𝖙𝖍𝖊 𝖒𝖎𝖘𝖘𝖎𝖓𝖌 𝖍𝖊𝖗 ━━ start up, Han Ji Pyeong《 completa en español✔︎ 》

xvii. prueba de hielo

Luego del difícil trabajo de los programadores para lograr que su tecnología se incremente de manera eficaz al reconocimiento de imágenes de su idea llamada "NoonGil", llegó el día de demostrar si en verdad funcionó su esfuerzo sin dormir una hora durante la noche o no. A pesar de las ojeras y el cansancio, si todo sale bien, será un gran alivio para el grupo de amigos.

Por otro lado, también esa misma madrugada, Kim Jun-so estuvo debatiéndose a si misma que la única forma de que Han sea más cariñoso con ella es hacerle saber que necesita que lo sea, en otras palabras, un beso en una relación arreglaría muchas cosas y es imposible que falle (según su lógica)

— Yeong-sil, abre NoonGil. ¿Qué es lo que ves? — pregunta la mujer ciega sentada en la mesa con el resto del grupo de Samsan Tech, excepto la directora.

— Hay dos billetes de 10.000 mil wones y cuatro billetes de 1000 wones.

Todos se miran entre sí felices al darse cuenta de que la aplicación sirve. — Fantástico, se los agradezco, me encanta — sonríe.

— Intente mostrarle otros objetos, Yeong-sil lo sabe todo.

La mujer apunta hacia Chul-san con la cámara — Yeong-sil, ¿quién es la persona parada frente a mí?

— Es un hombre de unos 20 años con gafas falsas para estar a la moda.

Ríen a carcajadas por la precisión tan exacta de aquella tecnología. Al terminar con la prueba, los chicos deciden arreglar pequeños aspectos con respecto a la aplicación, Jun-so comienza con su plan de publicidad, ahora lo que más necesitan es que alguien quiera invertir en el proyecto. Teclea en su computadora concentrada, tratando de buscar empresas.

— Jun-so — le llama Do-san, ella alza sus cejas prestándole atención — ¿podemos hablar?

La pelinegra asiente y se levanta de su escritorio, ambos se alejan un poco de las mesas.

— Me enteré que sales con el señor Han y quería saber si todo está bien entre ustedes.

— Ehhh, sí... ¿Por qué?

— Bueno, tengo que cuidarte, eres la más pequeña del grupo y él es mayor que tú. Te tenemos mucho cariño y no queremos que salgas lastimada — explica con nerviosismo.

— No te preocupes, sabes que si tengo problemas de inmediato acudiré a ustedes. Son mis amigos. Gracias. — sonríe.

— Quiero decirte que...

— ¡Llegó Dal-mi!

Los dos miran a la entrada donde la directora entra sonriendo y vuelven con los demás que están reunidos en el escritorio de Yong-san. Jun-so aprecia mucho la preocupación de sus amigos por su nueva relación, después de todo, nada quita el hecho de que Han sigue teniendo más años. Todos se quejan por el olor tan desagradable que de pronto se forma en el ambiente y miran la bolsa que Dal-mi tiene en sus manos. Jun-so frunce su ceño al reconocer aquel material.

— La prueba final arrojó resultados excelentes — informa Chul-san

— ¿Enserio? ¿cuál fue el porcentaje de reconocimiento?

— Superó el 97%, todos estamos muy satisfechos... ¿y a tí cómo te fue?

— Las empresas a las que visité estaban muy entusiasmadas por invertir, debí llevar más tarjetas, querían muchas. — miente. Es obvio que casi nadie le prestó atención.

— Ahora que estamos todos juntos publicaré la aplicación en la tienda — anuncia Yong-San

— ¡Hagamos una apuesta!

— ¡Sí! ¿cuántas descargas creen que tendrá nuestra aplicación en una semana?

Mientras apostaban, Jun-so sólo pensaba. No ha visto a Han en todo el día y eso se le hace extraño, y ahora, su amiga aparece con la misma bolsa que vió ayer en su coche. No es celosa, para nada, pero siente una pequeña inseguridad debido a que en sus (pocas) relaciones anteriores, le hicieron eso un par de veces. Borra esos pensamientos en su cabeza. Confía en Han, lo hace demasiado.

— Señorita Kim ¿va a apostar? — pregunta Dal-mi haciéndola volver a la realidad. Ella niega enseguida.

— Esperen ¿lo subimos al mercado global? Tenemos la versión en inglés.

— ¿No creen que es muy pronto para hacer eso? — pregunta Dal-mi.

— ¿Por qué? no cuesta nada subirlo allí. Hazlo.

Al día siguiente no tuvieron ni 10 descargas. Están muy decepcionados. Excepto Dal-mi que parece muy satisfecha de que eso haya pasado. Jun-so se dedicó en el día a hacerle publicidad a la aplicación en redes, anuncios y también a personas por la calle repartiendo volantes, al parecer nada está funcionando como lo planean y eso baja los ánimos. La directora lleva al grupo a comer pollo como remedio para mejorar y se ve que es la única a la que la vida le está sonriendo.

— Hoy la cerveza sabe amarga — exclama Yong-San.

— Necesitaré cien mil cervezas para que un milagro me suceda — susurra la pelinegra esperando otra ronda de alcohol.

— Tenemos una nueva descarga...

— Increíble.

Suspiran al mismo tiempo decepcionados.  La pelinegra agarra un ala de pollo y la muerde sin importar que se ensucie su rostro, apoya su mentón en su mano masticando. Una idea aparece en su mente ¿y si llama a Han? sería un muy buen momento para que venga, pero prefiere esperar a que sea el momento justo.

Al terminar de comer pollo y muchísimas cervezas, todos toman caminos separados para ir a casa. Jun-so camina por las calles algo atontada debido a embriagarse. Alza sus brazos comenzando a dejarse llevar por el viento. De un momento a otro saca su teléfono y luego de varios intentos por marcar el número correcto, lo logra colocándolo en su oreja.

— ¿Hola?

— ¡Hannie! ¿cómo estás, cariño? — pregunta sonriente, la borra lentamente — espero que no me estés engañando, tarado.

— ¿Qué? ¿d-de qué estás hablando?

— ¿Crees que no me di cuenta? ¿pensaste que esto seguiría así? — Han se queda callado, completamente aterrado de que se haya enterado del plan que tiene con su relación — obviamente sé que no estés con otras mujeres ¿o sí? ¡como yo soy una niña entonces te aprovechas de mí!

Suspira aliviado. — Jun-so ¿estás bien? seguramente bebiste.

— Sí, un poquito, poquito. Tranquilo.

— ¿Dónde estás? voy por ti.

— Nop, ni vengas, ya acabo de llegar a mi casa — responde observando el edificio al frente suya, lanza un beso al aire — te quiero mucho, ¡mucho! lo sabes ¿verdad? me haces muy feliz.

Han baja su mirada. Espera que ella no salga lastimada por culpa suya. — Sí, buenas noches. Duerme bastante para mañana.

— ¡Okis, adiós!

Cuelga y sube las escaleras de su casa con una gigante sonrisa en el rostro.