un chico extraordinario

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Las risas y el buen ambiente aun flotaba en el aire de la cafetería de la plaza san Marcos.

Chae resulto ser un caballero en toda la extensión de la palabra, les había invitado la comida y un par de nieves.

—¿Segura que no tienes frio?— volvió a preguntar. La tarde había caído, y ambos chicos se hallaban caminando por la plaza solos, pues Raine mágicamente se había encontrado con un ex-compañero de la universidad y se quedaron por ahí, a "platicar" o echar el chisme como decía Chae. —Mira que no me importaría darte mi chaqueta.

—Descuida, en Australia nieva casi a diario, pero últimamente algo le sucede a mi cuerpo— puchereo, provocando la risa en su acompañante.

Los fríos vientos de la tarde revolvían los cabellos de las personas, algunas se quejaban porque sus sombreros salían volando y otras por que las torrenciales corrientes de aire enmarañaban sus cabellos, Aixa sonreía y pasaba sus dedos por estos sacándose uno que otro de adentro de su boca.

Chae no dejaba de observar a Aixa, su belleza lo deslumbraba y creía que su primo se había quedado demasiado corto con la descripción que le dio de la chica.

Era menuda de cuerpo pequeño y proporcionado en los lugares correctos, simpática y muy parlanchina y eso le gustaba aunque también se cohibía y sonrojaba como una adolescente que quizá aún fuera por su apariencia inocente.

—Me gusta cuando sonríes.

—Gracias... Me gustan tus ojos— sonrió, recordando a Beng el novio de su hermana, cuando Beng quiso que ella saliera con Jaco su hermano —son como los del novio de mi hermana, el es chino, de casualidad, ¿tienes descendencia china?

Chae rio, no era la primera vez que se lo preguntaban pero esta vez estaba contento de responder.

—Mi padre, mi padre es chino y mama es italiana— respondió orgulloso, miro directo a los ojos de Aixa cuando se detuvieron. Aixa se debatía con el bolso que llevaba del cual quería sacar un crochet gris. —déjame te ayudo— ambos estaban tan cerca, el cuerpo de Aixa se estremeció cuando las manos tibias de Chae tocaron sus frías manos, le quito el crochet y le ayudo a colocárselo en la cabeza. —Mejor, ¿no?

—Sí, gracias Chae... eres muy lindo.

—No más que tú hermosa— el sonrojo de Aixa fácil podía pasar desapercibido por el frio que coloreaba sus mejillas rojas, pero el calor de su cuerpo lo causaba ese lindo chico de ojos rasgados.

—MMM— hiso una mueca con los labios, barrio estos con la lengua humectándolos con su propia saliva, era algo tentador para Chae quien se contenía para no besarla y faltarle el respeto... porque a pesar de todo el, era un caballero. —No soy muy buena con esto— y realmente no era buena entablando conversaciones con extraños; mucho menos siendo ella la que iniciara la plática —emm... ¿qué edad tienes?— la risa de los niños se escuchaba por todo el parque donde ahora se encontraban, habían tomado asiento frente un kiosco donde un par de chicos tocaban tambores y panderetas mientras un trio de chicas bailaban al ritmo de los tambores, el lugar era alumbrado por los faroles que colgaban entre los arboles llevando su luz por todo el parque.

El ambiente era romántico y lleno de paz, algo que realmente necesitaba Aixa, para poder olvidarse un poco del engaño de Blake... hablaría con él, ya lo había decidido, escucharía lo que tuviera que decirle, se lo había prometido a una desesperada Naila, quien le había marcado llorando cuando Aixa apenas había encendido el celular un par de horas atrás.

—De cuantos me miro— pregunto juguetón Chae.

Aixa se llevó el dedo a la barbilla dando ligueros golpes, examinaba a Chae de pies a cabeza, muecas aparecían en su concentrado rostro, hasta que dibujo una gran sonrisa, chasqueo los dedos con la respuesta en la punta de la lengua.

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