13 | Deja vú

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Alexander Adams

La casa de mi familia se muestra en toda su máxima grandeza, las paredes viejas contienen millones de historias, los escalones de la entrada me recuerdan muchos juegos de mi niñez.

La presencia de Isabella a mi lado me quita un peso, el ver a mi madre nuevamente no es algo que estaba en mis planes después de lo que pasamos. Doy los pasos necesarios hacia la puerta, ella siguiéndome.

Me quedo viendo fijo la madera oscura pero es ella la que golpea al notar que no tengo ganas de hacerlo.

– ¿Estás bien?

– Eso creo. - La veo tragar grueso antes de tomar mi mano.

– Escucha... Si no me quieres presentar con tu madre está bien, no hay apuro, después de todo lo que tenemos no es una relación como tal. - suspiro y me enfoco en sus orbes preocupados.

– No es por ti Bella, no veo a mi madre hace muchísimo tiempo y de repente vengo a avisarle que voy a casarme... No sé cómo sería su reacción.

Asiente lentamente pero antes de que me responda la puerta ya se está abriendo y mi madre aparece en el umbral, su piel se encuentra más pálida y su cabello ya se ha tornado gris, hay unas pocas arrugas decorando su rostro, las cuales se acentúan cuando frunce el ceño en nuestra dirección.

– ¿Alexander?

– Hola mamá. - me alejo de Isabella para acercarme a ella y mi madre no tarda en envolverme en sus brazos, sollozando contra mi pecho.

– Mi niño...

Su cuerpo desprende el olor característico de mi infancia y la de mi hermana, la familiaridad que me genera provoca que mi corazón se tranquilice y vuelva 5 años atrás.

Cuando se separa de mi sus ojos se encuentran rojos y cristalinos antes de reparar en mi acompañante, quien la mira tímida.

– Hola señora Adams. - mi mamá la mira con dulzura antes de abrazarla también.

– Hola preciosa, dime Karen.

Una vez nos encontramos los tres adentro y mi mamá ya nos sirvió el té nos observa a ambos con curiosidad.

– Puedo preguntar ¿Qué son?

Desde adolescente mi mamá sueña con que traiga una mujer a la casa, hasta este momento no lo había hecho ya que nunca había tenido una relación formal, ahora tampoco la tengo pero bueno... Me voy a casar.

– Futuros esposos. - le respondo antes de darle un sorbo al té de manzanilla que nos acaba de servir.

Es horrible pero no quiero herir sus sentimientos, la extrañaba.

Sus orbes se abren asombrada y casi tira la taza de porcelana.

– ¿Y me lo dices de esa manera Alexander? - subo mis hombros y le resto importancia.

– Solo quería avisarte que tú hijo se va a casar en unos meses.

Isabella se encuentra colorada a mi lado, intenta disimularlo con la taza pero yo lo noto, mi mamá repara en ella y me mira nuevamente.

– ¿Podemos hablar hijo? En el despacho de tu padre. Disculpa Isabella, no veo a mi hijo hace muchísimo tiempo. - le dedica una mirada de auténtica disculpa a mi futura esposa y ella le sonríe dulce.

– No hay problema la entiendo completamente, los espero aquí, hablen tranquilos.

Beso su mejilla antes de levantarme y seguir a mi madre.

– Ahora vuelvo Bella, prueba esos bocaditos de frutilla, te encantarán.

Ella me sonríe y asiente feliz.

(...)

– ¿Cómo se conocieron? Hay algo en ella... Algo en tu futura esposa que hace que mi corazón se apriete con extrañeza, hay algo de familiaridad en su mirada que me duele. - Karen se deja caer en el sofá que era de mi padre y su mirada cristalina me enfoca.

Trago grueso e intento buscar una salida pero no la encuentro.

– Ella fue víctima de lo mismo que Sophia, estoy intentando que... Las cosas no terminen igual, su ex novio es un hijo de puta y la quiero alejar de ese mundo tanto como sea posible, la única solución que encontré fue el matrimonio.

Lágrimas se derraman por sus mejillas, sus sollozos me maltratan los oídos y me acerco a ella para apretarla a mi cuerpo.

– Te amo tanto Alexander.

– También te amo mamá.

Cuando se separa de mi se limpia las lágrimas con brusquedad.

– No voy a volver a estancarme en el pasado hijo, te lo prometo, no estarás solo en esto, te ayudaré a qué la historia no se repita. - lleva sus manos a mi mejilla y la acaricia. - Dios te devolverá todo lo que estás haciendo, quizá de la manera en la que menos te lo esperes.

Asiento lentamente y beso su frente, los sollozos se vuelven leves hasta que logra tranquilizarse. Mi mamá se hundió en la tristeza hace cinco años e intente de todo por sacarla de allí pero fue imposible si yo también estaba en ese pozo.

(...)

Bella se lleva una frutilla a la boca cuando volvemos a la sala, mi mamá la mira con amor ahora, los gestos que hace mi futura esposa le causan ternura.

– Es tan hermosa.

– Lo es.

Karen se me adelanta y se acerca a la pelinegra para sentarse a su lado, las observo desde el umbral, una extraña sensación de deja haciéndose presente en mi.

Dirijo la vista al piano de la esquina y se forma un nudo en mi garganta, intento pasarlo acercándome a ellas pero sigue ahí.

– ¿Estás bien Alex? - los orbes preocupados de Isabella me miran y yo le sonrío.

– Si, ¿Tú?

Después del susto que tuvo a causa de Lionel no ha estado bien, duerme menos pero las pesadillas son nulas desde que estoy cuidando su sueño, me ha pedido que aumente sus terapias y eso hice pero el doctor me ha dicho que necesita enfocar su tiempo en otra cosa que no sea el pasado.

Pero no sé me ocurre que cosa podría gustarle tanto al punto de distraerse.

– Ahora si.

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