23 | Señor y señora Adams

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Alexander Adams

Gruño al despertar, por primera vez en mucho tiempo, en la cama completamente solo. El olor a Isabella no está en las sábanas y es porque mi madre nos hizo dormir en habitaciones separadas.

Me estiro y agarro el móvil antes de levantarme, tengo un mensaje de la loca de mi futura esposa avisándome que se fueron al hotel a prepararse, por lo que tengo la casa completamente sola para mí.

Contesto a Andrew que me avisa a la hora que estarán en el lugar y colocándome las pantuflas, salgo de la habitación para ir a desayunar, sin embargo algo me detiene. Mi pecho se oprime al momento de quedar de frente a la puerta que no he entrado en unos años.

Trago grueso mientras giro la manija, a medida que la puerta se va abriendo logro ver el interior de la habitación, enciendo la luz y el nudo en mi garganta se hace presente al notar todo tal cual ella lo dejo.

Una vez me adentro a la habitación comienzo a mirar todo, cuando llego a la estantería acaricio todos sus libros, era una chica enamoradiza y fan del romance, cada que entraba a una librería pensaba en ella y le compraba algún libro de romance, solo porque ver su sonrisa me hacía feliz.

El color rosa pastel predomina en la habitación, me siento en su cama y abro el cajón de su mesa de noche y el dolor aumenta al visualizar la prueba de embarazo positiva, la tomo en mis manos y eso me permite ver un pequeño cuaderno que le regale cuando cumplió 12.

Dejo la prueba a un lado y levanto el diario, pasando y leyendo las páginas, sonriendo cuando me menciona, la letra es desprolija en un principio pero va mejorando a medida que pasa el tiempo. Cuando llegó a las últimas dos páginas es cuando las manos me comienzan a temblar.

Querido diario:

Apenas tengo fuerzas para escribir esas dos primeras palabras, hoy me enteré que estoy embarazada, tengo en mi interior un bebé que me va a recordar toda la vida el rostro de los hombres que me la arruinaron.

No puedo permitirme traer al mundo a una criatura que va a sufrir porque no lo voy a poder mirar feliz, si ni siquiera yo soy feliz.

Tengo en mi mente algo que no tiene vuelta atrás, la cabeza me está matando, los recuerdos me traicionan apareciendo en el peor momento, quiero arrancarme la piel cada que recuerdo las manos que la tocaron.

No aguanto más, y me duele por mamá y por Alex, les dolerá la decisión que voy a tomar pero me gustaría que no sufran, ellos no tienen la culpa de mis acciones, no merecen llorarme. Yo ya no soporto vivir en este martirio constante, los amo y si ellos me aman entenderían mis decisiones.

Sophia Adams.

No me doy cuenta que estoy llorando hasta que una lágrima cae sobre el diario, mojando la hoja. Mi hermana estaba sufriendo tanto y no fui capaz de detectarlo a tiempo, no era conscientes del profundo dolor que se apoderaba de su pecho.

Y no me sorprende que mamá no haya descubierto esto ya que ordenaba que mantengan la habitación limpia pero nunca entraba, le dolía el solo ver un recuerdo de lo que un día su dulce hija fue.

Guardo todo nuevamente en su lugar y salgo de la habitación, las lágrimas aún en mis ojos cuando cierro la puerta y me recuerdo que hoy me caso y ella no querría que esté llorando a horas de ir al altar.

— Te extraño dulce Sophia. - suspiro.

(...)

— No puedo creer que aún vivo para presenciar esto. - mi mamá solloza tras de mi mientras yo intento anudar la corbata, las manos me tiemblan y me lo hacen más difícil.

— No seas exagerada Karen.

Estoy por salir de la habitación cuando ella me detiene, su vestido oscuro y sus orbes me recuerdan a mi hermana y lo que leí está mañana, provocando que los nervios aumenten aún más.

— No lo soy hijo, te conozco y se que está es una de las mejores decisiones que estás tomando en tu vida. Te amo y estoy orgullosa de ti. - agarra mis manos entre las suyas.

— Es solo un trato mamá. - Ella rueda los ojos antes de estirarse y besar mi mejilla.

— No te lo crees ni tú, ahora ve al altar que iré a ver a tu futura esposa.

Asiento y ella sale yendo en dirección al lugar en el que Bella está preparándose, yo camino hacia el altar, logro visualizar la iglesia completamente llena y a mis amigos en unas de las primeras filas. Thomas me sonríe, Melissa está a su lado y también me hace ese gesto, los Kouzouni están tras de ellos, Alice está en las piernas de Chloe y Amelie está hablando con Andrew.

Que ha de estar pasando por la cabeza de la mujer loca que llevo a Isabella a ver strippers en la despedida de soltera.

Saludo al sacerdote y entrelazó mis manos frente a mi, tragando grueso mientras los minutos pasan y no hay señal de entrada por parte de mi mujer.

— Tranquilo, llegará. - me dice el hombre como si mis nervios fueran tan notorios.

Estoy por responderle cuando la música nupcial comienza a sonar en la iglesia, mi atención yendo directa hacia la puerta dónde Isabella viene con el brazo entrelazado al de su padre de su padre, tiene una sonrisa enorme en el rostro, el vestido estilo princesa me hace sonreír feliz a mi. El ramo es de rosas y sus ojos brillan tanto que me cautivan a la vez que las palabras que escribió en twitter llegan a mi cabeza.

Te quiero.

Yo también te quiero Bella, las palabras quieren salir de entre mis labios cuando la tengo frente a mi, el sacerdote habla pero mis orbes no se separan de los suyos. Me da miedo creer que luego de que Lionel deje de ser un peligro ella me deje.

Estoy comenzando a tener sentimientos hacia una persona que no sé si es alguien segura en mi vida.

— Alexander Adams, ¿Aceptas a Isabella Campbell como tú esposa, para amarla y respetarla, hasta que la muerte los separe?

— Acepto. - no lo dudo ni un segundo.

— Isabella Campbell, ¿Aceptas a Alexander Adams como tu esposo, para amarlo y respetarlo, hasta que la muerte los separe?

— Acepto.

Palabras siguen saliendo de la boca del hombre pero no tengo atención para nadie más que no sea ella y la sonrisa que me está dedicando, tiene las mejillas levemente sonrojadas aumentando mi frecuencia cardíaca.

Ambos nos colocamos los anillos, su mano delicada tarda un poco más en pasar la joya por mi dedo.

— Los declaro marido y mujer, puede besar a la novia. - esas palabras me traen de nuevo a la realidad, engancho mis manos en su cintura atrayéndola a mis labios.

Avasallo su boca con dulzura, ella me corresponde de la misma manera y cuando se separa no puedo evitar la reacción de mi cuerpo ante lo que me provoca.

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