Maratón: 3/3
Isabella Campbell
— Necesita tener más confianza en usted misma, no puede seguir creyendo que no merece todo lo bueno que le está sucediendo. - coloco las manos en mi regazo mientras oigo atentamente las palabras del terapeuta, el cual se encuentra levemente intimidado gracias a los dos guardias detrás mío.
Cortesía de Alexander debido a lo sucedido la última vez.
— Siempre creo que es mi culpa, que si quizá no hubiese sido tan ingenua... Inclusive lo de la última vez, me paralice y no fui capaz de pedir ayuda, solo deje que me arrastrara.
— Isabella, aveces el miedo nos hace actuar de diferentes maneras, a usted la paralizó y por eso no fue capaz de nada. El miedo de verlo lo provocó. Y con respecto a la culpa, usted no es culpable de nada, no se haga responsable de los actos de un loco.
> Sonará poco profesional pero mi hija tiene su edad señorita, y esto me llega. Sanarla a usted significa que puedo sanar a mi hija en cualquier circunstancia.
(...)
— ¿Cómo te llamas? - le pregunto al guardia de seguridad que Alexander me asignó para que esté cerca de mi en todo momento.
Alex se encuentra en la oficina y el hombre frente a mi está encargado de no despegarse de mi en ningún momento, trayendome a terapia y llevándome nuevamente al hotel.
Es de confianza para Alex por lo que también confío en él, es la primera vez que salgo del hotel en una semana, en esos días el pelinegro no ha estado tanto junto a mi, pero llega todas las noches a cuidar mi sueño. Según me dijo, la oficina está necesitando mucho de él.
— Paul, señorita Campbell.
Sus ojos son oscuros y su cabello color platino, tiene fracciones duras pero algo en él me hace confiar y no solamente porque Alex confíe en él para mí cuidado.
— Bien Paul, ¿Tienes hermanas?
— Dos, una es adolescente y la otra es pequeña.
Asiento lentamente.
— ¿Las amas?
— Más que a mí vida señorita. - sus orbes oscuras se enfocan en mi por el espejo retrovisor.
— Cuídalas mucho, habrás escuchado lo que hable con mi terapeuta y la verdad es que el mundo es duro para nosotras.
— Soy consciente de ello y hago todo lo que está a mi alcance para protegerlas, al igual que es mi deber protegerla a usted señorita Campbell.
Asiento nuevamente y miro a la ventana, siempre quise ser madre de una niña, pero hoy, viendo todo lo que nuestro género debe pasar, todo lo que podemos sufrir, es algo que me abre los ojos.
No puedo ser madre, pero haría todo lo que esté a mi alcance para proteger a los niños que lo necesiten.
— ¿Crees que podríamos pasar por un orfanato?
— Debo de hablarlo con el señor Adams antes, mi trabajo es llevarla directamente al hotel.
— Está bien, luego hablo yo con él.
— Es por su seguridad señorita.
Lamentablemente lo sé, y no me quejo de ello.
(...)
Alexander entra abruptamente a la habitación, mientras me encuentro cenando.
Le había mandado un mensaje preguntándole si podía venir antes y no había recibido respuestas.
— ¿Sucede algo? - le doy un trago a mi vaso con agua mineral y él no se acerca.
— ¿Recuerdas el contrato? - asiento. - Es auténtico, lo hice revisar por muchos de mis abogados y ese neandertal tiene razón, es legal.
Frunzo el ceño, en que mundo de mierda esta la justicia, que marcarme cuál objeto pueda ser legal.
El miedo recorre mis venas, pero me encuentro acostumbrada a él, siempre está haciéndose presente desde los últimos tiempos.— ¿Y no hay noticias buenas? Me acabas de quitar el apetito. - me levanto y comienzo a acercarme a él pero Alexander asiente y se aleja, mis manos tiemblan cuando las dejó caer a mis costados.
— Tengo algo pensado, pero no sé si sea de tu total agrado. - lo observo moverse de un lado a otro por toda la habitación.
— Solo dilo Alexander, nada es más de mi agrado que estar lejos de Lionel.
Se enfrenta a mi, sus orbes oscuras se enfocan en las mías, su postura me muestra determinación y eso hace que el miedo anterior desaparezca.
Estuve drogada la mayor parte de mi tiempo en cautiverio, no era muy consciente de lo que me hacían o lo que yo hacía, cosa que en parte agradezco ya que no me gusta recordar cuántas manos estuvieron sobre mi cuerpo.El papel que le da poder a Lionel sobre mi es algo que me hace estremecer, el punto de locura y obsesión al que puede llegar alguien es terrorífico.
— Cásate conmigo, tus problemas serán los míos y yo los solucionaré, nadie te tocará ni un pelo mientras seas mi mujer.
Siento la boca seca y las manos temblando a la vez que frunzo el ceño, separo los labios con intención de responderle pero no sale ningún sonido de ellos.
— Es la propuesta más seca que escuche en mi vida. - es lo único que logró pronunciar, lo que provoca que suelte un fuerte suspiro antes de sonreír aliviado.
— No lo tomes como una propuesta Bella, tómalo como una estrategia, como tu marido puedo anular cualquier papel que tenga tu firma, contratando al mejor buffet de abogados e impidiendo que manchen en nombre de mi esposa.
No tienes ni idea de lo que el dinero y una buena posición puede hacer.— Si acepto ser tu esposa entonces ¿podré confiar en que se irán a la mierda todos lo que me han jodido?
— Bien hay una frase que dice que dos es mejor que uno.
Le sonrió y tomo sus manos entre las mías, que ya no se encuentran tan temblorosas.
— Acepto ser tu esposa, para que se jodan todos aquellos que se atrevieron a romperme.
Sus brazos me envuelven y yo no respiro tranquila, las ganas de acabar con todo me sobre pasa. Es mucho tiempo que no va a volver a mi vida pero que si puedo vengar porque la dulce Isabella murió en el primer abuso.
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Dedicado a: JeniferOrtiz788 y a Fio1923 que fueron las que adivinaron en el pequeño fragmento que subí aquí y en Instagram. 🥰
Espero les haya gustado esta pequeña maratón. 🤍
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Estrategia Millonaria © ✓
RomanceAveces, cuando menos lo esperas te podés cruzar cara a cara con el hombre que te va a salvar, o quizá lo encontrás tirado en una plaza, ebrio como la mierda. Las circunstancias no ayudan a mis temores pero estoy dispuesta a aferrarme a lo que sea co...