va a ser muchísimo peor.
Tengo miedo.
Maldito sea el puto día en el que lo conocí y me dejé hundir en esa mierda.
— Oye, tranquila no llores, si depende de mi ese hombre no se te acercará ni a un kilómetro, te lo prometo.
Alexander limpia mis lágrimas y me abraza.
— Los perdimos señor, ¿a dónde nos dirigimos?
— Al hotel que se abrió hace un mes.
Mark asiente y al parecer se dirije hacia ahí.
El corazón late desbocado en mi pecho, tengo tanto miedo de lo que puede llegar a pasar. No estoy pensando bien, estoy con una persona que acabo de conocer tirada en una plaza con una camisa llena de sangre y golpeado.
¿Por qué razón le estoy teniendo la confianza de mi vida?
Aunque bien que si me iba sola Lionel iba a encontrarme de igual manera y quizá en estos momentos estaría siendo golpeada.
Al llegar al destino impuesto bajamos del auto y en recepción él habla con la persona tras de él.
Vuelve y me toma de la mano llevándome al ascensor.
— Toma esto como un regalo de agradecimiento, - me da la llave- quédate aquí el tiempo que necesites, hay muchos guardias vigilando el edificio, puedes elegir uno para tener a tu disposición, no te pasara nada.
Frunzo el ceño.
— Esto es muchísimo ¿siempre hace cosas por personas que acaba de conocer?
— Sonará extraño pero no siento que seas una aprovechada, - las puertas del ascensor se abren. - odio que los hombre abusen del simple hecho de que son hombres, por lo que veo tuviste una relación abusiva.
》Te alejó de tu familia, tus amigos, te dejo solamente dependiendo de él.
No conozco tu historia, quizá algún día me la cuentes, pero hasta ahora solamente deduzco eso.Nos paramos delante de una puerta.
— Espero disfrute de su estadía en mi hotel Isabella.
Besa mis nudillos y desaparece en el pasillo, abro la puerta y me adentro a la habitación.
Enserio esto es muchísimo.
(...)
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Estrategia Millonaria © ✓
RomanceAveces, cuando menos lo esperas te podés cruzar cara a cara con el hombre que te va a salvar, o quizá lo encontrás tirado en una plaza, ebrio como la mierda. Las circunstancias no ayudan a mis temores pero estoy dispuesta a aferrarme a lo que sea co...