Alexander Adams
— ¿Alguna vez rompiste el corazon de alguien? - la pregunta de Isabella me toma desprevenido y creo que la miro asombrado por un instante.
— Creo que si, sin embargo nunca lo haría adrede.
Se queda analizando mientras mira por la ventanilla del auto, ha estado distraída y callada desde que salió del consultorio del terapeuta y por esa razón me sorprendió que hablara de la nada.
— Tienes pinta de rompecorazones. - sonrió inevitablemente.
— Vaya, pues que observadora.
— Si lo soy, puedo decirte claramente que veo en ti desde que te conocí hasta ahora.
— Pues ilumíname preciosa.
De reojo veo el color subir por sus mejillas pero se acomoda mejor en el asiento mientras yo no separo la vista del camino.
— Eres alguien exitoso, agradable para la vista y más de una mujer habrá intentado cazarte. - inclino la cabeza incitandola a que siga. - Pero veo en ti lo mismo que veo en mi, estás dañado de alguna manera, cuando te conocí estabas ensangrentado y nunca me dijiste nada de que te había sucedido.
Me tenso de pies a cabeza. Desde que la conocí no volví a aquel lugar de mierda, mi prioridad era que ella esté sana y quizá sanar yo mismo en el proceso.
— Es pasado.
— Cualquier cosa que te dañe espero que lo sea.
Oculto la pequeña sonrisa que quiere aparecer y aparco frente al restaurante.
— Vamos a comer.
— No quiero comer aqui. - me habla cuando bajamos y la tomo de la mano.
— ¿No? Bueno, hay otro restaurante a unas cuantas cuadras...
Se ríe y me hala hacía la derecha.
— Cuando veníamos vi un centro comercial, ¿Alguna vez fuiste a uno? - continúa jalándome y hago una mueca de disgusto.
— Nunca fui a uno y tampoco creo que sea algo necesario, podemos comer algo decente aquí. - se ríe y al final la sigo a su ritmo.
— ¿Decente? Creo que te hace falta un buen combo de hamburguesa para que te des cuenta de lo deliciosa que es la comida que no venden en restaurantes caros.
Me dejo arrastrar por ella y no puedo creerlo. Hoy dejo que me lleve a un centro comercial, mañana seguramente me arrastra hacia un supermercado.
(...)
Los ojos de Isabella están en los niños que corren por el patio de comida del centro comercial.
El ruido del lugar me aturde, la gente habla demasiado fuerte y estamos haciendo una fila para pedir la comida. Ella elegirá por los dos ya que después de ver todo el aceite que tiene eso en la pantalla no he podido elegir.
— Quita esa cara de disgusto por favor.
— Estoy fuera de lugar Isabella, no he visto a ni una persona de traje en este lugar. - se ríe abiertamente y avanza en la fila - también me estoy cansando de estar aquí parado como un idiota.
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Estrategia Millonaria © ✓
RomanceAveces, cuando menos lo esperas te podés cruzar cara a cara con el hombre que te va a salvar, o quizá lo encontrás tirado en una plaza, ebrio como la mierda. Las circunstancias no ayudan a mis temores pero estoy dispuesta a aferrarme a lo que sea co...