Alexander Adams
El tiempo parece estar riendose de mi, cada amanecer con ella a mi lado, el sabor de sus besos es algo que no puedo ni podré borrar nunca.
Día a día cuando la veo crecer personal y profesionalmente el corazón me late de orgullo, cada te amo salido de entre sus labios es un digno recuerdo que atesorar.
¿Alguna vez vieron a una madre cambiando el pañal con una sonrisa? Porque mi esposa lo hace y cada etapa de madre que me enseña me llena de felicidad. Somos nuevos en esto pero hacemos lo mejor que podemos.
— ¡No corras Massimo! Te puedes caer. - su voz llega a mis oídos y sonrío removiéndome en las sábanas, esperando lo que cada mañana de domingo sucede.
Me río al momento en que la puerta es abierta con brusquedad y unos pequeños pasos se escuchan antes de que alguien comience a tirar de las mantas para intentar subirse a la cama.
Finjo estar dormido pero como no logra subirse termino por acercarme a él con rapidez.
— ¡Boo! - le digo antes de levantarlo y mi pequeño hijo de dos años se ríe al momento en el que reparto besos por su vientre al descubierto.
— Lo cambie y lo primero que hace es correr hasta aquí. - me dice mi esposa con el amor bailando en sus orbes azules, los mismos que Massimo posee.
— ¡Papá! ¡Papá! - abre y cierra sus manos, reclamandome su atención.
Es mi pequeño campeón, la mezcla perfecta que hicimos su mamá y yo. Tiene una mirada llena de malicia cuando quiere algo y hace todo por tenerlo, aveces ser padre puede llegar a ser un dolor de cabeza pero no hay nada mejor que los brazos de tu hijo rodeandote.
— Vamos ayunar.
Esta comenzando a hablar y hay palabras que aún le cuestan, lo primero que salió de su boca fue mamá, en un grito enojado porque no quería comer pure de zapallo. Sabrán que eso dejo a Isabella en un mar de lágrimas y termino dándole de comer todo lo que él apuntaba que quería.
— Vamos mi príncipe. - su madre lo toma en brazos y él le sonríe antes de besarle la mejilla, acción tan pequeña pero que deja a mi esposa embobada.
No sé la puede culpar porque, no es porque sea mi hijo, pero es el niño más hermoso que hayan podido conocer.
(...)
Tarde de domingo y me dedico a leer un libro sin quitarle atención a Massimo, quien está jugando en uno de los juegos que compramos para él. El viento de la primavera no es fresco y ambos estamos en camiseta.
Isabella tiene un vestido blanco y está apoyada en mi hombro, con los ojos cerrados.
— ¿Estás cansada? - asiente.
— La nueva temporada me tiene atareada.
Mi esposa es una emprendedora, posee una boutique dónde vende todo lo que diseña y es un éxito total, se está expandiendo de a poco y ya hay tres sedes en el país. También tiene una agencia de organización de eventos bastante conocida por la alta sociedad ya que son los clientes más frecuentes.
Lo dije siempre y lo seguiré haciendo pero Isabella Campbell de Adams es muchísimo más que una cara bonita. Cuando el mundo escucho su historia luego del asesinato a Lionel, muchas mujeres se sintieron identificadas y comenzaron a llegar bastantes mensajes de apoyo.
No dejo la terapia pero su mejora es notoria. Luego de lo sucedido en Seattle comenzamos con el nuevo hotel, el cual actualmente está situado en Florida y se llama Isabella, es bastante concurrido pero nada comparado como el que hace un año lleva en pie en Roma y posee el nombre de mi hijo.
Así como mi esposa demuestra su amor con palabras, yo lo hago con un edificio enorme a su nombre. Todas las ganancias del hotel de Roma van a la cuenta que esta a nombre de Massimo.
— Gajes de ser la mejor en todo.
— No lo soy. - siento su sonrisa.
— No intente ser humilde señora Adams.
Antes de que me pueda responder nos vimos atacados por un pequeño cuerpo que salto sobre nosotros, sus carcajadas no se hicieron esperar mientras Isabella se separaba de mi para sostenerlo antes de que se caiga.
— Puedes golpearte Massimo.
— Estoy haciendo pakur. - sus orbes brillan con desafío, instando a su madre a que lo reprenda y eso me hace reír.
Son tan idénticos que terminó abrazándolos, las carcajadas de Massimo me tranquiliza y es el sonido más hermoso que jamás escuche.
Beso a la mujer con la que me case y mi mente recapitula todo lo que vivimos estos últimos años. Pienso en la vez que me encontró en ese parque, a su vez recuerdo sus lágrimas cuando me contó todo lo que le pasó, los sollozos cuando le dijeron que no iba a poder ser madre.
El miedo que la paralizó cuando vio nuevamente a Lionel y lo decidida que estaba cuando le sugerí de la estrategia para que no vuelva al martirio.
Y sin importar todo lo malo que pasamos, acá seguimos, con un hijo que nos demostró que no importa cuántas veces te digan que no, siempre hay que intentarlo porque la esperanza no tiene que perderse.
Y si tuviera que decirle algo a alguien en un futuro es que no se rindan porque nosotros como pareja no lo hicimos. A todas las mujeres que fueron abusadas y manipuladas; demuestren que son más fuerte de lo que creen. Y a todos los que estén atravesando una perdida que duele les digo que no se dejen llevar por el dolor.
Sophia no está pero yo si y tengo que hacer lo que ella no pudo.
— Nos costó llegar a esto, ¿Cierto? - me abraza viendo a Massimo salir corriendo hacia los columpios.
— Si, fue difícil. - dejo un beso en su coronilla. - Y aún hay muchas etapas más para atravesar.
— ¡Mamá! ¡Papá! - nuestro hijo nos llama y con una sonrisa nos levantamos, yendo hacia él.
Todo comenzó como una simple estrategia pero Massimo Federico Adams nos recuerda que no quedo solo en eso.
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No olviden seguirme en Instagram (jacquelineivanawb)
Hoy, 14 de febrero, es el cumpleaños de una de mis protagonistas más fuertes, la cual demostró que a pesar de los golpes que te da la vida siempre puedes levantarte y acabar con tu verdugo sola.
Mi regalo para ti, Isabella Campbell de Adams, es tu final feliz. El cual ya está disponible tanto en booknet como en wattpad.
Luego de cuatro años la trilogía millonaria está completa y si bien es un borrador ha sido toda una experiencia escribir a estás tres parejas tan disparejas.
Se terminó el viaje y gracias por haber estado abordo de él.
Las amo.
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Estrategia Millonaria © ✓
RomanceAveces, cuando menos lo esperas te podés cruzar cara a cara con el hombre que te va a salvar, o quizá lo encontrás tirado en una plaza, ebrio como la mierda. Las circunstancias no ayudan a mis temores pero estoy dispuesta a aferrarme a lo que sea co...