Capitulo uno

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Él nunca se hubiera imaginado que sufriría una gran pérdida que lo marcaria para toda la vida, y mucho menos tan pronto; solo tenía 25 años, y se encontraba luchando para salir adelante después de la muerte de su esposa.

Blake era una persona luchona que había sabido salir adelante por sí solo; amaba a su familia y agradecía que siempre estuvieran con él en las buenas y en las malas Pero... aun no entendía, no comprendía por qué su dios se había llevado a su esposa siendo tan jovial eh importante para él y sus allegados, Romina que era el rayo de luz que le alegraba los días grises cuando la veía sonreírle a los niños por las mañanas, todo había sucedido tan rápido, tan de repente que no se había dado cuenta de cuando había pasado todo y ahora se encontraba sufriendo ¡infiernos! que no sabía cómo salir de ese oyó profundo de dolor en el que había caído hace más de año y medio...

Su amada lo había abandonado de una manera tan repentina y dolorosa, que no le había dado tiempo ni de despedirse... ¿cuánto tiempo llevaba ocultándole su enfermedad? Y ahora sus hijos habían quedado huérfanos de madre.

¡Por dios! sus pequeños eran unos bebes de dos y cuatro años de edad que tenían que crecer sin su madre. Solo porque ella había sido egoísta al no decirle a el sobre lo que le pasaba, si solo Romina le hubiera dicho lo que tenía el habría hecho algo para salvarla.

Estaba seguro que podía salir adelante con sus hijos; romina se lo había dicho muchas veces como un mal chiste, pero su pequeña de ahora tres años comenzaba a preguntar por su mami. Y el simplemente no tenía el corazón para responderle con la verdad cruda y despiadada.

Shun su hijo mayor ya comprendía el significado del «partió al cielo» que le había dado su abuela en un principio, cuando su padre no sabía que decir; pero aun así no dejaba de preocuparse por las prontas preguntas que sus pequeños harían más adelante.

Esa mañana Blake había decidido aprovechar el tiempo soleado para sacar a pasear a sus hijos al parque, hacia varios días que no salían a dar la vuelta los tres juntos, pues su trabajo le robaba la mayor parte del tiempo, pasando largas jornadas laborales metido tras una oficina en la cafetería «coffe Break» donde llevaba la administración y el papeleo correspondiente a la contabilidad.

Ese día se había levantado un poco cansado con un rastro de baba corriendo por su mejilla, pero después de una ducha refrescante se había vestido con algo ligero para tomar su primer día de descanso después de dos semanas de trabajo arduo sin descanso; había sido un milagro que lograra rescatar la cafetería de la banca rota. Y el día de ayer que había mantenido una larga charla con los dueños del local estos en agradecimiento por poner orden en sus libros le habían dado una semana de descanso pero Blake no estaba dispuesto a abusar de su generosidad y solo tomaría dos o tres días nada más.

Le habían dado un descanso de dos días consecutivos y Blake aprovecharía esa oportunidad que sus patrones le daban, para recuperar el tiempo perdido con sus hijos.

—Están listos pequeños— pregunto desde la puerta de la habitación compartida de los niños.

—Siii— gritaron en unísono ambos niños. La pequeña Abei pasaba sus delgados y pequeños dedos por las coletas que su padre le había echo. Amaba que su padre la peinara aun que su hermano se burlara de ella. Al igual que sus demás compañeros del preescolar.

Abei amaba el esfuerzo y el empeño que su padre ponía en cada peinado que le hacía; y aunque a veces tirara con demasiada fuerza de su pelo ella jamás se quejaría, además todo aquello valía la pena solo si continuaba viendo las muecas graciosas que hacia cada que una liguita se rompía golpeándole los dedos.

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